Los países del mundo se dan cita en la "difícil" COP28 de Dubái para intentar frenar el cambio climático y minimizar sus daños

La Cumbre del Clima de este año, la COP28 de Dubái, se celebra desde este jueves hasta el 12 de diciembre.
La Cumbre del Clima de este año, la COP28 de Dubái, se celebra desde este jueves hasta el 12 de diciembre.
Rafiq Maqbool
La Cumbre del Clima de este año, la COP28 de Dubái, se celebra desde este jueves hasta el 12 de diciembre.

Casi dos centenares de países, decenas de organizaciones internacionales, miles de activistas por el Clima, organizaciones de la sociedad civil y compañías energéticas se reunirán durante quince días en la Cumbre del Clima que empieza en Dubái este jueves, que intentará llegar a compromisos para luchar de forma efectiva contra el cambio climático. Sobre la mesa está poner un improbable freno al uso de combustibles fósiles para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y la intención de mantener vivo el cada vez más difícil objetivo de contener el calentamiento global en 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales. Mientras, sus estragos son cada vez más graves y ubicuos, especialmente en los países vulnerables, que de nuevo exigirán recursos para hacerles frente. La reunión que se plantea como "muy difícil" y parte de la contradicción de celebrarse en uno de los mayores países productores, Dubai, al que preceden acusaciones de querer utilizar la cita para cerrar acuerdos con otros 15 países para venderles petróleo y gas, "bestias negras" del calentamiento global.

La Conferencia de las Partes (COP) que empieza este jueves en Dubái es la reunión anual al más alto nivel de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC), que logró el primer tratado global contra el cambio climático en 1992 en Brasil, vinculante con el Protocolo de Kioto de 1997. En la COP de París de 2015 se cerró el acuerdo más importante hasta ahora, por el que los países del mundo se comprometieron a tomar medidas para que la temperatura global no superara los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y a esforzarse por rebajar el umbral por debajo de 1,5ºC. Este objetivo sigue en pie sobre el papel, aunque los numerosos informes científicos que la preceden esta COP advierten de que el calentamiento ya está en 1,2ºC y llegará a 2,4ºC en 2100 si no se da un golpe de timón.

A pesar de todo, la COP28 vuelve a ser una cita crucial en la lucha contra el cambio climático y convertirá a Dubái en un hervidero en el que durante dos semanas 187 delegaciones oficiales, entre países, instituciones internacionales y bloques regionales, como la UE, intentarán forjar acuerdos entre miles de activistas por el clima, organizaciones ecologistas y una cada vez mayor presencia de la industria energética, con compañías petrolíferas y gasistas cada vez más influyentes y, según denuncia Greenpeace, insertadas dentro de las delegaciones de algunos países. Como muestra, el presidente de la COP28, el sultán Ahmed Al Jaber, es un magnate del petróleo, director ejecutivo de ADNOC, la cuarta mayor empresa de combustibles fósiles del mundo.

Sánchez sí, Biden no

La reunión arrancará con una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno el 1 y 2 de diciembre a la que asistirá Pedro Sánchez. El presidente de EEUU, Joe Biden, ya ha excusado su asistencia, así como, en otro nivel, el papa Francisco, aquejado de problemas respiratorios. Sánchez estará acompañado por la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, experta en política climática y una habitual en este tipo de reuniones desde cuando, en niveles más bajos, formaba parte de la delegación española. En esta ocasión, además, acude como presidenta semestral del Consejo de Medio Ambiente de la UE, en tándem con la Comisión Europea. 

Tanto la vicepresidenta como el comisario de Acción Climática, Wopke Hoekstra, llevan semanas advirtiendo de lo difícil que será forjar acuerdos en una COP28 que, además, se celebra en medio de dos conflictos internacionales, la guerra de Ucrania y, como novedad este año, entre Israel y Hamás.

“El éxito en la COP28 es muy difícil pero muy necesario", advertía hace unas semanas Hoekstra. Será "una negociación extraordinariamente compleja", añadió Ribera ante el Parlamento Europeo. El mensaje de España de cara a la COP28 es que "hemos avanzado, pero por debajo de nuestras posibilidades y muy por debajo de nuestras necesidades. Toca hacer más y decir cómo y cuándo, y hacerlo de manera eficaz y solidaria", tuiteaba hace unos días la vicepresidenta tercera.

Pérdidas millonarias y millones de muertos

Luchar contra el cambio climático hace tiempo que dejó de ser una cuestión meramente medioambiental y cada vez son más acusados sus perjuicios económicos y sobre la salud. El Gobierno calcula que desde 1980 le ha costado a cada español 1.000 euros, con un coste conjunto de 100 millones de euros, es decir, el 7,7% del PIB español. En las últimas cuatro décadas, la UE ha perdido 5.000 millones por inundaciones y 2.000 millones por incendios. En todo el mundo, las aseguradoras calculan que el coste fenómenos extremos como sequías o inundaciones se ha multiplicado por 10. En 2021 alcanzaron los 320.000 millones de dólares ( 291.500 millones de euros) y en 2022, 270.000 (246.000 millones de euros).

Los efectos del cambio climático sobre la salud tienen forma de contaminación atmosférica -responsable de siete millones de muertes al año- o de una mayor transmisión de enfermedades infecciosas. Un reciente informe de The Lancet dejó en evidencia que estos efectos perniciosos no son solo cosa de países en desarrollo y que Europa está a la cabeza de las regiones con más muertes por contaminación del aire y es donde más aumentan los fallecimientos por olas de calor. Advierte de un "futuro peligroso" para la salud si no se toman medidas contra el cambio climático.

Distintas prioridades

Ante este panorama, los países industrializados, entre los que se encuentra España, llegan a la COP28 insistiendo en que lo prioritario es reducir emisiones de CO2, mediante la expansión de energías renovables que vayan sustituyendo los combustibles fósiles. La UE, por ejemplo, apoya dar ya señales hacia el final de los combustibles fósiles pero en la cuestión clave de dejar de subsidiarlos se une a la postura -más realista- de que se pueda empezar por aquellos que emiten CO2 que no puede capturarse. 

Esta es una de las contradicciones -junto con la imposibilidad que mostró la UE hace unas semanas de dar una señal más allá y elevar el objetivo de reducción de emisiones de 55% a 57%- que abundarán en la COP28. La principal tiene que ver con hasta dónde llegar para luchar de forma efectiva contra el cambio climático sin que las economías nacionales, la mayoría de ellas todavía muy dependientes del petróleo, el gas o el carbón, se resientan y pierdan el tren del desarrollo ya alcanzado. Es el caso, por ejemplo, de países en pleno despegue como India o Indonesia.

También del lado de los países más vulnerables, los menos responsables pero los más afectados por el cambio climático. A ojos de la UE, están perdiendo de vista las acciones para mitigarlo por centrarse en reclamar que los más contaminantes e industrializados -el G20- garanticen fondos suficientes para adaptarse a convivir con sequías o el crecimiento del nivel del mar y para ser auxiliados en caso de catástrofes naturales.  "Los países africanos o insulares y vulnerables se ocuparon tanto por conseguir suficientes recursos que se olvidaron de que no basta. Si no atacamos el problema, reducir emisiones, los daños y pérdidas se seguirán disparando", afirmó Ribera. La UE se adhiere a la Agencia Internacional de la Energía al pedir un acuerdo en la COP28 para triplicar la instalación de renovables en todo el mundo, duplicar la eficiencia energética y mantener 'vivo' el objetivo de 1,5º. A este objetivo se han sumado ya más de 60 países, también los africanos.

G20, G77, China, Estados Unidos...

En la COP28 se darán cita grupos de países como los más industrializados como el G-20, el de islas a punto de ser engullidas por el mar, un grupo de países que claman por "más ambición" entre los que se encuentra España, o el G-77 el numeroso y cada vez más poderoso grupo de países en desarrollo y, dentro de él, las naciones africanas, con una influencia cada vez mayor. Formando parte de alguno de ellos pero en ocasiones más bien como satélites, están Estados Unidos, potencia renovable pero especialista en ponerse de perfil en mitigación para no perjudicar a su industria; China, potencia mundial que aun así se niega a contribuir para ayudar a los más vulnerables y que cree "poco realista" eliminar los combustibles fósiles; para los países productores, comprometerse a ponerles fin es un tiro en el pie. Entre ellos se encuentra el anfitrión, el emirato árabe de Dubái. 

"Como se consigue no avanzar es diciéndole a los países vulnerables que tienen que reducir emisiones y que estos digan que no lo harán hasta que no tengan financiación, o que decirle que no a los que quieren financiación hasta que no se comprometan a reducir sus emisiones", dice un activista con muchas COP negociadas a sus espaldas sobre las dificultades que entraña, una vez más, la Cumbre del Clima de Dubái. Como es habitual, la primera semana será para negociaciones técnicas de las delegaciones antes de que la segunda desembarquen de nuevo los ministros para intentar desbloquear y, en su caso, terminar de cerrar los acuerdos. También es una constante de las COP que las negociaciones se prolonguen varios días más de los previstos, en este caso, hasta el 12 de diciembre.

Compromisos para el éxito

Una de las organizaciones ecologistas más influyentes, Greenpeace, considera que para considerar que ha sido un "éxito" de la reunión debería salir un compromiso "sin concesiones" para la eliminación "justa y rápida" de los combustibles fósiles -es decir, con alternativas económicas para industrias y regiones que dependen de ellos- . Debería también quedar claro que el límite del aumento de temperatura es 1,5ºC -frente al máximo de 2ºC del Acuerdo de París- y el lanzamiento por fin de un nuevo Fondo de Pérdidas y Daños para que "los contaminadores paguen por la destrucción y el daño que han causado".

La sociedad civil, muy representada también las COP, en un pabellón específico al margen de los negociadores, también pide el objetivo de 1,5ºC y cree que un "resultado ambicioso" sería un compromiso para reducir un 15% la demanda de petróleo y gas para 2030 y un 65% para 2050. Sobre el fondo de Pérdidas y Daños, el éxito sería salir de Dubái con un acuerdo sobre su "operatibilidad" y contribuciones que como mínimo superaran los 150.000 millones de dólares.

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