La hostelería del Ripollès y la Cerdanya denuncia que el cierre les ha cogido con reservas al 90% y las neveras llenas

El propietari del hostal Pastuira de Setcases (Ripollès), en el comedor del alojamiento sin clientes.
Joan Torras, propietario del hostal Pastuira de Setcases (Ripollès), en el comedor del alojamiento sin clientes.
LOURDES CASADEMONT / ACN
El propietari del hostal Pastuira de Setcases (Ripollès), en el comedor del alojamiento sin clientes.

Indignación y rabia entre los hoteleros y restauradores de la comarca del Ripollès (Girona) por el cierre perimetral decretado ayer por el Procicat para contener los contagios de Covid-19, tan solo una remana después de la reapertura de las pistas de esquí desde el decreto del estado de alarma del pasado mes de marzo.

El presidente de la Asociación de Hostelería de la comarca, Fran Barroso, ha lamentado que la decisión se haya tomado cuando faltan dos días para Navidad y en un momento en que había un 90% de reservas de media después de la apertura de hace una semana de las pistas de esquí. Barroso también denuncia que el cierre les ha cogido con las "neveras llenas" y reclaman ayudas directas ante las "pérdidas millonarias" que tendrá el sector. Así mismo, Barroso recuerda que la hostelería representa el 60% del PIB de la comarca.

Reclaman ayudas urgentes

De hecho, el Ayuntamiento de Puigcerdá (capital de la Cerdanya) ya ha pedido al Govern un paquete de ayudas "urgente" para compensar el impacto económico que tiene el cierre perimetral de la comarca. El alcalde, Albert Piñeira, ha asegurado que entre el puente de la Purísima y el día de Reyes son muchos los negocios que hacen de entre el 40% y el 60% de su facturación anual. 

El alcalde de Puigcerdà también ha lamentado que el ejecutivo catalán no permitiera aplicar antes algunas medidas restrictivas, como por ejemplo el cierre de las escuelas y, sobre todo, el instituto del municipio. Así, ha explicado que habían detectado que en este ámbito se estaban produciendo varios casos de transmisión comunitaria de la covid-19.

Las nuevas restricciones para el Ripollès y la Cerdanya se anunciaron de urgencia este martes por la noche y han entrado en vigor este miércoles a primera hora. La previsión es que duren dos semanas, hasta el 6 de enero. Los hosteleros temen que sea el "golpe definitivo" para muchos negocios. 

Su esperanza era la temporada de esquí

Hace un mes, los hosteleros del pirineo catalán cruzaban los dedos para que permitieran abrir las pistas de esquí. En el Ripollès, tenían la mirada puesta en la apertura Vallter 2000 y Vall de Núria.  Entonces, Fran Barroso ya advirtió de que era necesario abrir lo antes posible porque la situación era "dramática y de impotencia". "Podemos hablar de las condiciones y las medidas, de los toques de queda y restricciones de terraza, pero que nos dejen abrir la puerta", reclamó. 

Establecimientos como el Hostal Partuira de Setcases, muy cerca de las pistas de esquí de Vallter 2000, dependen completamente de la apertura de la estación. Su propietario, Joan Torras, explicaba antes de reabrir que preveían contratar a una persona para los fines de semana para atender a los clientes, a pesar de tener menos ingresos que el año anterior. Ahora, muchos de los clientes que esperaban habrán tenido que cancelar sus reservas. 

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