Urracas, cuervos, arrendajos... Los córvidos de España: el ejército alado de los cielos

  • SEO/BirdLife recoge en sus publicaciones catorce especies de córvidos en España, donde nueve son habituales.
Gráfico con las nueve especies habituales en España.
Gráfico con las nueve especies de córvidos habituales en España.
20minutos
Gráfico con las nueve especies habituales en España.

Desde Hugin y Munin, los dos cuervos de la mitología nórdica que viajaban por el mundo recogiendo noticias e información para el dios Odín, pasando por el mito romano donde las urracas se asociaban a la magia y a la fortuna, el popular poema El Cuervo de Edgar Allan Poe, la desasosegante película Los pájaros de Alfred Hitchcock o hasta los tótems de las prácticas religiosas de las poblaciones indígenas de América, los córvidos han sido referencias frecuentes en las culturas y la historia humana. En el folclore, han representado auspicios y profecías, el inicio del mundo, la mentira y también la buena fortuna. La visión de los córvidos según las diferentes culturas es muy amplia y se les asumen una gran variedad de simbolismos.

David Morales es el presidente de la Asociación de Vuelo Libre La Tercia, en Murcia, dispone de la autorización de núcleo zoológico y es criador de córvidos en cautividad. En esta organización realizan charlas educativas, se dedican a la recuperación de aves y tienen programas de terapia con córvidos y personas con discapacidad. El cuervo grande (Corvus corax), anteriormente conocido como común, es la especie más representativa que se demanda para tener en cautividad, seguida de la urraca (Pica pica). En España, se pueden tener en cautividad todas las especies de córvidos presentes en nuestro territorio o cualquiera de las casi 130 especies del mundo que componen la familia Corvidae. “No son animales para cualquiera”, aclara David, quien ha recibido cesiones por parte de particulares de córvidos con graves problemas de conducta, miedos y estereotipias, debido a una estimulación y enriquecimiento ambiental muy pobre y por tratarles como si fueran niños pequeños, la famosa antropormofización hacia especies animales no humanas que les hace más mal que bien. “Es un animal y debe ser tratado como tal, a medida de su etología y necesidades”, nos recalca, “si no se les proporciona un ambiente adecuado, se pueden volver posesivos y territoriales y esto convertirse en un problema muy serio en la convivencia”.

Los córvidos, al margen de su país de procedencia, no necesitan licencia CITES para tenerlos en cautividad, el documento que permite el comercio y posesión de determinadas especies, pero sí es obligatorio que dispongan de un elemento de identificación, bien sea a través de una anilla homologada o un microchip, y un certificado validado por un veterinario de que proceden de la cría en cautividad asociada a un núcleo zoológico, la autorización zoosanitaria que regula los centros de cría de animales. Los precios pueden oscilar desde los 180€ por una urraca común, a los 25.000 euros por una pareja de cuervos picogordos (Corvus crassirostris), endémicos del este de África.

Un cuervo grande en pleno vuelo.
Un cuervo grande en pleno vuelo.
Wolfgang Heubeck, Pixabay.

Cabe recordar que es ilegal retener o capturar especies procedentes del hábitat natural tal como recoge la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. El contenido de la Directiva 79/409/CEE del Consejo de la Unión Europea hace especial hincapié en la conservación de las aves silvestres y en el Artículo 5 especifica la prohibición de:

a) matarlas o capturarlas de forma intencionada, sea cual fuera el método empleado;

b) destruir o dañar de forma intencionada sus nidos y sus huevos y quitar sus nidos;

c) recoger sus huevos en la naturaleza y retenerlos, aun estando vacíos;

d) perturbarlos de forma intencionada, en particular durante el período de reproducción y de crianza, en la medida que la perturbación tuviera un efecto significativo en cuanto a los objetivos de la presente Directiva;

e) retener aves de especies cuya caza y captura no estén permitidas.

Especies presentes en España y su situación actual

Urracas comunes, cuervos grandes, grajillas occidentales, arrendajos euroasiáticos, rabilargos ibéricos, chovas piquirrojas y piquigualdas, grajas y cornejas negras son las nueve especies de aves de la familia Corvidae que están presentes de forma habitual en nuestro país. Otras especies de córvidos, como el cascanueces común, el cuervo desertícola, la urraca magrebí (cuyas observaciones se reducen a Ceuta) o la corneja cenicienta, se consideran aves divagantes en España, que muestran apariciones esporádicas y en general con carácter accidental. También el cuervo pío, originario del África subsahariano, cuyas observaciones en las islas Canarias son dudosas y se baraja que hayan llegado en barcos, por lo que su presencia se estima, con prudencia, como no natural.

Un cuervo pío, especie que ha podido observarse en las islas Canarias.
Un cuervo pío, especie que ha podido observarse en las islas Canarias.
ImsoGabriel, Pixabay.

Recientemente, SEO/BirdLife ha publicado la lista de Aves Exóticas e Introducidas en España, donde se recogen diez especies de córvidos. Cuatro de ellas son autóctonas y reproductoras en parte del territorio español pero han sido introducidas en otras regiones donde no eran habituales. El resto de especies de este listado son declaradas exóticas, como la chara moñuda o el cuervo indio, entre otras, y cuyos avistamientos en libertad pueden ser procedentes de escapes en cautividad.

Por otro lado, en la Lista de las Aves de España de 2022, que no tiene nada que ver con la anterior y publicada también por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) se citan catorce especies de córvidos con registros en España, donde nueve de ellas son frecuentes y el resto se consideran rarezas o divagantes.

Esta familia de aves paseriformes están distribuidas prácticamente por todo el mundo, exceptuando los cascos polares y el extremo sur de Sudamérica. Habitan entornos salvajes y antrópicos o ambientes humanizados con igual dominio, y algunas de ellas, como las urracas comunes, se han vuelto parte de la fauna urbana de casi todas las ciudades, exceptuando Canarias, Ceuta y Melilla, y con escasa presencia en Baleares y en algunas zonas del sur de Andalucía. Un golpe de color en blanco y negro tan frecuente entre nosotros que a estas alturas apenas las prestamos atención y desconocemos mucho de su naturaleza, como que son monógamas y que ambos individuos, macho y hembra, construyen juntos el nido y se encargan de la crianza de su progenie.

Bandada de urracas comunes con su característico color en blanco y negro.
Bandada de urracas comunes con su característico color en blanco y negro.
Álvaro Díaz. Cedida.

Para conocer la situación actual de los córvidos, distribución y programas de conservación en España, hemos hablado con Álvaro Díaz Pastor, licenciado en Ciencias Ambientales y guía ornitológico y de la naturaleza: “España está en los primeros puestos entre los países europeos con mayor riqueza de córvidos reproductores. Si miramos al resto del mundo, vemos que la riqueza de especies de córvidos de España es mayor que la de cualquier país de África, Centroamérica, Sudamérica o incluso en toda Australia, pero se ve ampliamente superada por algunos países de Norteamérica como Estados Unidos y México u otros países de Asia como India, Pakistán o China”.

Abunda en nuestro país el cuervo grande, con una población de unos 160.000 ejemplares, aunque en la actualidad está pasando por un declive moderado generalizado: “habita gran parte de la península, todas las islas de Baleares y Canarias y Ceuta (falta en Melilla). En Canarias habita un cuervo algo diferente, el cuervo canario, que para algunos autores es una subespecie endémica del archipiélago (C. c. canariensis) y para otros es el mismo cuervo que habita gran parte del norte de África (C. c. tingitanus)”. Otras especies, como la graja, y tal como nos relata Álvaro, era una especie invernante a principios del siglo XX donde se observaban bandos con varios miles de aves, pero al llegar el siglo XXI, estos bandos se redujeron hasta no llegar al centenar de individuos. La corneja cenicienta, una rareza en nuestros cielos, disponía de menos de veinte registros homologados en España hasta 2017, cuando una pareja comenzó a criar en Barcelona, “actualmente se estiman menos de 30 aves en este núcleo, que incluye dos parejas reproductoras habituales”, aclara el guía ornitológico.

De nuestras especies, entre fijas y divagantes, tres córvidos son cinegéticos, es decir, su caza está permitida. Son la corneja negra, la urraca común y la grajilla occidental, esta última, en peligro de extinción en España, “hace años era abundante en gran parte de su área de distribución mundial pero en las últimas décadas ha sufrido una importante disminución en la mayoría de los países europeos. Por ejemplo en Malta antes era común y ahora está extinta debido a su persecución”. Otras especies como las chovas piquirrojas y piquigualdas y el rabilargo están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y por lo tanto, cuentan con un mayor amparo institucional.

Rabilargo ibérico, un córvido bajo protección especial.
Rabilargo ibérico, un córvido bajo protección especial.
Víctor Ortega. Cedida.

Los conflictos entre seres humanos y córvidos se pierde en el tiempo y a menudo se les acusa de suponer un gran riesgo para la agricultura, la ganadería y la actividad de la caza. “Hoy día si nuestros córvidos producen daños, estos son más puntuales y locales”, matiza Álvaro, “veamos el paradigma de la graja, otra especie en peligro de extinción en España. Según la monografía sobre la especie de García Fernández para SEO/BirdLife y el entonces Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, una encuesta de 2006 constató que más de la mitad de los encuestados la consideraban dañina para la agricultura y la caza. Los daños en cultivos son señalados para pedir su control o erradicación. En esta línea, los métodos para evitar la presencia de grajas y matar ejemplares son numerosos y no solo del pasado: espantapájaros, petardos, materiales reflectantes, cañones, expolio de nidos, tala de árboles donde se instalan las colonias, lazos, disparos sobre pollos y adultos e incluso veneno (se citan la “cuervina” o “grajina”, probablemente nombres locales de la estricnina). Contrariamente, se les concede una labor beneficiosa para los cultivos porque controlan las poblaciones de algunas especies perjudiciales para la agricultura”. En situación similar está la grajilla, acusada durante décadas de realizar daños en agricultura y y sobre las especies cinegéticas. “Y no podemos olvidarnos de la urraca”, aporta el ambientólogo, “el córvido más perseguido en la actualidad, tanto legal como ilegalmente, por los daños que se le achacan sobre las especies de caza menor como la perdiz. Disparos, jaulas trampa e incluso veneno están detrás de la muerte de miles de ellas”. Álvaro arroja el dato de que, a nivel estatal, y durante el periodo de 2011 a 2016, se han matado entre 400.000 y 475.000 córvidos, la mayoría de ellos urracas, tal como recoge el Anuario de Estadística Forestal que hace público el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y el cómputo publicado en el Libro Rojo elaborado por SEO/BirdLife. En general, tenemos un censo bien documentado de las especies de esta familia de aves en España gracias a programas de seguimiento realizados por SEO/BirdLife que, cabe recordar, es una organización no gubernamental de utilidad pública.

En cuanto a hábitos alimenticios y la principal razón tras su persecución y mala fama, Álvaro Díaz nos expone que son especies más oportunistas que depredadoras, con una dieta muy amplia y variada que va desde vegetales e insectos y otros artrópodos hasta anfibios, pequeños roedores, otras aves o peces. “En numerosas ocasiones se comportan esencialmente como carroñeras, tanto de pequeñas animales como de grandes mamíferos, y además no solo se alimentan de carne o depredan, algunos tienen una dieta basada esencialmente en vegetales, al menos durante buena parte del año. Merece la peña hablar aquí del arrendajo, cuyo nombre científico, Garrulus glandarius, no es por casualidad. Glandarius hace referencia a las bellotas, tanto de encinas como de robles”, desarrolla el experto. Los arrendajos son capaces de dispersar unas tres mil bellotas al mes, lo que da una idea de la importancia ecológica que tienen en la formación y recuperación de masas forestales y en la biodiversidad de los ecosistemas.

Inteligencia, resiliencia y adaptabilidad

Uno de los principales indicios que se utilizan en la cognición animal no humana para identificar o valorar el desarrollo neurológico es la prueba de la autoconsciencia, es decir, el reconocimiento de uno mismo. Para ello, suele utilizarse la llamada prueba o test del espejo, creada por Gordon Gallup Jr. En esta prueba se sitúa a los animales frente a un espejo y se les coloca alguna marca en el cuerpo. Se considera que pasan el autorreconocimiento si el animal descubre la marca en el reflejo y se la quita o se la toca, demostrando ser consciente de que el reflejo es de sí mismo y ha establecido la relación. En el caso de los córvidos y si pueden considerarse autoconscientes, hemos preguntado a Antonio J. Osuna Mascaró, doctor en biología e investigador en cognición comparada en el Goffin Lab del Messerli Research Institute, en Viena: “mi respuesta inmediata, para todo aquel que tenga prisa, es un sí rotundo. Aunque los estudios en los que los córvidos pasan el test del espejo son pocos y controvertidos, se puede ser autoconsciente y no ser capaz de superar la prueba del espejo. Los cascanueces, por ejemplo, responden a su reflejo de forma diferente si el espejo está sucio o limpio. Un espejo sucio podría ser algo más natural para ellos, más parecido al reflejo del agua, y algo con lo que podrían tener experiencia. Hay evidencias abrumadoras de que los córvidos son conscientes, y obviamente tienen en cuenta su posición en el espacio, en el tiempo e incluso su posición en las complejas interacciones sociales que viven”.

Un arrendajo, cuyo nombre científico hace referencia a las bellotas.
Un arrendajo, cuyo nombre científico hace referencia a las bellotas.
Tomasz Proszek. Pixabay.

Nuestra relación con los córvidos, además de antigua, es muy compleja, como nos vuelve a explicar Antonio, “hay algunas evidencias de que los cuervos podrían haber colaborado con humanos en el pasado. En Europa, los cazadores se dejaban guiar por los cuervos para encontrar presas de caza, los cuervos habrían adaptado un comportamiento que ya habían desarrollado previamente con los lobos (de esta forma los cuervos pueden alimentarse de lo que sobre). También hay quien cree que en Nueva Caledonia podrían guiar a la gente a aquellos lugares donde los humanos podrían ayudarles a destruir cortezas de árboles donde encontrar larvas; los humanos las usan como cebo de pesca, y para los cuervos son un manjar, pero destruir las cortezas de los árboles es más fácil para nosotros”. Los córvidos son animales con un amplio repertorio de sonidos y tienen una capacidad excepcional de aprendizaje para el habla, lo que da indicios de lo importante que son para ellos las relaciones sociales. Y si hablamos de relaciones sociales, es inevitable preguntarse cómo están estructuradas estas poblaciones y si han desarrollado una cultura rudimentaria. “Depende de cómo definamos la cultura. Para aquellos que estudiamos el comportamiento animal, la cultura es el resultado de la transmisión social de información. Esto acaba dando como resultado poblaciones que, pudiendo comportarse igual, desarrollan comportamientos diferentes. En este sentido, la cultura es increíblemente común en la naturaleza”, señala el doctor, tenemos evidencias de cultura en la fabricación de herramientas de los cuervos de Nueva Caledonia, allí los cuervos cortan y dan forma a hojas de una planta concreta para fabricar herramientas que usan para alimentarse”. En Internet abundan los vídeos donde se ha registrado el extraño comportamiento de córvidos, especialmente con cuervos americanos, donde parecen estar realizando un tipo de ritual funerario ante un individuo fallecido. Esta reacción por parte de las aves es un gran misterio para los investigadores en cognición animal que Antonio, también con un máster en neurociencias, nos amplía “aún tenemos mucho que aprender sobre ese comportamiento, y debemos tener cuidado a la hora de extraer conclusiones. Aunque son sensibles a aquellas situaciones en las que encuentran otras aves muertas, es cuando encuentran a un individuo de su propia especie cuando se da este comportamiento tan peculiar. Hay evidencias de que estos eventos podrían servirles para aprender qué situaciones, o qué individuos, evitar. Funcionarían como acontecimientos sociales, donde no habría una implicación emocional como la que nuestra intuición nos sugiere, y sí mucho análisis de qué es lo que ocurre en ese lugar”.

Los córvidos poseen una inteligencia pasmosa, y son equiparables a los grandes simios en habilidades cognitivas físicas y sociales, tal como recoge este estudio. También son capaces de engañar a sus congéneres, fingiendo esconder la comida en un lugar ante la presencia de otros, que en realidad depositarán en un sitio distinto y lejos de potenciales “competidores”, como recoge este otro. Tienen la capacidad de generar secuencias recursivas, algo que se consideraba una capacidad únicamente humana. Evalúan sobre la marcha el riesgo ante una situación de peligro y adaptan la estrategia más favorable para su huida. Muestran dotes innatas para el cálculo. Se consuelan entre sí y hay contagio emocional entre individuos. Las urracas y los cuervos tienen la habilidad de reconocernos por los rasgos de la cara y lo que es más interesante, hacer una discriminación dependiendo de si nuestro comportamiento es bueno o malo hacia ellos, aprendiendo a evitar a aquellas personas que han tenido actitudes violentas. También muestran una increíble destreza para el robo cooperativo de alimentos, y solo mencionamos unos pocos resultados entre los últimos estudios que revelan las capacidades cognitivas y talentos desarrollados en estas especies. En resumen, los córvidos conciben el mundo de una forma mucho más “humana” de lo que podíamos llegar a imaginar.

“En nuestra cultura los córvidos están asociados al terror, a la guerra y a la muerte. Esto nos ha llevado a mirarlos con malos ojos, y a un montón de supersticiones que deberíamos esforzarnos por eliminar. En Canarias, por ejemplo, tenemos una población maravillosa del cuervo y está al borde de la extinción. Son inteligentes y son preciosos, pero mucha gente continúa pensando que traen mala suerte”, recalca el investigador que actualmente trabaja con la cognición en cacatúas en la capital de Austria.

Dedicaba Arthur Rimbaud, el poeta francés del siglo XIX, un poema a los cuervos en 1873, y con estas líneas acabamos:

“haz que desciendan de los cielos

los deliciosos, los queridos cuervos.

Extraño ejército de severos gritos”.

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