Lo de la pertinaz sequía no era una serpiente de verano. A veces se nos olvida, pero España está en severo riesgo de desertificación. El 75% del país, 9 millones de hectáreas, son zonas con un riesgo alto o muy alto de desertificación, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El problema, que afecta principalmente al tercio sur de la Península y a los dos archipiélagos, ya estaba aquí antes de que habláramos de cambio climático y de calentamiento global. Ahora más.
El Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea (CE) aseguró este mes de julio que el 46% del territorio de la UE estaba expuesto a una sequía de nivel de aviso, con un 11% en un nivel de alerta, con cultivos que ya sufrían por la falta de agua. Empezaba julio y Bruselas advertía que la sequía actual podría ser "la peor de la historia" en Europa.
La sequía y, como consecuencia, también los incendios. "Las estadísticas muestran que desde 2017, tenemos los incendios forestales más intensos jamás vistos en Europa. Y que, lamentablemente, esperamos que la temporada de incendios forestales de 2022 pueda seguir esta tendencia", dijo el comisario de la UE, Maros Sefcovic.
La zona más afectada en julio era Italia, con la cuenca del río Po en el norte del país enfrentando el nivel más alto posible de sequía. Pero en España las cosas se han ido complicando según ha avanzado el verano, es decir, según se han ido repitiendo las olas de calor y han ido faltando las lluvias.
Los embalses en España cerraron julio con el volumen de agua para consumo al 37,9%, su nivel más bajo en una década, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Ahora, los pantanos se encuentran al 40,4% de su capacidad (último informe, del 2 de agosto). En el conjunto de la UE, los volúmenes son actualmente un 42% más bajos que el promedio de los últimos diez años, según el Centro Conjunto de Investigación de la CE.
El trimestre comprendido entre mayo y julio de 2022 ha sido el más seco en el conjunto de España desde que hay registros, que comenzaron hace 57 años, según datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). La agencia confirma que, con lo transcurrido hasta ahora -excepto marzo y abril-, el año 2022 está siendo de los más secos.
La reserva de embalses y pantanos españoles se reparte así:
Los números indican que la situación más preocupante se da en Guadalquivir, que está a sólo el 24,7% de su capacidad; Guadiana, al 26,2%; y Guadalete-Barbate, al 28%.
La situación está obligando a muchos ayuntamientos de Andalucía a imponer restricciones en el consumo de agua. En Málaga, el embalse de La Viñuela se encuentra al 12,7% de su capacidad, lo que ha llevado a los ayuntamientos a establecer restricciones, como el corte del agua en las duchas de las playas de Rincón de la Victoria y Vélez-Málaga desde el pasado 1 de agosto.
Pero está ocurriendo también en Galicia, en Cataluña o en Extremadura. Gobiernos autonómicos y municipales buscan garantizar el abastecimiento de agua para el consumo humano. Cortes de suministro nocturnos, cierre de duchas en las playas, prohibición de regar, de llenar piscinas y de lavar coches son algunas de las medidas puestas en marcha.
Tierra menos fértil, cultivos que rinden menos
Los pronósticos meteorológicos predicen más de lo mismo: más calor hasta bien entrado el otoño. Según el informe del Centro Conjunto de Investigación de la CE, ese calor se suma a una "situación ya muy crítica" que exacerbará los efectos en la agricultura, la energía y el suministro de agua. De hecho, la falta de agua y el fuerte calor están reduciendo el rendimiento de los cultivos en Francia, Rumania, España, Portugal e Italia.
A modo de ejemplo, en Málaga, ante la falta de agua, los agricultores han sacrificado parte de sus plantaciones de aguacates para salvar el resto. Pero lo que es mas significativo, peligra la producción de la aceituna de mesa porque el fruto no engorda suficientemente.
Según WWF, la sobreexplotación de acuíferos, el crecimiento insostenible del regadío, el abandono de tierra y la degradación del suelo están afectando a la fertilidad de la tierra y a su capacidad para retener la humedad. A esto hay que sumarle la intensificación de los periodos de sequías extremos como consecuencia del cambio climático.
Todo ello, está afectando la disponibilidad de recursos naturales y la seguridad hídrica y alimentaria de nuestro país. Además, los científicos prevén una reducción de las precipitaciones, especialmente en las cuencas atlánticas, la del Guadalquivir y el sur peninsular, unido a un aumento constante de temperaturas medias de hasta 2 grados más para el año 2040.
El agua cotiza en los mercados
Hace tiempo se comenta que las guerras del futuro serán por el agua (Oriente Próximo sabe ya de ello). Cuanto más escasea, más alto su valor. Porque aunque consideremos que debiera ser un recurso de alcance humano indiscutible, el agua ya cotiza en algunos mercados.
El agua alcanzó este verano un valor un 56% más alto que a principios de año en el Nasdaq Veles California Water Index
Por ejemplo, en Estados Unidos. Allí, California está viviendo también tiempos de sequía, de modo que el agua está muy cara. El índice Nasdaq Veles California Water Index rastrea el precio promedio de las transacciones de derechos de agua en cinco mercados del estado californiano. El pasado 27 de junio alcanzó un valor un 56% más alto que a principios de año.
La crisis del agua en California está teniendo consecuencias nefastas para los cultivos que dependen casi por completo del riego. "Desde la agricultura, simplemente no es sostenible... No conozco un cultivo que pueda soportar estos precios del agua", le ha dicho a Bloomberg Sarah Woolf, presidenta de Water Wise, una agencia y consultora sobre el agua.
¿Y que ocurre cuando la sequía alcanza también aquellos países que tienen y utilizan ríos navegables? Pues que no pueden utilizarse, o no de la misma manera, y eso tiene consecuencias en la economía.
El transporte fluvial por el Rin ha subido de precio porque su caudal ha quedado tan bajo que ahora sólo pueden circular las barcazas pequeñas
El Rin es la vía fluvial más utilizada en la Unión Europea. Su caudal ha quedado tan bajo que está complicando la circulación de los cargueros de gran tonelaje. Se ha tenido que echar mano de barcazas pequeñas y la consecuencia ha sido que el transporte de mercancías a Alemania, Países Bajos o Suiza es más caro porque la carga es menor.
El país helvético ha tenido que usar sus reservas de gasolina y gasoil; Alemania sufre la falta de carbón, cuando pretende usarlo más ante el corte del grifo del gas ruso; y en Francia, el bajo nivel de ríos y embalses puede comprometer la refrigeración de las centrales nucleares.
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