El 23-J otorga a Sánchez un golpe de autoridad en un PSOE casi sin barones y pendiente de reconstruir liderazgos en los territorios

De izquierda a derecha: Ximo Puig, ex presidente de la Comunidad Valenciana; Javier Lambán, de Aragón; Juan Espadas, líder de los socialistas andaluces; Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones; Francina Armengol, ex presidenta de las Islas Baleares; Ángel Víctor, de Canarias; y Guillermo Fernández Vara, de Extremadura.
De izquierda a derecha: Ximo Puig, ex presidente de la Comunidad Valenciana; Javier Lambán, de Aragón; Juan Espadas, líder de los socialistas andaluces; Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones; Francina Armengol, ex presidenta de las Islas Baleares; Ángel Víctor, de Canarias; y Guillermo Fernández Vara, de Extremadura.
Carlos Gámez
De izquierda a derecha: Ximo Puig, ex presidente de la Comunidad Valenciana; Javier Lambán, de Aragón; Juan Espadas, líder de los socialistas andaluces; Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones; Francina Armengol, ex presidenta de las Islas Baleares; Ángel Víctor, de Canarias; y Guillermo Fernández Vara, de Extremadura.

La noche del 28 de mayo, fecha en la que se celebraron las últimas elecciones municipales y autonómicas, todos -o casi todos- en el PSOE interpretaron la derrota socialista como un castigo a lo que la derecha ha definido como sanchismo. También el propio presidente del Gobierno, que al día siguiente comunicó el adelanto electoral y lo justificó por aquel mal resultado. "He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Muchos presidentes y alcaldes socialistas con gestiones impecables se van a ver desplazados", dijo entonces Pedro Sánchez. Salvado el matchball de las generales, ahora el PSOE tiene que reconstruir los liderazgos en sus territorios, algunos de ellos muy mermados por una pérdida de poder institucional casi sin precedentes. Su única tabla de salvación es que Ferraz ralentice los procesos ante las negociaciones para la nueva investidura. "No estamos en ese momento [de renovación]", dicen desde la Ejecutiva.

Y es que el resultado cosechado por el jefe del Ejecutivo en funciones el domingo supone un nuevo reforzamiento a su liderazgo, que podría haber empezado a ser cuestionado, y le dará vía libre para controlar las sucesiones. "Casi un millón de votos más y dos escaños por encima de 2019", recuerdan en Ferraz. De hecho, el adelanto electoral también tenía una lectura en ese sentido: no dejó tiempo ni para el luto ni para las lamentaciones por el 28-M. Los líderes territoriales, incluso los que perdieron sus gobiernos, debían ponerse detrás de él de nuevo. Y con los resultados en mano, ya se vería. Pero Sánchez, como hizo en las primarias de 2017, volvió a sorprender y ha logrado que nadie trate de descabalgarle de la Secretaría General del PSOE como ocurrió aquel 1 de octubre de 2016. 

"Internamente, este resultado es una balsa de aceite", reconocen fuentes de los socialistas. Sánchez, además, tuvo un gesto con algunos líderes territoriales que fueron destituidos y les integró en las listas para el Congreso de los Diputados -es el caso de Francina Armengol, expresidenta de las Islas Baleares- o para el Senado -como Concha Andreu, que fue presidenta de La Rioja-. A esto habrá que sumar que la Cámara Alta será una especie de reedición de un comité federal de los socialistas. Allí terminarán Ximo Puig, expresidente de la Comunidad Valenciana; Javier Lambán, de Aragón; o Juan Lobato, secretario general del PSOE madrileño. Los tres fueron propuestos por sus parlamentos para ir al Senado independientemente de Ferraz, aunque la situación con la que cuenta cada uno no es igual.

El líder de los socialistas valencianos perdió el puesto tras las elecciones, pero no parece que en Ferraz vayan a querer moverle la silla. Al menos de momento. Según su entorno, Puig se llegó a plantear, si no dimitir, dar un paso al lado, pero lo descartó al ver que el PSOE cosechó el 28 de mayo en la Comunidad Valenciana el mejor resultado desde 2007. Su salto al Senado se achaca a que quiere "cambiar de aires", pero seguirá estando muy ligado a Valencia. Para sustituirle podrían postularse Diana Morant, ministra de Ciencia y otrora alcaldesa de Gandía, o el líder provincial de los socialistas valencianos, Carlos Fernández Bielsa.

Lobato, en cambio, lo hace para "ganar visibilidad" y poder competir contra Isabel Díaz Ayuso en 2027. El caso de Lambán es particular. Es el más crítico con Sánchez junto a Emiliano García-Page. Al presidente de Castilla-La Mancha, no obstante, las urnas le dieron una mayoría absoluta. Será, por tanto, el único crítico que 'sobreviva'. De hecho, no se ha pronunciado sobre el resultado electoral del domingo. Sin embargo, a Lambán no le refrendaron los aragoneses. Él aún no ha aclarado su futuro y el sector de Pilar Alegría, portavoz del PSOE nacional y ministra de Educación, podría tomar posiciones después de haber tenido un conflicto interno incluso por la lista electoral para este 23 de julio.

Como Page, seguirán como presidentes Adrián Barbón en Asturias y previsiblemente María Chivite, en Navarra. Esta última todavía no ha sido investida al tener que necesitar el 'sí' de EH Bildu, pero los números dan para reeditar una coalición de izquierda cuatro años más. Además, hay otros que no lideran sus autonomías, pero también salen reforzados del pasado domingo. Especialmente, Salvador Illa, primer secretario del PSC, que cosechó un gran resultado el pasado domingo al lograr 19 escaños y hacer de Cataluña uno de los bastiones gracias a los cuales ha aguantado Sánchez.

Una situación parecida tiene Eneko Andueza, secretario general del PSOE del País Vasco, que ganó las elecciones por delante de EH Bildu y el PNV. Además, el PSOE volvió a ser primera fuerza en Canarias como lo fue Ángel Víctor Torres en mayo. Entonces, terminó perdiendo el poder por un pacto entre PP y Coalición Canaria, pero está avalado por los resultados

Por contra, la duda reside ahora en Juan Espadas. El sucesor de Susana Díaz al frente de la federación socialista andaluza, una de las más importantes del partido, ha vuelto a quedar por detrás del PP. Eso sí, al PSOE solo le faltaron 125.000 papeletas para igualar a los populares. El pasado 28 de mayo fueron 185.000 y el 19 de junio de 2022, cuando Juanma Moreno logró la mayoría absoluta, casi 700.000.

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