Casi dos millones de vascos votan el domingo en un escenario inédito con el PNV y Bildu en disputa por el primer puesto

Publicidad electoral de Imanol Pradales (PNV) y Pello Otxandiano (EH Bildu).
Publicidad electoral de Imanol Pradales (PNV) y Pello Otxandiano (EH Bildu).
EFE
Publicidad electoral de Imanol Pradales (PNV) y Pello Otxandiano (EH Bildu).

Aproximadamente 1,7 millones de ciudadanos acuden este domingo a las urnas en el País Vasco para decidir quién tomará las riendas de la Lehendakaritza durante los próximos cuatro años. Y lo hacen ante la posibilidad de que se produzca una situación inédita en democracia, puesto que los sondeos reflejan la posibilidad real de que el PNV deje de ser por primera vez la fuerza mayoritaria en número de votos en unas elecciones autonómicas. La lista que lidera Imanol Pradales se enfrenta a la dura competencia de EH Bildu, que aspira no solo a conseguir los mejores resultados de la historia de la izquierda abertzale, sino también a disputar la victoria a los nacionalistas, aunque con pocas opciones de gobernar sea cual sea el resultado.

Desde que tuvieran lugar las primeras en el año 1980, el País Vasco ha celebrado 12 elecciones autonómicas y en todas ellas el PNV ha sido el partido más votado. Solo en 1980 los nacionalistas vascos vieron peligrar su condición de primera fuerza, puesto que sufrieron una escisión de la mano de quien fue el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea, que fundó Eusko Alkartasuna. No obstante, en esos comicios, el PNV resistió como primer partido en número de votos, aunque la división del electorado nacionalista sí aupó al PSOE a ser primera fuerza en número de escaños en el Parlamento Vasco. El PNV, además, solo ha perdido una vez el control del Gobierno autonómico: entre 2009 y 2012, cuando un pacto entre PSOE y PP hizo a Patxi López lehendakari.

Habida cuenta de esa trayectoria, que exista un riesgo real de que el PNV pierda la hegemonía electoral sin haberse visto debilitado por ninguna circunstancia imprevista —una escisión, por ejemplo— supone un verdadero terremoto en el tablero político vasco. Y lo es más aún porque quien disputa a los nacionalistas el primer puesto en los sondeos y en las urnas es nada menos que la izquierda abertzale, que ya hace cuatro años obtuvo los mejores resultados de su historia y que, casi con total seguridad, batirá su propia marca el domingo a lomos de una estrategia con la que ha conseguido ir más allá de su electorado tradicional y pescar en caladeros incluso de la izquierda no nacionalista.

La hoja de ruta de EH Bildu desde hace ya tiempo pasa precisamente por lograr esos objetivos, y para ello la decisión más simbólica de cara a las elecciones de este domingo ha sido la de dar paso como candidato a Pello Otxandiano en detrimento del líder de la coalición, Arnaldo Otegi. Joven y sin vinculación pasada con la organización terrorista ETA, Otxandiano ha logrado abrir y consolidar fugas de voto importantes en graneros que hasta hace poco eran inaccesibles para los abertzale: según el barómetro del pasado fin de semana elaborado por DYM para 20minutos, un 4,4% de los electores del PSE  de 2020 votarían ahora a los abertzale, y lo mismo ocurre con un 9,4% de los votantes del PNV y con nada menos que un 26% de los de Elkarrekin Podemos.

La combinación de esa imagen renovada y de un discurso más centrado en las cuestiones sociales y menos en las reivindicaciones independentistas ha permitido a EH Bildu crecer durante los últimos meses. No obstante, en esta última semana Otxandiano se ha enredado en una cuestión que los abertzale llevaban queriendo esquivar toda la campaña: ETA. El candidato se ha negado en repetidas ocasiones a calificar a la organización como lo que fue, una banda terrorista, y se ha limitado a hablar de ella como un "grupo armado", aunque este jueves Otxandiano pidió "perdón" si había herido "la sensibilidad de las víctimas" con su definición. "Yo estoy con las víctimas de ETA, pero este trabajo se hace fuera de los focos mediáticos", señaló.

El PSE, a repetir coalición con el PNV

Está por ver hasta qué punto esta polémica de última hora perjudica las opciones de EH Bildu de convertirse en primera fuerza este domingo, aunque lo cierto es que, en los debates electorales, el tema no ha tenido demasiada trascendencia. No obstante, incluso aunque los abertzale lograsen ganar las elecciones, eso no significaría que tengan sencillo gobernar. Es más: Otxandiano tiene muy complicado llegar a Ajuria Enea porque el PSE ha dejado claro que su opción prioritaria es mantener su coalición con el PNV, y en la última semana su candidato, Eneko Andueza, ha aprovechado la indefinición de EH Bildu sobre ETA para asegurar que no puede "permitir que esa gente gobierne, y mucho menos gracias" a los socialistas.

Las encuestas pronostican que el PSE repetirá, escaño arriba escaño abajo, el resultado de hace cuatro años, que ya entonces fue muy magro pero que permitió a los socialistas mantener su coalición con el PNV. La estabilidad de esa alianza, no obstante, dependerá de que ambos partidos sumen la mayoría absoluta en el Parlamento Vasco. De no hacerlo, dependerían de pactos con otras formaciones para sacar adelante las leyes y los Presupuestos, y en tal caso se perfilaría como socio prácticamente ineludible el PP, que quiere aprovechar su buen momento a escala nacional para mejorar el resultado de 2020, que fue el peor en tres décadas. 

Uno de los principal damnificados de ese posible incremento podría ser Vox, que consiguió un escaño por Álava la pasada legislatura cuya reedición las encuestas ponen en duda. Ese riesgo es tan real que la formación ultraderechista lleva toda la última semana de campaña atacando frontalmente al PP, al que ha acusado de utilizar el mismo "lenguaje" que el PNV al referirse a Euskadi como "un gran país". El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha llegado a asegurar que votar al PP es como "votar a Bildu en diferido", porque los populares "han dicho que votar al PNV es votar a Bildu en diferido" y también "que ofrecen los votos para una investidura del PNV si es necesario".

Además de la ultraderecha nacionalista española, otro espacio político corre el riesgo de quedarse sin representación en el Parlamento Vasco que se elegirá este domingo: la izquierda no nacionalista a la izquierda del PSOE. El espacio que en 2020 se presentó unido en la coalición Elkarrekin Podemos concurre dividido en dos formaciones diferentes: Sumar (el partido de Yolanda Díaz junto a IU y Equo), por un lado, y Podemos, por la otra. Y las perspectivas no son demasiado halagüeñas, ya que ambos pelean únicamente por mantener la representación parlamentaria, aunque muy lejos de los seis diputados que obtuvo en 2020 Elkarrekin Podemos.

Fuentes de ambos partidos consideran que es en Álava donde sus opciones de rascar escaño son mayores, puesto que Guipúzcoa es un fortín de EH Bildu desde hace décadas (y más ahora, en pleno auge abertzale) y Vizcaya es territorio fértil para que tanto ese partido como el PSE pesquen en el río revuelto de la izquierda no nacionalista. Pero eso, irónicamente, podría dejar fuera del Parlamento Vasco a sus candidatas a lehendakari, puesto que tanto Alba García (Sumar) como Miren Gorrotxategi (Podemos) concurren por Vizcaya. El candidato de Elkarrekin Podemos por Álava, Juantxo López de Uralde, es el líder del pequeño partido ecologista Alianza Verde, mientras el candidato alavés de Sumar es el secretario general del Partido Comunista de Euskadi, Jon Hernández.

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