A FONDO

Los cánidos del pasado: el Tomarctus del Mioceno

  • El Tomarctus es un cánido extinto que vivió hace 16 millones de años en Norteamérica durante el Mioceno.
  • "Los perros y el Tomarctus serían primos muy lejanos, como nosotros y los gibones".
Tomarctus brevirostris.
Tomarctus brevirostris.
Palaeoc / Wikimedia Commons
Tomarctus brevirostris.

Hace aproximadamente 50 millones de años, la familia Canidae hizo su aparición dentro del reino de los mamíferos, dando origen a una impresionante variedad de especies. Desde su aparición, esta familia ha experimentado una exitosa adaptación, con más de 50 especies fósiles descubiertas hasta la fecha y unas 35 especies existentes en la actualidad.

La familia Canidae se subdivide en tres grupos principales: Hesperocyoninae, Borophaginae y los Caninae. Los Canidae, que son el grupo de los cánidos que conviven con nosotros en el presente, se originaron en Norteamérica, y fueron testigos de varios eventos clave que dieron forma a su historia. El primero de ellos, conocido como el Evento Eucyon, tuvo lugar durante el Mioceno Superior. Este evento marcó la primera dispersión de los cánidos, y se observan los primeros registros de este género en Italia y España, con la especie Eucyon monticinensis como la primera especie de cánido presente en Eurasia.

Posteriormente, el Evento Lobo, ocurrido hace aproximadamente 4.4-3.0 millones de años, involucró la dispersión del antepasado del lobo actual, el Canis etruscus. Esto provocó una dispersión casi total por Eurasia, generando una radiación evolutiva que culminó en la aparición de los perros en el Holoceno.

Por último, es importante destacar el impacto del cierre del istmo de Panamá, que conectó por tierra los dos continentes americanos. Este cambio geológico desencadenó un intercambio de fauna, permitiendo que los cánidos llegaran a Sudamérica, expandiendo así su presencia a lo largo y ancho del continente americano.

El triturador de huesos

Para conocer mejor al Tomarctus, hemos hablado con Arturo Gamonal, paleontólogo colaborador con el Museo de Paleontología de Alpuente y próximamente doctorando en la Universidad NOVA de Lisboa.

“Por lo que nos muestran sus fósiles, descritos por primera vez en 1909 por Mathew y Cope en los yacimientos del Mioceno de Sioux County en Nebraska, se trataría de un animal del tamaño de un chacal, con una mandíbula robusta y unos molares mucho más grandes y masivos, característicos de los borofagíneos”, nos describe el experto. El Tomarctus poseía un hocico corto, fuertes mandíbulas, medía alrededor de un 1,2 metros de largo y entre 50-60 centímetros de alto.

La alimentación del Tomarctus era básicamente omnívora, y parece que la carroña era una parte tan importante en su dieta como la caza. Para un cánido como el Tomarctus, con una gran adaptación mandibular, no debía ser difícil triturar los huesos hasta alcanzar la médula ósea, uno de los tejidos más nutritivos presentes en el entorno natural.

Este cánido extinto convivió “con otros borofagíneos muy diversos, desde pequeños animales del tamaño de un mapache como Cynarctus, además de otros grupos como proboscídeos (elefantes y parientes), caballos primitivos, rinocerontes...” aclara Arturo Gamonal. El Tomarctus también compartía espacio con los falsos dientes de sable, o nimrávidos, y con los anficiónidos, un peculiar mamífero carnívoro con una mezcla de rasgos conocidos como perros-osos.

Dentro del género de los Tomarctus, existen dos especies descubiertas y aceptadas: los T. hippophaga, y los T. brevirostris. El Tomarctus hippophaga, con fósiles hallados en Nebraska, California y en la frontera con Canadá, parece que era algo más pequeño de tamaño que el T. brevirostris.

La extinción del Tomarctus

Existe muy poca información acerca de este cánido primitivo, pero el estudio de los fósiles existentes y los eventos cronológicos parecen indicar que el Tomarctus desapareció al dar lugar a otro género de cánidos, el Aelurodon “completamente ajenos a la evolución del grupo Caninae que incluye a nuestros perros”, matiza Gamonal.

Tal como nos transmite el experto en el estudio de fósiles de seres vivos extintos, lo que sí parece estar claro para la ciencia es que el Tomarctus tiene una relación de antecesor-descendiente muy directa con el género Aelurodon, lo que parece sostener que las dos especies del Tomarctus fueron formas transicionales hacia el otro género.

Los restos fósiles del Tomarctus incluidos en el registro de Norteamérica datan desde hace 16 millones de años hasta los 14 o 13 millones de años, lo que significa que esta especie vivió unos tres millones de años: “3 millones de años puede sonar a muchísimos, pero en el contexto del Fanerozoico (el periodo geológico que se extiende desde hace 500 millones de años hasta este momento), es apenas un instante”, resalta A. Gamonal.

¿Es un antecesor del perro?

El género Tomarctus aparece en numerosas fuentes como parte del linaje primitivo que acabó derivando en los caninos, y con ellos, nuestros perros. Pero, ¿cuánto de esto es verdad? Para aclarar conceptos, Arturo Gamonal lo desarrolla: “Tomarctus pertenece al linaje cercano de Caninae, el Borophaginae, son lo que se conoce en sistemática como ‘grupos hermanos’; tienen un antecesor común, pero luego cada grupo evoluciona por separado. Para ponerlo más sencillo, serían primos muy lejanos, como nosotros y los gibones”.

Hace unos 60 millones de años, un pequeño mamífero llamado Miacis hizo su aparición en el Eoceno, evolucionando hasta los carnívoros caniformes, que a su vez darían lugar, entre otros, a los cánidos. Los cánidos son un grupo que se ha adaptado muy bien desde su aparición, y con eventos de dispersión que favorecieron su presencia en todos los continentes, menos en la Antártida

Resulta francamente singular y sorprendente pensar en el largo y azaroso viaje evolutivo de esta familia animal, que hoy tiene morfologías tan dispares.

Referencias: 

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