28 de mayo
Día del perro sin raza 

Tú eres único, tu perro también

El Día del Perro sin raza se celebra en todo el mundo desde que, en 2013, '20minutos' lo concibiera e impulsara con el objetivo de promover la tenencia responsable de animales compañía y poner en valor a los mestizos, la 'raza' más habitual en nuestros hogares y en las protectoras de animales, sin hacer por ello de menos a los perros con pedigrí. 

El Día del Perro sin Raza pretende además que se tenga en cuenta la necesidad de considerar la adopción como la primera opción para sumar un animal a la familia. Una adopción responsable y meditada, como también debe serlo la compra. 

Como parte de esta iniciativa, todos los años se emplea el hashtag #DíadelPerroSinRaza para hacer protagonistas a estos animales, subiendo fotos con ellos o de ellos, hablando de sus virtudes, contando anécdotas suyas y cómo su compañía y protección resulta fundamental.

Día del perro sin raza
Día del perro sin raza
 

Nuestros perros son un gran apoyo. Lo han sido siempre y especialmente durante estos días extraños, marcados por la Covid-19. Más allá del hecho de permitirnos salir a la calle y sentir el cielo y no el techo sobre nuestras cabezas durante el confinamiento, su presencia amigable y constante, su apoyo incondicional, la manera en la que nos hacen sentirnos necesarios y queridos, es un sostén que contribuye a nuestra salud mental.

La Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) publicó a finales de abril de 2020 un estudio que sostenía que el 74% de los españoles que conviven con un perro o un gato habían pasado mejor el confinamiento gracias a ello. Un estudio que se suma a muchos otros que corroboran lo mucho que nos podemos beneficiar de su compañía. 

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"Este confinamiento -como la vida en general- es más llevadero en compañía canina: ellos te levantan el ánimo y hasta te enseñan a ser mejor persona"

Los tipos de perros que más difícil tienen encontrar una adopción

"Uno de los mayores problemas que nos encontramos es que la gente cuando adopta quiere el perro perfecto, que no dé problemas. No se dan cuenta de que se llevan un ser vivo a casa, con su carácter y pasado, y tienen que convivir con eso. No quiero el perro perfecto, quiero a mi perro".

A la protectora no hay que ir con la idea de adoptar un can en concreto, si no con el objetivo de darle un hogar a un animal que lo necesita. No todos los perros encajan con las mismas personas y, para cerciorarse de que unen al animal y al dueño correctos, primero hay que rellenar un cuestionario donde se le pide al adoptante que cuente un poco sobre sí mismo y su estilo de vida.

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¿Qué es un perro sin raza?

Un animal único, uno que no pertenece a las casi 350 razas caninas existentes. Dentro de los mil leches la única división posible es por tamaños: la de pequeño, mediano y grande. Pero si nos fijamos bien veremos que la gran mayoría son de tamaño mediano. Y existe una explicación: en estos perros en los que la selección natural se repite durante varias generaciones tiene lugar un curioso fenómeno, si dejásemos a todos los perros del mundo criar libremente tenderían a homogeneizarse y convertirse en perros de tamaño mediano (unos 20 kilos) con una altura de entre 38 y 57 centímetros, pelo corto y de color negro, marrón o (sobre todo) de ese amarillo tostado tan propio de los dingos y de muchos mestizos y razas caninas. Curiosa paradoja que se explica fácilmente: son los animales mejor preparados para medrar.

Es decir, se convierten en poco tiempo en el perro tipo que suelen pintar los niños, en el que pintó Franz Marc. Las características más exageradas que los humanos hemos seleccionado artificialmente como los morros chatos, los cuerpos excesivamente alargados, los tamaños excesivos o diminutos o las patas cortas son las primeras en desaparecer. 

'Perro tumbado en la nieve' (1910-11), de Franz Marc
'Perro tumbado en la nieve' (1910-11), de Franz Marc

¿Qué es lo que se suele decir de los perros sin raza? Pues lo primero que viene a cabeza es que son especialmente sanos, que son más duros. No es una leyenda urbana, es cierto. Se trata de un fenómeno bien estudiado conocido como vigor híbrido o heterosis. También tienen fama de ser más listos, de que si se adoptan de cachorros su carácter será una incógnita. ¿Qué hay de cierto en todo ello?.  Sigue leyendo...

Manifiesto del Día del Perro sin Raza

1. Soy un perro sin raza. Cuando la gente pregunta a mi amo por la calle de qué raza soy, le gusta responder con orgullo que soy un mestizo, un mil-leches o un mil-sangres, sencillamente, un perro… su perro.

2. Soy un perro sin raza. Así que soy un perro exclusivo. Todo perro sin raza es siempre original, único. No hay dos iguales.

3. Soy un perro sin raza. Un perro con dos orejas, dos ojos, una nariz, un rabo, cuatro patas y muchos dientes. Un perro como todos.

4. Soy un perro sin raza. A mi familia de humanos les da igual si soy el perro más guapo del mundo o el más feo.

5. Soy un perro sin raza, así que tengo muchas más posibilidades pisar el veterinario solo para ponerme las vacunas. No es ninguna leyenda urbana que los perros mestizos somos más sanos.

6. Soy un perro sin raza y mi carácter es fruto de la selección genética natural, el sistema más sabio. Es el que usáis los humanos.

7. Soy un perro sin raza. Como muchos otros perros que han sido adoptados en una protectora, que fueron encontrados o regalados.

8. Soy un perro sin raza, pero no soy un perro que salga gratis. Todos los perros costamos dinero en comida, vacunas, residencias caninas, peluquerías… eso sin contar que nos podemos poner enfermos y necesitar un caro tratamiento.

9. Soy un perro sin raza, y estoy orgulloso de ello. Ponerme en valor no hace de menos a mis colegas que sí tienen pedigrí.

10. Soy un perro sin raza. Es decir, soy un perro tan bueno como cualquier otro.

Mi perra no tiene raza

Yo quisiera decir simplemente esta mañana que me gusta mi perra. Mi perra doña Leo. Le puse el 'doña' porque creían que era macho y andábamos todo el rato diciendo: es una perra, es-u-na-pe-rra. Resultado: doña.

Me mira mientras escribo esta columna que le dedico a ella y a todos los perros como ella. Los sin raza. Esos que no tienen pedigrí ni cinturas entalladas por los ADN purísimos y de grandes linajes venidos de familias con ralea y casta de delicadísima categoría y elegantísima clase. Lo que en el DNI del veterinario se dice un "mestizo". O un mil leches. A esos.

La mía, mi perra, es la más guapa. Porque nuestro perro siempre lo es. El que más nos quiere. El que más nos mima. El que más nos mira. Y así debe ser. Porque en ese piropo constante a nuestros perros (o gatos) está el cariño. No soy de los que dicen que soy mejor persona por esto: por tener perro. No, hay grandes cabrones con animal de compañía y lo pasean tan campantes. Bobadas ñoñas.
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