Claves de la COP28: Más renovables y un pacto hacia el fin de subsidios a gas y petróleo para frenar el calentamiento en 1,5ºC

  • La Cumbre del Clima de Dubái hace la primera revisión de los Acuerdos de París con avisos de incumplimiento.
  • La UE quiere compromisos para triplicar el despliegue de renovables y duplicar la eficiencia energética.
  • Las ayudas a los combustibles fósiles, el gran escollo y contradicción que afecta tanto a países ricos y pobres.
Emisiones de CO2 de centrales eléctricas.
El calentamiento ya es de 1,1ºC, a cuatro décimas del límite de 1,5ºC pactado en 2015 en París.
Sebastian Carrasco / EP
Emisiones de CO2 de centrales eléctricas.

La Cumbre del Clima, COP28, que empieza este jueves en Dubái será la primera vez en que los países evaluarán su grado de cumplimiento de los Acuerdos de París de 2015 y particularmente el objetivo a que se comprometieron entonces para que el calentamiento global no supere 1,5ºC con respecto a niveles preindustriales. Los informes de expertos climáticos que preceden a la reunión coinciden en que, al ritmo actual de emisiones de CO2, esto no se conseguirá, que el calentamiento ya está en 1,1% y que si no se hace nada llegaremos a 2100 con una temperatura superior a los 2,4ºC. Para evitarlo, la reunión de Dubái debatirá dos puntos clave: multiplicar por todo el mundo las energías renovables y la espinosa cuestión  eliminar los subsidios a los combustibles fósiles como paso previo a dejar de utilizarlos. Se trata de un pacto improbable que, como mucho, podría quedarse en una descafeinada versión que solo afectaría a las emisiones de CO2 que no puedan capturarse.

La "mitigación" del cambio climático, es decir, la lucha directa contra el calentamiento de la atmósfera y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, es uno de los tres principales puntos de la agenda de la COP28. Los otros dos son la "adaptación" al cambio climático de los países con menos recursos económicos y las "pérdidas y daños", la reclamación que hacen los países más vulnerables para que los más industrializados se hagan cargo de socorrerles financieramente por los estragos del cambio climático en el que ellos menos responsabilidad tienen y al que, a su vez, más han contribuido los países ricos. 

El abismo tras el 1,5ºC

Por lo que respecta a la "mitigación", el consenso científico indica que a este ritmo y sin tomar más medidas el calentamiento global superará el umbral de 1,5ºC con respecto del siglo XIX, a partir del cual las consecuencias serán devastadoras y no será posible volver atrás. 

Con un calentamiento global que ya es superior a 1,1ºC, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) o un reciente estudio de The Lancet sobre la relación entre cambio climático y salud ya evidencian efectos perniciosos como cada vez más y más intensas olas de calor, sequías y otros fenómenos adversos como inundaciones, que provocan cada vez más muertos por altas temperaturas -en todas las regiones, también Europa que hasta ahora parecía indemne-, más riesgo de hambrunas o la expansión de virus y enfermedades mortales por todo el mundo. 

Ante este panorama, los 197 países que forman la Conferencia de las Partes (COP) tienen ante sí la búsqueda en Dubái de sendos compromisos en dos vectores que tiran hacia lados opuestos. Por una parte, para impulsar la expansión de energías renovables como la fotovoltaica y la eólica, de modo que con el tiempo sean capaces de hacer la transición energética completa y sustituir a los combustibles fósiles en la generación de electricidad o como energía capaz de hacer funcionar industrias, hogares y medios de transporte. Ese sería el final de un largo camino que en esta COP28 se verá si puede empezarse a recorrer mediante un difícil e improbable acuerdo para empezar por retirar las subvenciones que todos los países siguen dando al petróleo, al carbón o al gas, de manera directa o indirecta.

La reunión también debería ser la cita a la que todos llegaran con sus planes nacionales de reducción de emisiones revisados, como el nuevo Plan del Clima en el caso de España y otros tantos planes nacionales que los países de la UE tienen que presentar a la Comisión Europea. El Acuerdo de París obliga a todos los países a hacer lo mismo, ante la ONU. 

Calentamiento récord

Ya el año pasado, los expertos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático afirmaron que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 45% de aquí a 2030 para limitar el calentamiento global al 1,5ºC. Para intentar cumplirlo, la AIE y grupos regionales como la UE o el grupo africano llegan a Dubái dispuestos a lograr un compromiso para aumentar el despliegue de renovables, tanto en países industrializados como en vías de desarrollo, aunque todos con sus propios conflictos más o menos internos.

La posición de la UE -representada en parte por la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, como presidencia semestral de sus consejos de Energía y Medio Ambiente- se adhiere a la reclamación d la Agencia Internacional de la Energía de triplicar para 2030 la potencia instalada de energías renovables y duplicar la eficiencia energética. Tal y como adelantó hace unos días, la Comisión anunciará en la COP28 una contribución financiera para fomentar estos dos aspectos. 

La semana pasada, Estados Unidos y China consiguieron encapsular esta cuestión en las tensas relaciones que mantienen en casi todo lo demás y acordaron aumentar la energía eólica, solar y otras energías renovables, con el objetivo de desplazar a los combustibles fósiles. Los activistas más optimistas ven este acuerdo al menos una señal de que es posible algo que pide la IEA de cara a esta COP28, que los países dejen de lado conflictos como el de Ucrania o el de Israel con Hamás, para acordar en contra del cambio climático, que también podría arrastrar de algún modo a países productores como Rusia o Arabia Saudí.

También apoya un mayor despliegue renovable un importante y cada vez más influyente grupo de países africanos -con Kenia o Mozambique a la cabeza, por ejemplo-, aunque todos tienen sus propias contradicciones. Muchos países vulnerables advierten además sobre la contradicción de querer cambiar su sistema energético cuando hay millones de personas que, por ejemplo en África, todavía no tienen acceso a electricidad.

Antes de la reunión, tanto Ribera como el comisario de Agenda Climática, Wopke Hoelkstra, han advertido de que no es posible aplazar la discusión sobre "mitigación", en favor de las discusiones que prefieren los países más vulnerables para contar con más recursos económicos para afrontar el cambio climático porque lo contrario será una rueda imparable en la que cada vez serán necesarias mayores cantidades si no se frena el  calentamiento global. "No nos engañemos, la COP28 no será un éxito sin una ambiciosa decisión en mitigación. Con menos mitigación, más pérdidas y daños. Cuanto más reduzcamos los gases de efecto invernadero, más asumibles serán los impactos de las pérdidas y daños" dijo Ribera hace unas semanas en una reunión preparatoria de la Cumbre del Clima en Abu Dabi.

Sin embargo, la oposición de Polonia, Hungría e Italia impidió hace un mes que el  bloque europeo elevara, siquiera simbólicamente, sus objetivos de reducción de CO2 de cara a esta nueva Cumbre del Clima, del 55% en 2030 tal y como figura en sus leyes al 57%, una cifra que tanto la Comisión como la Presidencia española defienden que ya se ha alcanzado con las medidas que ya se han puesto en marcha, para no dar lugar a eventuales nuevas obligaciones legales.

Por su parte, los países más determinados a aprovechar sus recursos naturales como el sol, el viento o el agua para generar energía renovable llegan también con la mala experiencia de que en muchas ocasiones grandes proyectos renovables en su territorio no producen beneficios más que a las multinacionales que los promueven y nada en la población.

Subvenciones a combustibles fósiles

Con todo, la verdadera madre del cordero en cuanto a mitigación del cambio climático será alcanzar un compromiso, por leve que sea, para empezar a ver el fin de los combustibles fósiles, cuyo uso la Agencia Internacional de la Energía quiere ver declinar antes de que termine esta década. Los activistas ya lo intentaron sin éxito en la COP27 del año pasado en Egipto y de cara a la reunión de Dubái organizaciones como Greenpeace exigen que en la COP28 los países "deben liberarnos de los combustibles fósiles" y "poner fin a la expansión del carbón, el petróleo y el gas". 

En este capítulo, como en casi cualquiera que tiene que ver con la lucha contra el cambio climático, las posturas están enfrentadas entre los países industrializados, responsables de la mayor parte de las emisiones y con más renovables, y los más vulnerables, que reclaman a los primeros un esfuerzo muy por encima al suyo. 

"Es importante para nosotros dejar de alimentar a la bestia", decía hace unos días el presidente de la Alianza de Estados de Pequeñas Islas, el embajador de Samoa Pa’olelei Luteru, pidiendo dejar de incentivar a la industria de combustibles fósiles y un esfuerzo más intenso a los países del G-20 en la reducción de emisiones, como países responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las expectativas que arrojan los planes reales de los principales países productores de carbón, petróleo y gas dibujan un escenario muy alejado de contener el aumento de temperatura en 1,5ºC o incluso en 2ºC ni del abandono ideal de los combustibles fósiles. Según un reciente informe del Programa de la ONU sobre Medio Ambiente  (PUNMA), las emisiones previstas en los próximos años con estos combustibles fósiles serán "más del doble" de como deberían ser, un 110% más de lo que sería coherente con limitar el calentamiento global en 1,5ºC desde niveles preindustriales y 69% si el umbral se sitúa en 2ºC. De manera puntual, la semana pasada la temperatura media superó por primera vez el umbral de 2ºC con respecto al año 1900.

El final progresivo del uso del carbón, el gas o del petróleo sería el modo más efectivo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de las que son los grandes contribuidores. Como paso previo, desde hace años se plantea al menos que los países dejen de subvencionarlos, bien mediante ayudas a los carburantes o apoyo indirecto para compensar a sus industrias por los derechos de emisiones de CO2 que se ven obligadas a comprar en el sistema de comercio de emisiones para poder aumentar su cuota asignada. De momento, sin embargo, la realidad apunta a todo lo contrario. Un estudio del Fondo Monetario Internacional afirma que los subsidios a los combustibles fósiles se dispararon el año pasado hasta una cifra récord de 7.000 millones de dólares en ayudas de los gobiernos  a consumidores y empresas para hacer frente a la crisis energética. 

Del final progresivo del uso del carbón, del gas o del petróleo es algo de lo que no quieren oír hablar los países productores -uno de ellos, Emiratos Árabes Unidos, organiza la COP28-, ni las influyentes compañías energéticas pero tampoco muchos países en desarrollo, que todavía no podrían suplirlas con renovables. La UE, una región comprometida con el cambio climático, también subsidia a estos sectores. 

En el plano nacional, los expertos estiman que España no tendría problemas para fijar una fecha de salida al carbón, prácticamente simbólico ya en su mix energético y el Gobierno español es uno de los 15 que la semana pasada firmaron una declaración conjunta -también el sultán de Dubái, presidente de la COP28- a favor de que esta Cumbre del Clima llegue a un compromiso hacia el final del uso del carbón, con una estrategia de ayuda a regiones y trabajadores de este sector. 

Según los activistas, el final del carbón es quizá el único plazo que podría fijarse en la COP28, siempre que se venzan las reticencias de países que para quienes está entre sus primeras materias primas, como Indonesia, India, China o, sin ir más lejos, dentro de la UE Polonia y Alemania, que no obstante también ha firmado la declaración. Estados Unidos, por su parte, suele tener un perfil bajo público en estos debates, mientras potencia su industria de renovables pero defiende poder seguir usando combustibles fósiles.

Emisiones no capturadas 

Por lo que respecta al gas y al petróleo y a pesar de las reclamaciones de la sociedad civil y de las organizaciones ecologistas, lo que puede esperarse como mucho es que esta vez sí pueda incluir en  conclusiones que hay que ir abandonándolos. Sería un mensaje político que, aun sin fechas ni más concreción, ya lanzaría una señal a inversores, compañías de seguros o industrias como la del automóvil de hacia dónde se encamina la voluntad política.

En medio de toda esta maraña y para facilitar un compromiso que, a ojos de Greenpeace sería descafeinado e ineficiente, un nuevo término que cobra cada vez más fuerza y que seguramente estará a la orden del día en esta Cumbre del Clima. Es el concepto "unabated", tan nuevo que incluso de momento tiene una difícil traducción al español, que se refiere a aquellas emisiones de CO2 que, una vez liberadas a la atmósfera no pueden capturarse por medio de medios naturales como los árboles o de tecnologías que todavía están en experimentación.

Este término ha surgido con fuerza por boca de los países productores y opuestos a poner coto a los combustibles fósiles pero también ha sido asumido por la UE, que en su posición común de cara a la COP28 hace un mes planteó que la lucha contra el cambio climático "exigirá la eliminación progresiva de los combustibles fósiles sin medidas de mitigación". También, la eliminación progresiva de aquellas subvenciones a los combustibles fósiles que no atiendan a la pobreza energética ni promuevan una transición justa

Frente a esta distinción entre emisiones de CO2 potencialmente permitidas y otras que no lo serán, la Convención Marco del Cambio Climático de la ONU hace un seguimiento del desarrollo de tecnologías que mejor podrían capturar estas emisiones y de momento ha llegado a la conclusión de que no han sido eficaces. Las que más, dice Greenpeace, son aquellas que vuelven a utilizar estas capturas para extraer más petróleo y gas de los yacimientos, provocando un efecto contrario al deseado.

En su informe de hace unas semanas, el PUNMA hablaba "incertidumbre técnica" con respecto a la captura de emisiones y resumía que "alrededor del 80% de los proyectos piloto en los últimos 30 años han fracasado", además de identificar "crecientes preocupaciones" por los "potenciales impactos negativos" sobre la biodiversidad, la seguridad alimentaria y los derechos de los pueblos indígenas en tierras donde se ponen en práctica estos proyectos.

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