Al final, la ola de cambio que auguraban las encuestas –salvo las del CIS- se convirtió ayer en algo más parecido a un tsunami que va a acabar con el poder territorial del PSOE en muchos de sus feudos. El PP de Feijóo gana las elecciones municipales en número de votos, algo que ya se preveía, pero lo hace con la contundente distancia de 760.000 votos sobre el PSOE, que se dejó en el camino más de 406.000 votos.

La segunda regla de medir la victoria es contar el número de comunidades y ayuntamientos importantes donde los populares podrá gobernar, y ahí es donde se ha producido un imprevisto para los socialistas. Con la ayuda obligada de Vox, que crece casi 800.000 sufragios y pondrá precio a su apoyo, el PP arrebata al PSOE feudos como la Comunidad de Valencia y el ayuntamiento de la capital, Aragón, Baleares, La Rioja y Extremadura. Los barones pagan facturas que no son exactamente suyas. Al final, el PP se ha impuesto en una treintena de capitales de provincia y podrá gobernar en las ciudades más importantes. En la noche triste del PSOE, no compareció Pedro Sánchez. La otra cara de la moneda fue el balcón de Génova, con Feijóo celebrando la doble mayoría absoluta en Madrid junto a Ayuso y Almeida.

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El mapa territorial vuelca y las fuerzas se recomponen: Ciudadanos desaparece de las instituciones importantes. Podemos y los aliados de Yolanda Díaz sufre. El camino de Feijóo a las generales se allana aunque encara el escenario incómodo de sus pactos con Vox. Y Sánchez ve desautorizada su estrategia de alianza y de anuncios. Los resultados dejan lecciones y mensajes para la campaña de las generales que seguramente está empezando ya.