El 'delivery' alarga su edad de oro: "Pido croquetas, rabo de toro y hasta desayuno"

  • Tras el boom de la comida a domicilio en el confinamiento, el sector sigue con buena salud a pesar de la inflación.
  • ​El abanico de opciones ha aumentado y, con él, el tipo de cliente de todas las franjas de edad.
  • ​La precariedad laboral de los riders sigue siendo el gran estigma del sector a pesar de la nueva legislación.
fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Retrato de un cliente de delivery
Pablo Gorrón ,diseñador gráfico y cliente de delivery
BIEITO ÁLVAREZ
fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Retrato de un cliente de delivery

Es 31 de diciembre por la tarde. La familia está preparada para la cena, pero nadie está cocinando. Suena el timbre. Ha llegado un rider, un repartidor que trae las clásicas bolsas de papel que se han vuelto parte del paisaje en las casas de millones de españoles en los últimos años.

Pedir comida a domicilio se ha convertido en nuestro país en una costumbre tan cotidiana como salir de bares o ir al cine. Últimamente, además, un nuevo abanico de opciones se está sumando a la tradicional tríada del delivery conformada por la comida china, las pizzas y las hamburguesas.

"Éramos cuatro y decidimos probar con Diverxo, el restaurante de Dabiz Muñoz, que preparaba un menú especial para Nochevieja", recuerda Pablo Gorrón, un diseñador gráfico de 34 que asegura pedir comida a domicilio "un par de findes al mes".

Una elección tan inusual para una cena como la de Nochevieja no llega de la nada. Desde el confinamiento, el sector del delivery en España ha vivido un auténtico boom. Entre enero de 2019 y la declaración de la pandemia el porcentaje de establecimientos que ofrecían entrega a domicilio rondaba el 11%. Desde entonces, la tasa se ha multiplicado, hasta alcanzar el 30,2% a finales de 2021, según un estudio publicado este verano por la empresa de investigación de mercado NPD Group.

"Puede que sí haya descubierto sitios que sin el confinamiento no creo que hubiese descubierto porque puede que antes fuese más al sota caballo y rey, lo típico, las hamburguesas y las pizzas", declara Gorrón.

- Y ahora, ¿Qué tienes en tu historial de pedidos?

- "Tengo desde pizza, alguna hamburguesa, comida más típica por así decirlo, y también he perdido a restaurantes que son así un poco más clásicos que te preparan rabo de toro, alguna tortilla de patatas, croquetas de cocido, hasta algún desayuno, unos huevos benedictinos, tostadas de aguacate con salmón…".

Aceleración y estabilización

Si el confinamiento inició la edad de oro del delivery en España, la inflación y el retroceso del consumo que estamos viviendo en los últimos meses parecen estar afectando menos que a otros sectores.

Según un estudio de Deliverect, una empresa que se ocupa de la integración de los pedidos online de todas las plataformas para facilitar el trabajo en las cocinas de los restaurantes, un 38% de los españoles pide comida a domicilio tres veces o más por semana a pesar del aumento de la inflación.

La encuesta, realizada a 7.000 consumidores de distintos países, también revela que, si bien la gente piensa más en profundidad cómo gastar su dinero, es más probable que recorte en actividades como salir de copas y cenar fuera, viajar o comprar ropa que en delivery.

"En la pandemia se produjo una aceleración enorme, lo que habríamos progresado en condiciones normales en siete u ocho años lo hicimos en año y medio", declara Sergio Osona, director general de Deliverect en Iberia. "Ahora estamos viendo una estabilización de ese crecimiento".

"En la pandemia se produjo una aceleración enorme, lo que habríamos progresado en condiciones normales en siete u ocho años lo hicimos en año y medio"

¿Hasta qué punto sigue habiendo margen de crecimiento para un sector que parece ya haberse extendido a todos los rincones del mundo de la hostelería? Para Osona, el futuro sigue siendo prometedor.

"En España estamos aún muy lejos de, dentro de la capacidad adquisitiva del cliente, lo que se invierte en take away o delivery comparado con mercados como Estados Unidos o China", asegura el directivo de Deliverect. "Siempre, probablemente, será menor que en estos mercados porque en España hay mucha tradición de la parte social de ir a restaurantes, pero aún hay mucho margen de crecimiento".

"Pereza de bajar a la calle"

Esa aceleración enorme, también supuso que el delivery llegase a franjas de edad que iban más allá del cliente medio de las grandes plataformas de comida a domicilio en España -Glovo, Uber Eats o Just Eat-, que se engloba entre los 35 y 55 años. Sin embargo, cómo consumen los más jóvenes y los más mayores en estas plataformas difiere sustancialmente.

"Si pedimos es o porque se ha hecho muy tarde y suelen cerrar antes de lo que dejan de repartir o por pereza de bajar a la calle, si te lo pueden traer…", declara Andrea Parrondo, una estudiante de 19 años, que pide fundamentalmente hamburguesas en McDonald's "porque es lo más barato y lo que más cerca está y menos tardan en traer" o pizzas para cenar los viernes, una tradición que se ha instaurado en casa de su familia.

Habitualmente, hace pedidos cuando está con amigos, y no suelen exceder los 20 o 30 euros. "Por persona, nos gastaremos unos 5 o 7 euros, ese es el tope. Cuando más nos hemos gastado es en el KFC, que es bastante más caro, pero eso solo cuando estamos celebrando algo".

La experiencia con la comida a domicilio de Pilar Merino, una profesora de secundaria de 62 años, es totalmente distinta. Hace años, cuando su hija de 33 años aún vivía en casa, solía pedir pizzas, el producto estrella y casi único en el delivery español de los años 90 y primeros 2000. Ahora, ya no las pide "por la cuestión de engordar", pero sí que echa mano "esporádicamente" de otras opciones más novedosas.

"Pido cosas pijas", asegura Merino, que también ha hecho algún pedido al mencionado restaurante de Dabiz Muñoz -llamado Goxo, en su versión delivery-. "Está muy bien porque te mandan las instrucciones sale yo creo un pelín mas barato y está muy bien empaquetado, yo he estado un par de veces en el restaurante y me ha gustado más cuando he pedido. También he pedido alguna vez sushi".

El presupuesto -un pedido para dos personas puede rondar unos 60 euros- no es la única diferencia entre cómo piden personas de la franja de edad de Merino y las más jóvenes, como Andrea. La periodicidad también cambia. Si Andrea suele pedir todas las semanas, Merino apenas un par de veces al año, cuando tiene visita de amigos o familiares.

"Yo creo que es una cosa cultural, dependiendo de la edad que tengas o de la época de la vida que te toca, yo vivo sola entonces en lugar de decirle a alguien que me traiga las empanadillas voy a por ellas", declara la profesora, que asegura que nunca ha abierto la puerta a un rider en su vivienda: "Cuando les veo me resultan un poco exóticos porque nunca he pedido a esas aplicaciones".

El estigma de la precariedad laboral

La situación de precariedad laboral de los riders que recogen la comida en los restaurantes y la reparten en las viviendas ha sido, y sigue siendo, el gran estigma al que ha tenido que enfrentarse el sector.

En verano de 2021, el Gobierno aprobó la conocida como ley rider, que buscaba acabar con la situación de falsos autónomos en la que se encontraban la inmensa mayoría de trabajadores del sector.

El resultado, ha divergido en función de la empresa. Just Eat, que nunca llegó a tener trabajadores autónomos, se comprometió con CCOO y UGT a contratar en plantilla y no a través de subcontratas a todos los riders, algo que, según fuentes sindicales, está llevando a cabo de forma efectiva.

Las dos grandes plataformas de delivery en España -tras la salida de Deliveroo en noviembre de 2021- la española Glovo y la estadounidense Uber Eats han seguido estrategias distintas. Esta última optó por contratar a sus riders a través de empresas externas, mientras que Glovo decidió echarle un pulso al Gobierno y continuar con riders autónomos salvo en su división de supermercados.

Para complicar más el asunto, Uber Eats ha vuelto a repartir con riders autónomos desde septiembre, introduciendo algún cambio para tratar de burlar a la ley rider como que sean los propios repartidores los que establezcan sus tarifas.

"La situación en general es de plena metamorfosis y es un caos, ahora mismo tanto Glovo como Uber tienen tanto falsos autónomos como contratados", declara Fernando García, miembro de UGT y presidente del comité de empresa de Glovo en Madrid. "La situación ha mejorado para los que han contratado, pero para los que no están contratados están peor que nunca y ganan menos que nunca".

- ¿Qué balance hacéis entonces de la ley rider?

- "El balance es positivo, pero es muy doloroso porque es muy lento y el cambio va por partes y según la parte que te toca estás bien o estás en la mierda".

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