Diferencias entre educador y adiestrador canino: ¿cuándo acudir a uno u otro?

  • En el caso de mal comportamiento, se debe acudir a un educador canino especializado en modificación de conducta. 
Proporcionar una educación básica a nuestro perro es necesaria para la seguridad de todos.
Proporcionar una educación básica a nuestro perro es necesaria para la seguridad de todos.
Getty Images/EyeEm
Proporcionar una educación básica a nuestro perro es necesaria para la seguridad de todos.

Los perros son animales maravillosos, pero a veces pueden presentar comportamientos que dificultan la convivencia con sus titulares y la sociedad en general. Por ejemplo, algunos ladran sin parar en casa, otros tiran de la correa en los paseos y otros marcan su territorio mediante la orina en lugares inadecuados. Por otro lado, hay perros que son atletas de primer orden y que ejercen funciones de incalculable valor: detectan drogas, explosivos, personas desaparecidas y hacen más fácil la vida de las personas con discapacidad visual.

Para que nuestros compañeros caninos se comporten de manera adecuada en cada situación, entran en juego los educadores y adiestradores caninos, profesionales que pueden ayudar a corregir los problemas de conducta y a mejorar la relación con nuestros perros.

En los ejemplos mencionados, trabajar en la educación básica con un perro para que la convivencia cotidiana, tanto con su familia como con el resto de ciudadanos, sea respetuosa, es competencia de un educador canino. Instruir, por otro lado, unas enseñanzas específicas y potenciar las habilidades caninas para un objetivo concreto, corresponde al campo del adiestramiento.

Patricia Moya, experta en aprendizaje y comunicación animal y directora de Marsilea Etología, nos da más claves para identificar, reconocer y distinguir ambas disciplinas: “Jaime Alonso, en su artículo ‘¿Es educación o adiestramiento?’ ya lo explicó maravillosamente con un ejemplo perfecto. La educación canina trata del ‘por favor’ y el ‘gracias’, mientras que el adiestramiento se basa en el desarrollo de habilidades, habitualmente para el desempeño de un trabajo”.

Este resumen básico parece bastante sencillo de entender, pero debido al crecimiento de la presencia de perros en nuestros hogares, han surgido nuevas profesiones como son los modificadores de conducta, los etólogos caninos, el coaching canino, guías caninos, y otras diversas ofertas, a menudo escasamente reguladas y con un altísimo porcentaje de intrusismo, que dificultan la comprensión de estos términos y generan más confusión.

Invertir en un buen educador canino es invertir en prevención, lo que a la larga ahorra tiempo, dinero y disgustos

Según Patricia Moya, “educar a un perro, como educar a un niño, consiste en comunicar y hacer efectivas unas normas para la convivencia y la vida en sociedad”. En un entorno humano y urbano, es importante explicar a nuestros perros cómo relacionarse adecuadamente con su entorno y prevenir comportamientos inadecuados. Por otro lado, el adiestramiento consiste en practicar y entrenar habilidades para un fin específico, ya sea deportivo, de trabajo o lúdico. Al igual que los humanos nos educamos en la forma de relacionarnos con otros y nos adiestramos cuando aprendemos una habilidad específica. En resumen, un educador canino ayuda y enseña a los dueños de los perros a educar a las mascotas en la convivencia diaria, mientras que un adiestrador instruye al binomio perro-guía en el desarrollo de actividades caninas específicas.

Los objetivos para elegir uno u otro

Un educador canino posee todos los conocimientos y la formación para entender el comportamiento de los perros y ayudar a los titulares a interpretarlo, lo que beneficia la relación de convivencia. “Atender a la llamada, establecimientos de rutinas, enseñarles a permanecer solos en casa cuando sea necesario, la forma de saludar y relacionarse con otros seres vivos (humanos, perros y otros animales), el uso del transportín en los viajes, y un largo etcétera. Es decir, constituye todo ‘lo básico’ sobre la manera de comportarse en el entorno”, amplía la experta en comportamiento.

En el caso de que el perro presente problemas de conducta no deseados y que queremos resolver, también debemos acudir a un educador canino pero, en este caso, con especialización en modificación de conducta.

Acudir a un educador canino antes de que surja un problema es una medida de prevención altamente recomendable para el bienestar de nuestro perro y la convivencia en el hogar. Como destaca la profesional consultada, acudir solo a un educador canino cuando ya se nos ha ido de las manos el problema de comportamiento es una práctica que se está desterrando cada vez más, ya que un educador canino es alguien que entiende los mecanismos conductuales de los perros y siempre nos va a aportar conocimiento. "Invertir en un buen educador canino es invertir en prevención, lo que a la larga ahorra tiempo, dinero y disgustos, y sobre todo, favorece el bienestar del animal", enfatiza Patricia Moya.

Si, en cambio, nuestro objetivo es aprender y desarrollar una actividad específica, debemos contactar con un adiestrador canino que esté especializado en la disciplina que queremos entrenar. Así como las personas no acudimos a un entrenador de fútbol para aprender yoga, debemos informarnos y buscar a un entrenador canino cuya preparación formativa y su bagaje profesional cubra el área de la disciplina que queremos iniciar con nuestro perro. Por tanto, deberemos acudir a un adiestrador canino si deseamos entrenar a nuestro perro para una actividad concreta, que puede ir desde la protección, para la detección por olfato, para terapia, hasta la práctica de actividades y deportes caninos como el agility y el mantrailing.

Cuidado con los títulos inexistentes

Ambos profesionales pueden poseer, sin la menor duda, conocimientos de etología canina a causa de su experiencia, pero es importante tener en cuenta que la etología clínica es una disciplina altamente especializada que requiere una formación universitaria de nivel superior. En España, esta formación se puede obtener a través de un máster postuniversitario, tras finalizar estudios en carreras como veterinaria, biología, medicina o psicología. Por ello, es importante que, al acudir a cualquiera que se presente u oferte como profesional de la conducta canina, especialmente a través de las redes sociales, solicitemos ver sus títulos y garantizarnos de que proceden de instituciones reales, legales y reconocidas. De esta manera, podremos estar seguros de que sus conocimientos y habilidades están respaldados por una formación apropiada, y de que podemos confiar en ellos para que nos brinden la mejor atención y cubran las necesidades que nos llevan a acudir a ellos.

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