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Entrevista

Joan Canimas, doctor en Filosofía: "La educación inclusiva, vista de forma dogmática, puede ser altamente dañina"

Joan Caminas Brugué
Joan Canimas Brugué, doctor en filosofía
CEDIDA
Joan Caminas Brugué

"Discapacidad" y "diversidad", "segregación" e "inclusión". De todas estas cuestiones, en constante debate y con frecuencia polémicas, hablamos con Joan Canimas Brugué, doctor en Filosofía y profesor de la Universidad de Girona y Oberta de Catalunya, especializado en ética aplicada a la acción social, psico-educativa y sanitaria y filosofía de la educación.

En un contexto en el que la terminología que empleamos es determinante, defiendes que el concepto “persona con discapacidad” no es del todo correcto, mientras que sí lo es el de “persona con diversidad”.Yo en su momento celebré el advenimiento de este término porque pensé que, por primera vez en la historia, disponíamos de un concepto que era propuesto por las propias personas con discapacidad y no tenía el "minus-valía", "sub-normal" o "dis-capacidad". Sobre todo en un proceso de reivindicación y lucha de estas personas a ser tratadas con dignidad. Ahora bien, esto no quita que considere que no es solo una cuestión de "diversidad", ojalá lo fuera. Son unas capacidades que sería deseable tener y que estas personas no tienen, por lo tanto, el prefijo “dis” es correcto, no me parece desacertado. Bienvenido sea el término “diversidad”, pero no olvidemos que hay una discapacidad que es una disfunción. 

En sus textos habla de tres modelos que establecen la causa de una discapacidad: biológico, social y bio-psico-social. El primero lo atribuye a la enfermedad, mientras que el segundo lo achaca al entorno. Entonces, ¿sin discriminación y estigma social no habría discapacidad?A mí me preocupa bastante que en mi universidad muchos profesores hablen a sus alumnos, y sobre todo veo artículos, solo de dos modelos: biológico y social. Entonces, cualquier persona con un poco de sensibilidad se queda con el social porque hemos visto cómo se ha tratado a las personas con discapacidad. Pero yo creo en el modelo bio-psico-social, según el cual algunas disfunciones, por el trato que tienen en la sociedad, generan una discapacidad y otras, por suerte, si son tratadas bien, no se convierten en discapacidad. Ojalá la realidad fuese un modelo solo social y así, si la sociedad me tratara bien, mi problema desaparecería. No, disminuiría mucho pero no desaparecería.

¿Es el modelo bio-psico-social, entonces, el más acertado?Yo creo que es, de momento, la mejor explicación que tenemos para este factor porque tener una disfunción, un problema biológico o cognitivo, puede ser más o menos discapacitante en su relación con el entorno. Por ejemplo, yo puedo ver mal, pero no tengo una discapacidad porque la biología y la ciencia me ha permitido usar gafas o una operación quirúrgica y, por la parte social, no he sido marginado por ello.

Nosotros sabemos que, con una sociedad inclusiva, los grados de discapacidad se reducirían mucho, los biológicos no, pero los sociales sí. Es evidente que una persona hoy con la misma disfunción física tiene mucha menos discapacidad que hace 100 años donde era "el tonto del pueblo" y sus padres lo tenían encerrado. Pero esto no quita que el modelo biológico continúe estando ahí.

Entender la discapacidad como una diversidad impediría los avances tecnocientíficos

El Foro de Vida Independiente (FVI), comentas, entiende la discapacidad como una "diversidad", es decir, algo que no es necesariamente mejor ni peor para la persona. ¿Qué consecuencias puede traer esta visión?Impediría los avances tecnocientíficos. Porque si tú rechazas el modelo biológico tienes que dejar la medicación o las terapias y solo ser un activista social para cambiar la sociedad. Y la segunda crítica es muy seria. Si tener una discapacidad intelectual, por ejemplo, es un tema de diversidad, deberemos aceptar que los padres provoquen a sus hijos diversidades o que no se las curen. 

Tenemos que establecer una diferencia, una línea, entre lo que es deseable y lo que no. Unos bienes básicos que quienes no los tienen sería deseable que los tuvieran, y si no los pueden tener, debemos darles un trato distinto. Porque la diversidad no es una forma de estar mejor ni peor en el mundo, en cambio, ser ciego, por ejemplo, sí.

¿Puede ser que ciertas personas asuman esta interpretación de la discapacidad por la dificultad que tienen a la hora de aceptar y afrontar esta situación?Puede, pero si lo hacen para esconderse o negar una realidad es algo negativo. En cambio, si les sirve para aceptar una nueva situación, ahí puede tener un sentido positivo. Acepta esta realidad y ama sus diferencias y su diversidad. En una sociedad muy ancorada en el paternalismo y el rechazo a veces hace falta una visión extrema para que el otro lado se dé cuenta de la situación en la que están. 

Y como sociedad, ¿cómo tendríamos que actuar para ayudar a la integración de estas personas?En el ámbito biológico yo agradezco los esfuerzos de médicos y biólogos por encontrar soluciones a los problemas físicos. A terapeutas, psicólogos y educadores les agradezco su investigación y su trabajo en el ámbito intelectual. Y en lo social, estaríamos en cuestiones como la educación inclusiva, que se acepte su sexualidad e intimidad, o en la adaptación de los transportes públicos. Pero fundamentalmente es ver al otro como un igual con diversidades, aceptar la diferencia, hacer de la discapacidad algo presente en nuestras vidas.

Menciona la educación inclusiva, un tema que también trata en una de sus publicaciones. ¿Es una utopía?La ética es la ciencia que intenta articular los valores con el principio de realidad porque si no ya no es ética, es ideología o utopía. La ética nos dicen que todos somos iguales y el modelo al que vamos es que todos estemos en un mismo aula y no haya ninguna diferenciación por razones intelectuales ni por razones de nivel. Pero la realidad nos dice que hay algunos niños que tienen dificultades en el aprendizaje por razones bio-psico-sociales. 

Es un tema muy interesante, muy complejo, donde las posiciones extremas no son las adecuadas. Antes estábamos en una situación casi extrema de segregación y ha tenido que nacer un movimiento de inclusión que se sitúa en el otro extremo. Pero a quien me dice que la inclusión es que todas las personas, tengan la dificultad o discapacidad que tengan, deben estar en centros de educación ordinaria, yo no le preguntaría a estos ideólogos, le preguntaría a los educadores, psicólogos y pedagogos: “¿Tú a esta persona le puedes dar el mismo tratamiento que a otro?”. Ahí tenemos nosotros el reto, y está bien que lo tengamos nosotros, no las familias.

Que el Estado obligue por ley no solo tiene que ver con la libertad sino con la imposición de un daño

Aquí entra también la libertad de las familias de poder decidir a qué colegio quieren llevar a su hijo…Sí, en estas situaciones hemos pasado al otro extremo, hay una imposición ideológica en esto. Las actitudes de contestación a veces son imposiciones ideológicas. Hay un valor, que es la inclusión, pero este valor tiene que contrastarse con la realidad, la ética, y hay situaciones en que esto no es correcto. 

Si llegásemos a la conclusión contrastada empíricamente que lo mejor para un niño es la educación inclusiva, entendida como meter a una persona con unas necesidades especiales en un aula normal, aquí entendería que el Estado pudiera obligar a los padres porque su libertad respecto a qué educación reciben sus hijos produciría un daño en ellos. Pero esto no está demostrado, al contrario. Por lo tanto, que el Estado obligue por ley no solo tiene que ver con la libertad sino con la imposición de un daño por su parte. Cuando se produce esto yo creo que son imposiciones ideológicas, es decir, alguien ha dicho que la inclusión es siempre lo mejor para todos, lo cual es muy discutible.

Asegura que “la educación inclusiva es una respuesta ética de comunidad y fraternidad a una realidad de segregación y competencia”. ¿Es nuestro sistema educativo un obstáculo para hacer de la inclusión una realidad?El problema es que en la escuela se junta la educación entendida como educación de valores, de convivencia, con la formación. Si hacemos esta clasificación, educación es aquello que nos forma como seres humanos y la formación sería la enseñanza, los conocimientos. Los centros educativos, a medida que vamos subiendo de nivel, son menos educativos y más formativos. En la universidad, por ejemplo, cómo vamos a hacer inclusión.

El sistema educativo, aparte de educar en valores, y ahí la inclusión es muy necesaria, también es formativo en conocimientos, y ahí la inclusión tiene dificultades porque tenemos distintas capacidades, distintas necesidades. El tema de la inclusión me atrevería a decir que es un proyecto que se puede realizar plenamente en el ámbito de los valores, pero que tiene serias dificultades en el ámbito de los conocimientos.

¿Se reduce todo, entonces, a una cuestión ideológica?Aquí hay un debate muy interesante. Hay un tema a pensar y no a imponer ideologías. Yo creo que ahora estamos en el otro extremo, de imponer ideologías de la inclusión. ¿Y si a las personas con discapacidad no les va bien? ¿Qué es lo mejor para ellas? Esta es la cuestión.

No podemos hablar de este tema de forma correcta porque si planteas problemas a la inclusión enseguida te sitúan en el extremo opuesto. Parece que habría solo estos dos extremos: segregación o inclusión. En todo caso, esto nos ha servido como revulsivo, eso se le tiene que agradecer a la educación inclusiva. Pero visto de una forma dogmática puede ser altamente dañino para la persona porque estoy convencido de que hay personas que necesitan una atención especializada y eso es lo mejor para ellos. Es un debate que es bueno tener sin la pasión de la ideología, debería ser fundamentalmente pedagógico.

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