Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La sequía

En varios pueblos de Tarragona sufren cortes intermitentes de agua. Se abastecen de un camión cisterna y la situación puede empeorar. Los pantanos siguen perdiendo agua. Un ejemplo es el de Sau, en Barcelona, que está al 41% de su capacidad. Y todo esto en medio de una nueva ola de calor, que mantiene en alerta a todas las comunidades, excepto a la asturiana.
En varios pueblos de Tarragona sufren cortes intermitentes de agua. 
En varios pueblos de Tarragona sufren cortes intermitentes de agua. Se abastecen de un camión cisterna y la situación puede empeorar. Los pantanos siguen perdiendo agua. Un ejemplo es el de Sau, en Barcelona, que está al 41% de su capacidad. Y todo esto en medio de una nueva ola de calor, que mantiene en alerta a todas las comunidades, excepto a la asturiana.

Entre la pandemia, la inflación y la guerra ruso ucraniana, nos hemos olvidado de la sequía que estamos sufriendo. En tiempos pasados de inauguración cotidiana de pantanos sería la “pertinaz sequía” , un calificativo que ayudaba a la censura a facilitar a los medios informar de la realidad de la Dictadura y de los problemas humanos que sufrían muchos ciudadanos en las cárceles y frente a los pelotones de fusilamiento.

Son otros tiempos felizmente más normales, pero el fenómeno meteorológico periódico de la sequía perdura y nos vuelve otra vez más complicada la vida. Ahora puede ser una consecuencia del cambio climático —nunca hay que descartar nada, como el año pasado fue la histórica Filomena—, pero lo cierto es que en la primavera ha llovido poco y que el verano está abrasando de calor y calcinando los bosques con los incendios.

Los cultivos se agostan y el ganado sin pastos enflaquece sin que nadie desde el poder político les haga el más puñetero caso

Los agricultores están desesperados viendo como los cultivos se agostan y el ganado sin pastos enflaquece sin que nadie desde el poder político, ocupado en sus reyertas propias del género, les haga el más puñetero caso. El agua escasea y en muchos pueblos y alguna ciudad con autoridades previsoras ya han empezado a adoptar medidas para reducir el consumo en piscinas, duchas y hasta el manejo de los grifos.

También escasea la electricidad que producen el agua además del gas y el Gobierno ha decretado que hay que recortar las iluminaciones callejeras, cerrar los escaparates nocturnos y, de momento reducir el aire acondicionado que nos libera de los sofocos del mediodía. De momento sobra calor, pero dentro de unos meses habrá que librarse del frio. El invierno es prometedor, sin calefacción, a oscuras y con los pies malolientes con las duchas cortadas.

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