En el siglo XI, un monje de nombre Bernardo de Menthon, fundó una congregación hospitalaria en el paso de San Bernardo, en los Alpes, para ayudar a los peregrinos que se dirigían a Roma. El hospicio se encuentra a casi 2.500 metros de altitud y padecía fuertes temporales de nieve, por lo que los monjes de la congregación comenzaron a utilizar perros de trabajo para la localización y rescate de los viajeros que sufrían las inclemencias del tiempo y se veían sorprendidos por avalanchas y tormentas.
Como curiosidad, la escritura recomendada en español es sambernardo, y la grafía con mayúsculas solo está justificada cuando se alude al lugar de origen: perro o raza de San Bernardo (el nombre del puerto de montaña donde se ubica el hospicio).
Un origen épico
Inicialmente, los sambernardos eran perros sensiblemente más pequeños que la raza actual, aproximadamente del tamaño de un pastor alemán. La cinología desconoce los orígenes exactos de esta raza, pero la hipótesis más apoyada es que descienden de los molosos introducidos en la antigua Helvecia (hoy Suiza) por los romanos durante los primeros siglos de nuestra era.
Cabe suponer que la presencia de estos perros y la función que ejercían en el paso montañés entre Suiza e Italia llevaba asentado varios siglos y eran bien conocidos, a juzgar por las anotaciones y testimonios que conservamos, fechados en 1707.
Hasta 1830, todos los perros de San Bernardo tenían el pelo corto, una variedad que hoy sigue siendo admitida en el estándar, aunque paradójicamente sea menos popular que el de pelo largo. La nueva capa de pelo largo fue producto de la introducción de perros terranova para ampliar el acervo genético de los ejemplares vivos y evitar el cuello de botella y la endogamia que lentamente iba cercando a los perros del hospicio y alrededores. Curiosamente, los monjes se mostraron muy reacios a esta intervención y, de hecho, aseguraban que los nuevos perros eran menos apropiados para los trabajos en la nieve.
En 1884 se fundó el primer club de sambernardos, y se convirtió en el perro nacional de Suiza. En la actualidad, ya no se utilizan los perros de San Bernardo para rescates alpinos. Los últimos perros presentes en el hospicio, por razones sentimentales, fueron cedidos a una fundación de la región en 2004, donde además de ser un lugar de cría y conservación de los linajes originales, los perros participan en actividades de terapia, deportes caninos y eventos sociales.
Vigilantes y muy buenos con los niños
El perro de San Bernardo se define como “un gigante gentil”, con un temperamento paciente, cariñoso con su núcleo familiar y muy dulce, especialmente con los niños. No obstante, tratándose de un perro de gran tamaño y fuerza, es imprescindible realizar una socialización apropiada para la convivencia con otros animales y en entornos urbanos.
Tratándose de perros originariamente de trabajo, requieren una estimulación ambiental y psicológica apropiada, destacando especialmente en las actividades olfativas, lo que les hace muy aptos para este tipo de ejercicios caninos.
Ambas variedades de pelo tienen un desprendimiento moderado y un nivel de babeo muy alto que deben tenerse en cuenta. En cuanto a la salud de los sambernardos, hay que prestar especial atención a las lesiones que pueden provocar su ritmo de crecimiento, muy alto, y su peso. En la cría irregular de San Bernardos hay predisposición genética a la displasia de codo y cadera, enfermedades cardíacas, trastornos oculares y el cáncer de huesos.
Por ello, es imprescindible acudir solo a criadores reglados que realicen y proporcionen las pruebas de salud necesarias para garantizar que trabajan con ejemplares sanos y proporcionando a sus perros un entorno de bienestar y cuidados. Para contactar con este perfil de criador, es recomendable acudir a asociaciones como el Club Español del Perro San Bernardo, entidad colaborada de la Real Sociedad Canina de España.
Desde Animaleros, sugerimos que se valore la adopción responsable o se pruebe la opción de convertirse en casa de acogida, ayudando a perreras, albergues y protectoras a liberar sus instalaciones y dando a los perros un entorno hogareño que beneficiará la posibilidad de una adopción definitiva.
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