Los psicólogos denuncian un empeoramiento de la salud mental en el entorno escolar desde la covid: "Los jóvenes eran una olla a presión"

Foto de archivo de un niño víctima de acoso escolar.
Foto de archivo de un niño decaído en el pasillo de un colegio.
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Foto de archivo de un niño víctima de acoso escolar.

Uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, según Unicef, España ocupa el primer puesto a nivel europeo en prevalencia de los problemas de bienestar emocional en la infancia y adolescencia. Esta es una de las conclusiones principales de las que el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, en colaboración con la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ha partido para realizar una investigación y evaluación de los programas de prevención e intervención en salud mental en los centros educativos de España, Reino Unido y EE UU.

Los resultados del proyecto Revisión y valoración de políticas de prevención e intervención en salud mental infanto-juvenil en centros educativos, que ha durado un año, se han presentado este lunes en una jornada, celebrada en la sede de la sede de la Universidad de Navarra en Madrid, en la que diferentes expertos han reflexionado sobre el papel del contexto educativo en la promoción del bienestar emocional y la prevención de dificultades de salud mental entre escolares. 

El coordinador del trabajo y de las ponencias, Martiño Rodríguez González, explica a 20minutos que desde la pandemia de covid-19 el empeoramiento de la salud mental en el entorno escolar es "generalizado". Sin embargo, "el sistema educativo de España estaba menos preparado para afrontar los problemas de salud mental de los escolares". El doctor en Psicología expone que España "estaba bastante bien en salud mental infanto-juvenil" por su clima social y su carácter gregario, "pero desde el covid todo eso desapareció y creo que aún no lo hemos recuperado del todo". Las restricciones de contacto social, para los adolescentes, en plena época de desarrollo de la identidad y de quedar con los amigos, supusieron vivir en una "olla a presión".

A estos factores añade que "no hay buena educación en la digitalización", en referencia a la preparación para el acceso a contenidos de las redes sociales o pornográficos, y que pecamos de "polarización en la supervisión", en el sentido de que se vigila mucho hasta una edad determinada a partir de la cual se da autonomía total. "Hace falta un espacio formativo intermedio", defiende. 

En este sentido, el Gobierno ha anunciado su intención de regular el uso de los smartphones en las escuelas y el acceso para menores a la pornografía. Sobre el uso de móviles en colegios e institutos, el vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España, José Antonio Luengo, encargado de inaugurar la jornada, ha defendido la medida, si bien ha recordado que "donde se generan dificultades a la hora de interpretar las vidas se desarrolla fuera de los tiempos lectivos", por lo que ha apostado por el tiempo de calidad en familia para crear equilibrios y vínculos entre padres e hijos.

Luengo ha expuesto los desafíos actuales en el bienestar emocional y la salud mental de niños y jóvenes en una emotiva ponencia en la que ha relatado cómo vivió la muerte de su padre cuando era un niño de diez años, una vivencia que ha recuperado para subrayar la importancia de la red social en experiencias traumáticas. El psicólogo ha recordado que el 70% de los trastornos mentales se inician en la etapa infanto-juvenil y ha defendido que los menores han de enfrentarse a situaciones complicadas para generar madurez y construir soluciones. Luengo ha considerado que es legítimo tener un sueño y pelear por ello, pero ha advertido de que la actual "hiperexigencia por cumplir sueños" está causando una "epidemia de insatisfacción".

Tras comparar los ámbitos educativos de España, Reino Unido y EE UU, el equipo dirigido por Martiño Rodríguez ha constatado que "en España existen numerosos proyectos de promoción del bienestar emocional y prevención de salud mental que no cuentan con ningún respaldo científico". El también terapeuta familiar pone un ejemplo: mientras que algunas comunidades autónomas han empezado en los últimos dos o tres años a incorporar la figura del coordinador de la salud mental en los centros, este puesto ya existe en Reino Unido desde hace diez años. En su opinión, esto se puede explicar porque el país anglosajón "ha tenido problemas de salud mental más graves y en mayor incidencia que en España desde hace más tiempo y cuando la covid llega, están más preparados, por lo que la disrupción es menor".

Los inspectores nos dicen que tenemos un problema muy grave en las aulas de salud mental, y que hay presupuestos para implementar programas, pero el problema es que no sabemos de qué tirar"

"Lo que hemos visto en España es que se le dice al profesorado que tiene que formar en competencias emocionales, pero luego no se le ayuda a saber cómo lo puede hacer. Hemos visto que en España hay muchos intentos de programas que luego se quedan a medias por un cambio de ley, de Gobierno... Esto es así desde hace dos décadas, da igual el signo político. En cambio, en otros países hemos visto que entidades privadas y públicas colaboran en planes para varios años que entienden como una inversión social que redundará en el beneficio de todos y generan proyectos con validez científica y con estructura de formación para los docentes, y con seguimiento en su puesta en práctica", continúa Martiño Rodríguez, que lamenta que en los presupuestos estatales y autonómicos no se ha plasmado la modificación de la ley educativa para incluir aspectos de salud mental. 

Proyectos destacados

Aun así, los investigadores también han hallado "algunas luces": iniciativas como la de la Fundación Botín, que lleva muchos años ofreciendo a los colegios un programa de formación socioemocional mediante un concurso público abierto, o el de la Fundación Alicia Koplowitz, centrada en la salud mental infanto-juvenil, que se desarrolla en la Comunidad de Madrid y mediante el cual se beca a psicólogos y psiquiatras para formarse en el extranjero. Este año, además, han saltado al ámbito educativo junto con el Hospital Gregorio Marañón para adaptar y validar el programa respaldado ya por muchos años de evidencia científica The Incredible Years. La Xunta de Galicia decidió hace un año validar en el contexto escolar el programa YAM, que es uno de los dos o tres programas con más evidencia del mundo en la prevención del suicidio, según el investigador.

Para implementar estos programas de éxito en España, Rodríguez explica que una vez una entidad con capacidad para ello ha traducido y validado los materiales, los centros tendrían que pagar una tasa que no es elevada. "Lo más caro es la formación del profesorado, pero que no suele ser muy alta. Los inspectores consultados nos dicen que tenemos un problema muy grave en las aulas de salud mental, y que hay presupuestos para implementar programas, pero el problema es que no sabemos de qué tirar", releva a este periódico.

Las recomendaciones del trabajo establecen las que los especialistas consideran que son las claves para la educación emocional en los centros escolares: formación de los docentes, integración en el currículum de aprendizaje socioemocional de forma explícita y frecuente (tanto en tutorías como en la enseñanza diaria), emplear programas que ha demostrado su eficacia adaptados al contexto de cada centro antes que diseñar nuevas propuestas, la participación de toda la comunidad educativa y comenzar con la educación emocional desde edades tempranas

Cinco preguntas a Martiño Rodríguez: "Tenemos que ser creativos en no dar un acceso ilimitado a internet a nuestros hijos"

Martiño Rodríguez -González, doctor en Psicología del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.

Martiño Rodríguez González

  • Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra.
Martiño Rodríguez González es doctor en psicología, así como psicólogo con habilitación sanitaria y terapeuta familiar acreditado. Realiza su labor investigadora en el Instituto Cultura y Sociedad (ICS), centro de investigación en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Navarra, de donde también es profesor en la Facultad de Educaicón y Psicología. Experto en terapia de pareja, su investigación se centra en terapia focalizada en las emociones. Coordinador del proyecto 'Revisión y valoración de políticas de prevención e intervención en salud mental infanto-juvenil en centros educativos' presentado este lunes en la Universidad de Navarra.

¿Qué opina de regular el uso de móviles en los colegios?El móvil es un acceso a internet. Si necesitamos llamar a nuestro hijo porque se ha perdido, hay móviles sin internet. Tenemos que ser creativos en no dar un acceso ilimitado a internet a nuestros hijos. No se nos ocurre dejar a nuestro hijo de 10 años solo en medio de una gran ciudad y decirle 'ya llegarás a casa', pero sí que estamos haciendo eso en el acceso a internet. Creo que en este sentido hay consenso social, pero el debate es cómo hacerlo. Hay que desarrollar herramientas, los gobiernos pueden promover elementos de control, pero al final la familia es la clave. Es imposible ponerle puertas al campo y, por ejemplo, nuestro hijo con sistema de control de acceso a determinados contenidos puede llegar al colegio y verlos en el teléfono de un compañero con móvil sin control. Hay que regularlo, pero hay que implementar medidas tanto de urgencia como más educativas y formativas para mejorar la educación digital en España.

¿Qué estrategias pueden seguir las familias en aras de una buena salud mental entre sus miembros?Una estrategia clave es recuperar la red, el gregarismo, la solidaridad entre las familias. Un elemento negativo para todos es el aislamiento y el individualismo. Cuando estamos en contacto con otras familias descubrimos que hay formas diferentes de afrontar los problemas, somos capaces de relativizar, de aprender cosas nuevas, tomar distancia... A veces, a través de las conversaciones, percibimos cosas que estando solos no conseguimos ver. Otra idea es intentar blindar un espacio de calidad de encuentro familiar, y ahí hay que ser creativos porque los trabajos nos los dificultan, pero es imposible que mi hijo me cuente lo que le pasa si no hay un espacio en el que percibe que estoy realmente presente, también sin el móvil.

¿Qué señales ha de vigilar la familia para controlar la salud mental de los menores de la casa?Normalmente, los cambios bruscos en algo que normalmente sucede de una forma y de repente empieza a cambiar son señales de que algo está pasando, que a veces no es nada malo, sino simplemente un cambio evolutivo. El problema, no obstante, no es no ver las señales sino no prestar atención. Si yo no estoy presente y no presto atención, no veré las señales. Como cuando conducimos. El punto crítico es conseguir prestar atención, observar, estar presente.

¿Cuáles son las principales causas de la ansiedad en la población infanto-juvenil?Tiene mucho que ver con la comparación con los demás. En los niños, el factor que genera más ansiedad tiene que ver con el contexto familiar, la falta de estabilidad y cuidado afectivo. En la adolescencia, los problemas de ansiedad tienen más que ver con el grupo de iguales y la hiperexposición a las redes sociales ha amplificado este tema muchísimo porque la comparación ya no es con el más guapo de la clase, sino del mundo, y no hay forma de competir con eso.

¿Cómo se puede trabajar la autoestima con los menores?A través de la relación. La autoestima tiene que ver con la mirada que yo recibo de otros y para eso es necesario tener espacios de contacto personal y los que más influencia van a tener para los niños son los miembros de la familia y profesores, y para los adolescentes, el grupo de amigos. ¿Cómo me miran esos iguales, lo hacen con respeto, creen que tengo algún valor interesante? Y, ¿lo reconocen? Eso es lo que cambia la autoestima de verdad. La implementación de programas socioemocionales en el contexto escolar lo que pueden hacer es aumentar la competencia de todos los implicados para cuidar estos aspectos más afectivos y saber que es importante expresar lo positivo del otro. Pero solo los programas, sin esta otra parte [del contacto personal], se quedan cortos.

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