Claves COP28: Países pobres exigen a los ricos doblar su promesa de 100.000 millones para vivir con sequías y olas de calor

La sequía es uno de los efectos del cambio climático que ya sufren muchos países, como Kenia, en la imagen.
La sequía es uno de los efectos del cambio climático que ya sufren muchos países, como Kenia, en la imagen.
EFE
La sequía es uno de los efectos del cambio climático que ya sufren muchos países, como Kenia, en la imagen.

El cambio climático ya está aquí y deja notar sus devastadores efectos sobre la vida de personas y las economías de todo el mundo, particularmente de los países más vulnerables. Las sequías acaban con la actividad agrícola y obligan a cambiar los cultivos y las temperaturas excesivamente altas llevan a la necesidad de plantar más árboles o acondicionar viviendas para poder vivir entre olas de calor cada vez más frecuentes, virulentas y ubicuas. Los peores parados son los países con menos recursos económicos para afrontar todos estos cambios, que en la COP28 que empieza esta semana en Dubai esperan un verdadero compromiso de los países ricos, no solo para cumplir la promesa que hicieron en 2020 de contribuir con 100.000 millones de dólares (92.283 millones de euros) al año para ayudarles, sino doblar esta cantidad, ante la evidencia de que los estragos del calentamiento global la hacen ya insuficiente.

La "adaptación" al cambio climático en los países más vulnerables es uno de los tres principales puntos de la agenda de la COP28. Los otros dos son la "mitigación", es decir, la lucha directa contra el calentamiento de la atmósfera y por reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y las "pérdidas y daños", la reclamación que hacen los países más vulnerables para que los más industrializados se hagan cargo de socorrerles financieramente por los estragos del cambio climático en el que ellos menos responsabilidad tienen y al que, a su vez, más han contribuido los países ricos.

Incluso aunque no fueran a más y sin convertirse en catástrofes naturales sobrevenidas, el calentamiento global ya provoca cambios en todas las regiones del mundo, por ejemplo desertificando territorios que tienen que encontrar nuevas maneras de producir o haciendo invivibles debido a las olas de calor regiones a menos que se pongan condiciones para que sigan siendo habitables. La diferencia de que unos -los industrializados- tienen recursos para adaptarse a esta nueva realidad, acondicionar viviendas o colegios ante olas de calor, por ejemplo, y otros no. 

Según un reciente informe de The Lancet, África, Oceanía y América del Sur son las regiones donde más ha aumentado la proporción de tierra afectada por al menos un mes de sequía extrema y el continente africano es donde se registran las mayores pérdidas de PIB por absentismo laboral debido a las altas temperaturas. "Nos enfrentamos a una crisis tras otra. Las personas que viven en países de menos recursos sufren mayores repercusiones sanitarias, pero les resulta más difícil acceder a los recursos financieros y técnicos para adaptarse a las tormentas devastadoras, el aumento del nivel del mar y las sequías que arruinan cultivos, que empeoran a causa del calentamiento global", exponía en ese mismo informe la doctora Georgiana Gordon-Strachan, directora del centro regional para los pequeños estados insulares en Lancet Countdown.

100.000 millones no desembolsados ni suficientes

Para ayudar a los que no pueden adaptarse a la sequía o al calor extremo, los países agrupados en el G-20 -Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea, República de Corea y Rusia, la UE y, desde este año, la Unión Africana- se comprometieron en 2020 a crear el llamado Fondo de Adaptación, al que contribuirían con 100.000 millones de dólares al año, para mitigar el cambio climático y adaptarse a él. 

Han pasado 23 años desde aquello y no se ha llegado a esa cifra. El año pasado, el los compromisos financieros eran de 83.000 millones, aunque tampoco está claro. Organizaciones como Intermon Oxfam hablan solo de 23.000 millones y otras como Greenpeace, de confusión en torno a las cantidades porque cada gobierno las consigna de una forma o para unos fines. Por ejemplo, España canaliza sus aportaciones por medio de Ayuda Oficial al Desarrollo, de fondos verdes para el clima o en ayuda bilateral. 

Por otra parte, la realidad va por delante y los cálculos del coste de la adaptación al cambio climático dicen que ya no son suficientes 100.000 millones al año, dentro también de la "batalla" entre países industrializados y vulnerables sobre si estos fondos deben ser subvenciones o créditos que deberían devolver.

La expectativa de los países vulnerables, de activistas y de ongs de cara a la COP28 es que finalmente se pueda alcanzar la cifra pactada en 2020 de 100.000 millones al año y también que se asienten las bases para duplicar la cantidad en los próximos años y que las negociaciones que ya han empezado en favor de un nuevo instrumento que se está negociando, el New Collective Quantified Goal (Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificable, NCQG) den como resultado que la COP de 2024 acuerde un nuevo montante para el fondo de adaptación a partir de 2025. 

El año pasado, la COP de Egipto dejó por escrito en sus conclusiones que debería "duplicar" el de 100.000 millones y organizaciones como Greenpeace quieren que se vincule también a objetivos de mitigación, de modo que se deje claro que los países beneficiarios no pueden utilizar este dinero para invertir o emplear combustibles fósiles. 

De momento y a la espera de ver cómo de posible es fijar una nueva colecta a partir de 2025 que deberían sufragar los países industrializados, la semana pasada la Comisión Europea y la Presidencia de la COP28 -personificada en el sultán Al Jaber enfatizaron en un comunicado conjunto la necesidad de que esta Cumbre del Clima haga un "progreso significativo" en adaptación para "construir resiliencia y reducir vulnerabilidad".

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