El calor es uno de los factores que elevan las intoxicaciones alimentarias en verano. Las altas temperaturas propician el crecimiento de microorganismos en los alimentos y ayuda a romper la cadena de frío con más facilidad. Por eso hay que tener tanto cuidado con los alimentos, también con los precocinados y envasados.
Los virus, bacterias, hongos y toxinas no se ven, pero pueden estar presentes en los alimentos que consumimos. Es fundamental tomar medidas básicas de prevención para minimizar los riesgos de contagio y evitar enfermedades como la listeriosis o la salmonelosis.
La OMS reconoce al botulismo como una intoxicación alimentaria que puede ser mortal y destaca la importancia del diagnóstico precoz y la rápida administración de una antitoxina.
Fue Italia quien notificó dos casos de botulismo a través del Sistema de Alerta Precoz y Respuesta de la Unión Europea (EWRS) cuyo único alimento en común había sido una tortilla de patata envasada consumida en España.
El botulismo se debe a una bacteria anaeróbica, por lo que aquellos envasados en condiciones de bajo oxígeno (como las latas de conserva) son los más susceptibles de contaminación.