Díaz cumple un mes evitando polémicas al frente de Unidas Podemos y las bases votan ya a Belarra para liderar el partido

  • La militancia de Podemos vota desde este domingo hasta el sábado a la ministra como sucesora de Pablo Iglesias.
  • Díaz ha imprimido su estilo a Unidas Podemos y ha evitado los choques públicos con el PSOE en su primer mes como líder.
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
La vicepresidenta Yolanda Díaz y las ministras Ione Belarra e Irene Montero.
Europa Press
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Fin de semana de efemérides para Unidas Podemos. Este sábado, la vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, cumplió su primer mes ejerciendo el liderazgo de Unidas Podemos que asumió tras la renuncia de Pablo iglesias a todos sus cargos en la noche del 4-M. Y, por otra parte, este domingo las bases de Podemos -la pata mayoritaria de la coalición- comienzan a votar de forma telemática la composición de los nuevos órganos del partido en el congreso de Vistalegre IV, en el que Ione Belarra se convertirá en secretaria general y que marcará el inicio de la reconstrucción de Podemos.

La dirección de Unidas Podemos ha preparado la sucesión de Iglesias de manera que la ausencia del que fue número uno morado desde la creación de Podemos en 2014 se zanje de manera controlada. Y lo cierto es que, en su primer mes, ni Díaz ni Belarra han tenido que enfrentarse a grandes polémicas con el PSOE, aunque la primera sí ha experimentado sus primeros choques con los socialistas desde que lidera Unidas Podemos, que han servido para constatar que las batallas en la coalición, aunque no vayan a dejar de darse, van a tener un estilo más silencioso.

No obstante, el principal desencuentro que ha tenido Díaz con el PSOE en su primer mes de liderazgo ha tenido más que ver con su faceta de ministra de Trabajo que con la de líder de Unidas Podemos, y se produjo en la negociación de los ERTE. Las conversaciones se dilataron hasta prácticamente el límite del plazo por la insistencia del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, en reformar el sistema de exoneraciones a las empresas. Díaz, junto a patronal y sindicatos, estaba en contra de este cambio. Pero finalmente Escrivá se salió parcialmente con la suya sin que la vicepresidenta -que sí hizo gestiones internas- hiciera público su desacuerdo.

Díaz tampoco ha levantado la voz en público en otro de los asuntos que llevan enquistados entre PSOE y Unidas Podemos varios meses: la puesta en marcha de la ley de vivienda y el mecanismo de contención y bajada de precios del alquiler. Ambas formaciones decidieron hace un tiempo rebajar la exposición pública de la negociación, aunque el punto principal de desacuerdo, el de la limitación de precios, aún no se ha resuelto. Y Díaz -a diferencia de un Iglesias que hizo bandera de esta regulación- no se ha movido de esa forma de proceder y ha evitado polemizar sobre una negociación que, por la parte morada, pilota precisamente Belarra, quien sí ha dicho públicamente estar "cansada de arrastrar" al PSOE para definir la norma.

Lo mismo ha ocurrido en los dos principales asuntos de Estado que ha tenido que afrontar en los últimos meses el Gobierno: la crisis con Marruecos y los probables indultos a los políticos catalanes condenados por el procés. En el primero de ellos, la parte del Ejecutivo de Unidas Podemos no levantó en demasía la voz ni siquiera por las devoluciones en caliente llevadas a cabo en la frontera de Ceuta, algo que siempre han rechazado los morados pero ante las que ahora apenas llamaron al "estricto cumplimiento de la legalidad internacional cuando hablamos de menores". Belarra, eso sí, acordó con las comunidades el traslado de 200 menores acogidos en Ceuta para aligerar la presión sobre las instituciones de la ciudad.

Con respecto a los indultos, Unidas Podemos tampoco ha marcado especialmente perfil propio, aunque en esta ocasión por algo mucho más evidente: comparte la posición del PSOE. Díaz se ha limitado a ceñirse "a las palabras del presidente" sobre el tema y solo afirmó hace unos días que "ha llegado el momento de política con mayúsculas". Quien ha ido más allá ha sido el portavoz parlamentario morado, Pablo Echenique, que se felicitó del giro de los socialistas: "Esta es la posición que hemos defendido en Unidas Podemos desde 2017, no siempre ha sido la posición del Gobierno. Seguimos pensando lo mismo".

El nuevo papel de Podemos

En cualquier caso, más allá del nuevo estilo menos belicoso, Unidas Podemos tiene como principal tarea a medio plazo diseñar y poner en práctica una estrategia que le sirva para abordar su nueva etapa sin Pablo Iglesias al frente. Pero ese debate se abordará después de que finalice el congreso de Podemos en el que Belarra será elegida secretaria general. El periodo de votación empieza este domingo y acaba el próximo sábado. Y el domingo día 13, Belarra se dirigirá por primera vez a la militancia como nueva líder de Podemos.

El diseño de esa estrategia está aún en pañales, pero el objetivo que tiene en mente la dirección de Unidas Podemos no es sencillo: alejarse de las polémicas y mantener la imagen de sosiego de Díaz sin perder capacidad de presión al PSOE y perfil propio. Y, para ello, la apertura de una nueva etapa dentro de Podemos será fundamental, ya que una de las ideas que están sobre la mesa es que sea el partido el que asuma un perfil más combativo mientras el referente morado en el Consejo de Ministros, en este caso Díaz, se concentra en su labor ejecutiva.

De facto, ese sistema ya ha empezado a funcionar en cierto modo desde que la vicepresidenta es líder de Unidas Podemos. Mientras Díaz ha permanecido por encima de las grandes polémicas, Belarra sí ha criticado públicamente los retrasos en la ley de vivienda. Y la que se perfila como la tercera pata del nuevo triunvirato que liderará la formación, Irene Montero, ha chocado en el Congreso con el PSOE, en su caso por el bloqueo de los socialistas a la ley trans que ha diseñado el Ministerio de Igualdad, que contiene medidas muy similares a las que sí ha aprobado el PSOE en Canarias.

La reconstrucción de un partido dañado

La otra gran tarea que tendrá Podemos tras su congreso será la reconstrucción de un partido que tiene una implantación territorial muy mermada tras los últimos fracasos electorales y las fracturas internas en varios territorios. No solo el partido ha perdido peso a escala estatal en detrimento de la acción de Gobierno, que es en lo que están centrados sus principales dirigentes. Es que, además, la formación es consciente de que, en muchos lugares, apenas es una marca con una militancia muy escasa. Y las constantes apelaciones en los últimos años a echar raíces en el territorio no han dado resultado.

Galicia o Castilla-La Mancha, por ejemplo, son dos de las comunidades donde Podemos tiene poca implantación, al igual que Cataluña, donde el peso del espacio donde participan los morados lo lleva la Catalunya En Comú de Ada Colau. De igual forma, en Andalucía el músculo territorial que antaño tenía Podemos se ha visto muy golpeado por su ruptura -y los meses de batalla que la han sucedido- con los anticapitalistas y la que fuera su secretaria general autonómica, Teresa Rodríguez.

La política de alianzas también es otro de los asuntos a revisar en la nueva etapa que se abre. El lazo que une a Podemos e IU es firme, pero en los últimos años Unidas Podemos se ha distanciado de otras formaciones progresistas con las que, en su momento, formó una entente, como Anova o Compromís. Díaz ha empezado a reconstruir puentes en encuentros con los valencianistas como el que mantuvo hace unos días con el alcalde de València, Joan Ribó. Y está por ver cómo gestiona Podemos en esta nuevo ciclo su relación con Más País.

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