La realidad del alumnado con algún tipo de discapacidad grave -que son casi uno de cada tres alumnos con necesidades específicas- es tan compleja como heterogénea. El sistema actual contempla tres opciones para estos estudiantes: estudiar en un centro especial, en el sistema ordinario o en un modelo que combine ambas. ​Para casi 40.000 familias la primera opción es la óptima. 

Coincidiendo con la celebración de la Semana de Acción Mundial por la Educación, cuyo objetivo es concienciar del derecho fundamental a la educación en todo el mundo, volvemos la vista en profundidad a la educación especial y a sus alumnos, la gran mayoría con discapacidad intelectual.

Primero, miremos los números. Viéndolos es fácil darse cuenta de que es más probable que un niño con discapacidad intelectual pase a estudiar en un centro especial que en uno ordinario, sobre todo a medida que aumenta su edad y los requerimientos de los centros; si en Primaria y ESO el porcentaje de matriculados con algún tipo de discapacidad intelectual ronda el 25%; la cifra se desploma una vez la educación deja de ser obligatoria, siendo del 3,2% en Bachillerato y del 10,1% en los grados superiores de Formación Profesional.

Los estudiantes con discapacidad intelectual no solo van pasando progresivamente en mayor número a los centros de educación especial por cuestiones curriculares o conductuales. Desgraciadamente, el acoso escolar también es un detonante para que muchas familias adopten esta decisión. Al menos el 80% de estudiantes con discapacidad ha sufrido acoso escolar y el 27,5% es objeto de burlas constantes. Este porcentaje puede superar el 90% en los centros de educación ordinaria, mientras que en los de educación especial no llega al 3%. 

Trabajan cada día para potenciar el aprendizaje de niños con necesidades educativas especiales. Su esfuerzo e implicación mejora la vida de sus alumnos, con mayores dificultades que el resto. En ocasiones, su labor puede resultar frustrante, pero siempre les motiva la satisfacción de ver una mejora en ellos. Son los profesores de educación especial. ​Así es su día a día:

 Los métodos innovadores, el impulso de proyectos novedosos que incluyen y enseñan, son una constante de estos profesionales y de los colegios especiales, que buscan con ellos, además, la participación activa de sus estudiantes en la sociedad.

El papel de la educación especial, a la que es imprescindible acercarse sin prejuicios previos, desde el punto de vista de docentes, investigadores, filósofos, neurocientíficos... que refrendan su valor.

El Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD) y la Asociación Nacional de Centros de Educación Especial (ANCEE) llevan años advirtiendo que la LOMLOE, recientemente ratificada por el Tribunal Constitucional, pone en peligro la supervivencia de los centros de educación especial, dado que los relega a la escolarización de alumnos que requieran una atención muy especializada y a que desempeñen la función de centros de referencia y apoyo para los centros ordinarios. "Con estas líneas, condena a las escuelas especializadas en discapacidad a convertirse en centros de formación del profesorado", afirman.

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