Detrás de los fuegos intencionados: "Es muy complicado no observar en quien incendia un bosque una personalidad antisocial"

El 96% de los incendios con causa conocida en España son ocasionados por el ser humano.
El 96% de los incendios con causa conocida en España son ocasionados por el ser humano.
Henar de Pedro
El 96% de los incendios con causa conocida en España son ocasionados por el ser humano.

Las llamas que llevan días abrasando España dejan a su paso una estampa de desolación y dolor, en particular entre los vecinos de las zonas calcinadas, que asisten impotentes a la devastación de su entorno a cada palmo que avanza el fuego y temen por sus hogares y su medio de vida. Ese dolor se acrecienta y se tiñe de incomprensión cuando los incendios son intencionados. Ese es el caso de los incendios del Jerte, Mijas (Málaga), Valverde del Fresno (Cáceres), Palafrugell (Girona), Pont de Vilomara (Barcelona), Alcàsser (València)... la lista aumenta cada día. Descartadas las causas naturales, se investiga si los fuegos de Cebreros (Ávila) y Zamora han sido también intencionados o si se deben a una negligencia.

Greenpeace estima que el 96% de los incendios con causa conocida en España son ocasionados por el ser humano, ya sea por negligencia o de manera intencionada. Lejos de lo que se podría erróneamente creer, los autores de estos últimos no son en su mayoría pirómanos en sentido estricto. "La piromanía es una clasificación psicopatológica que engloba a un grupo específico de personas que llevan a cabo incendios intencionados, pero el conglomerado de personas que generan actos incendiarios provocados es mucho más amplio y tiene que ver con muchas razones relacionadas con cuestiones económicas, políticas, de venganza e incluso a veces de terrorismo", explica a 20minutos Wenceslao Peñate, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de La Laguna.

Dada la magnitud del problema que suponen los incendios provocados en nuestro país, la Fiscalía General del Estado de Medio Ambiente y Urbanismo lleva años promoviendo investigaciones para identificar cuál es el perfil psicosocial del incendiario forestal en España, algo que podría ayudar a resolver casos que aún están sin esclarecer. En este marco, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil esbozaron cinco perfiles a partir del análisis de una muestra de 117 incendios forestales ocurridos durante el año 2011.

"Personalidad antisocial"

Según esta clasificación, en un primer lugar estarían los incendios "agrícolas", cometidos por imprudencia, con un único foco e iniciados en caminos o cultivos. El estudio define a estos incendiarios de la siguiente manera: "autor de más de 60 años, que trabajaría en el comercio u hostelería. Sin problemas en la infancia, que vive en pareja y se relaciona con mucha gente. Puede ser el propietario de los terrenos y asumiría la responsabilidad del fuego, pero no del incendio". En segundo lugar, encontraríamos los incendios de tipo "ganadero" -porque afectan fundamentalmente a zonas de uso ganadero-, cometidos para obtener algún beneficio e iniciados en pistas forestales con matorrales. En este caso, siempre de acuerdo al estudio, el autor sería "menor de 34 años" y "podría trabajar en la industria".

Por otro lado, los investigadores apuntan también a la existencia de incendios forestales provocados tanto por "enemistad con el propietario" como por "venganza", cuya autoría se correspondería con un perfil de "infancia traumática" y tendente a la soledad. Por último, respecto a los fuegos en zonas de uso recreativo o cinegético, el estudio identifica a un "autor de 34 a 46 años y que podría trabajar en el sector forestal".

Más allá de estos perfiles, el profesor Peñate reitera que "lo normal en el incendio suele ser la idea de motivaciones políticas, económicas y de venganza". "Es muy complicado no observar en las personas que son capaces de llevar a cabo actos tan terribles como incendiar un bosque, incendiar un ecosistema o, por supuesto, incendiar casas, una personalidad antisocial", explica el experto en psicología clínica. "Evidentemente es una persona que no tiene unos valores bien establecidos, lo que desde el punto de vista psicológico se conoce como un trastorno disociado de la personalidad o de la personalidad antisocial", añade.

En la misma línea se expresa la psicóloga Acerina Ramos, coordinadora del Experto en Terapias Contextuales de la Universidad de La Laguna. "Una persona que provoca un incendio por razones económicas seguramente es un sociópata", afirma la experta en terapia dialéctico-conductual. "Es una conducta profundamente dañina y agresiva que en ningún caso se llevaría a cabo de tener una personalidad normal", añade Ramos, quien señala que en estos casos la provocación del fuego es un acto "utilitarista" que denota una "falta de escrúpulos": el único fin es obtener un beneficio económico, sin preocuparse por el daño que pueda causar.

Un delito impune

Además, Ramos agrega que los incendios intencionados por pretensiones económicas se encuentran en muchas ocasiones "respaldados por motivos de carácter político", aludiendo a que existe una sensación de impunidad en este tipo de delitos. "¿En qué comunidades hay más fuegos provocados de este tipo? Donde la ley es más laxa y cuando, por ejemplo, se puede construir cuando se produce un incendio", explica. En ese sentido, el psicólogo y divulgador científico Juan Moisés de la Serna recuerda que "en España durante décadas se ha sufrido quemas masivas que servían para 'limpiar' el terreno para edificaciones o para la industria".

Desde la reforma de 2015, el Código Penal castiga la provocación de incendios forestales en España con una pena de cárcel de entre 10 y 20 años en caso de que haya existido peligro para la vida o integridad física de las personas y de uno a cinco años en caso contrario, a lo que se añaden multas económicas de entre 10 y 100 euros al día a pagar durante entre 12 y 24 meses, además de la responsabilidad civil por daños y perjuicios. Sin embargo, el esclarecimiento policial de estos delitos es muy bajo. Según la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 2020, en 2019 se incoaron 567 diligencias por incendios forestales, pero solo se dictaron 136 sentencias condenatorias y 35 absolutorias, unas cifras no muy alejadas a las de 2020, pese a estar marcado por la pandemia.

Ante estos datos y ante la cantidad de hectáreas calcinadas cada año en nuestro país -en lo que va de año ya se han quemado más de 70.000 hectáreas, superando las cifras de 2021-, Ramos lamenta que es "increíble que como sociedad sigamos permitiendo que la gente suba a los bosques en verano y se provoquen incendios", señalando que "prohibir subir al monte cuando las temperaturas suben de ciertos grados es una medida disuasoria, porque permite prevenir tanto los incendios por imprudencias como por conductas pirómanas". "Habría una mayor vigilancia y si se ve a un varón solo en medio del bosque se le puede hacer regresar, porque ese es el perfil del pirómano", continúa la experta en terapia dialéctico-conductual.

La piromanía

A diferencia de los casos motivados por cuestiones económicas, políticas o de venganza, "el pirómano es una persona que tiene un problema de control de impulso, tiene una gran atracción por el fuego, se excita muchísimo con lo que significa incendiar, se activa cuando va a cometer el acto, no lo puede refrenar", explica Peñate, que agrega que "la clave siempre es que no hay ningún motivo aparente, no hay ningún motivo económico, ni político, ni de venganza… hay un motivo de satisfacción en sí misma". Se trata, por tanto, de un trastorno psicopatológico y como tal debe ser abordado, según sostiene Ramos, quien señala que en estos casos las medidas disuasorias no son suficientes, "es necesario utilizar psicofarmacología y terapias".

Entre estas personas con un problema de control de impulso, la especialista en terapia dialéctico-conductual apunta a que "hay un perfil de varón adulto, con una historia de infancia complicada, donde ha podido sufrir un trauma relacionado con el fuego, pobres habilidades sociales y bajo rendimiento escolar y profesional". "Es una historia personal de fracaso, una persona que se siente invisible y siente que una de las pocas oportunidades de hacer algo importante es prender fuego, porque que los medios hablen de su incendio es un éxito", añade. 

Por su parte, el catedrático de Psicología Clínica menciona también un componente antisocial "en la medida en que el pirómano no tiene empatía hacia la idea de que puede crear problemas, no son personas que sientan remordimiento". "Aunque el incendio provocado se pueda salir de control, no por ello se van a sentir mal, de hecho, cuanto más grande y destructivo sea, el nivel de 'autosatisfacción' puede ser mayor, al igual que si los medios de comunicación le dan una gran cobertura", apunta De la Serna, que agrega que "el ver en los medios que se habla sobre incendios puede servir de detonante para despertar esa necesidad de incendiar algo".

No obstante, Peñate advierte de que los datos estadísticos son "bastante débiles porque existe todo un conglomerado de personas que llevan a cabo incendios, pero en realidad ese comportamiento es consecuencia de un trastorno psicológico o psicopatológico mayor". Y es que, según el experto en psicología clínica, las conductas incendiarias pueden estar asociadas a otras patologías como la esquizofrenia, el trastorno bipolar e incluso trastornos depresivos. "La piromanía es un caso muy literario, muy llamativo... pero es muy infrecuente", resume Peñate.

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