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A FONDO

Cómo fragua la ONCE la pareja perfecta entre solicitantes y perros guías

  • Existen tres modalidades de curso de aprendizaje, y el seguimiento dura 6 meses.
Los perros son entrenados en la instalación de FOPG.
Los perros son entrenados en la instalación de FOPG.
ONCE. Cedida.
Los perros son entrenados en la instalación de FOPG.

Cada año se celebra el Día Internacional del Perro Guía el último miércoles de abril, una fecha que pretende destacar el importante papel que realizan estos perros de trabajo facilitando la vida a personas con discapacidad visual. Desde 1990, la ONCE ofrece de forma gratuita el servicio de solicitud de un perro guía, con la creación de la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG).

Desde las instalaciones en Madrid, donde se encuentra el centro de selección y entrenamiento de perros, la FOPG ha entregado más de 3.000 perros guía en estos 30 años de experiencia.

Es habitual leer acerca de la legislación vigente que reconoce el derecho de los usuarios y sus perros guía en lugares de uso público y transportes, y también sobre las recomendaciones que debemos seguir el resto de ciudadanos ante la presencia de uno de estos perros y cómo evitar distraerles o incluso tocarles sin el consentimiento de su guía. Pero no es tan habitual leer y conocer el proceso por el que se vincula a una persona con discapacidad visual y un perro guía.

Para conocer en profundidad el procedimiento, hemos hablado con Pedro Márquez Rebollo, instructor de movilidad con perro guía desde los inicios de la FOPG hace 33 años. Inició su formación en Escocia en 1989, ante la falta de un organismo en España que realizara esta instrucción especializada, y fue, por tanto, parte del equipo pionero que comenzó a trabajar como entrenador e instructor de perros guía en nuestro país.

Primer paso: informes multiprofesionales

Cuando la Fundación ONCE recibe una solicitud para recibir un perro guía, se inicia un protocolo cuyo primer paso es realizar unos informes acerca de dicho solicitante, que pretende cubrir toda la información posible para valorar su aptitud y necesidades de cara a que se le asigne un perro guía. Estos informes, elaborados por un equipo multidisciplinario, se componen de:

  • El informe médico del servicio de la ONCE, que recoge las características médicas como la fuerza que posee en las manos, a través de una prueba de dinamometría, o el peso y la estatura del solicitante.
  • El informe de un técnico de rehabilitación, que son los encargados de enseñar cómo moverse con un bastón y proporcionan información sobre el equilibrio del solicitante, y detalles de las rutas habituales que realiza en su día a día.
  • El informe de un psicólogo.
  • El informe de asistencia social de la ONCE, que finalmente recoge la información sobre el núcleo familiar, los convivientes o la presencia de otros animales en el mismo hogar.

“Con los cuatro informes, nosotros, en FOPG, tenemos un perfil de esa persona solicitante, a la que no conocemos personalmente. Con todo esto, tenemos la información para el tipo de perro que debemos seleccionar para ella”, indica Pedro Márquez. Nos señala que los equipos multiprofesionales que elaboran los informes tampoco tienen ningún vínculo ni conocen personalmente a los perros, de manera que son los instructores de movilidad de perros guía quienes tienen que hacer una interpretación de los informes recibidos y valorar el perfil del solicitante y el de los perros de la Fundación, en busca de compatibilidad.

Paso dos: el emparejamiento

Una vez los instructores de FOPG, que suman doce en la actualidad, realizan una propuesta de emparejamiento entre un solicitante y un perro, el coordinador de los departamentos técnicos contacta con el solicitante y le convoca para un curso.

Es importante indicar que no es lo mismo un solicitante para perro guía primerizo, sin ninguna experiencia previa, y los que, nos informa Pedro, se conocen como renovadores, esto es, aquellos que ya han tenido un perro guía y necesitan otro. El solicitante renovador tiene prioridad sobre un solicitante de primera vez. “Puede parecer algo injusto, pero para una persona que ya está acostumbrada a moverse con un perro, volver otra vez al bastón es un suplicio”, explica el instructor. La lista de espera de solicitudes es muy larga, de unos cuatro años.

Tercer paso: el curso, con tres modalidades

Realizado el emparejamiento, la Fundación ONCE del Perro Guía comunica a los seleccionados que deben realizar un curso que se presenta en tres modalidades:

Pedro Márquez Rebollo, entrenando a uno de los perros de la institución.
Pedro Márquez Rebollo entrenando a uno de los perros de la institución.
ONCE. Cedida.

El curso residencial, que es el más habitual, tal como nos explica Pedro. En esta modalidad, la persona seleccionada tiene que estar en las instalaciones de la FOPG durante tres semanas. Dentro de esta instalación tienen una residencia con características similares a un hotel. La residencia consta de 16 habitaciones, salas comunes, gimnasio, aulas, cafetería y comedor o servicio de lavandería, donde el solicitante y el perro convivirán en régimen interno realizando el programa de adaptación. “Para que los instructores podamos cubrir desde lo más sencillo a lo más complicado, resolviendo todas las dudas o problemas que surjan y que esa persona se va a encontrar más tarde en la calle en cualquier ciudad de España”, apostilla Pedro Márquez. Finalizado el curso residencial, son los instructores quienes se desplazan a la zona donde van a vivir los binomios perro y guía. Sobre el terreno, trabajan las rutas más comunes durante dos días y que se conoce como seguimiento postcurso.

La segunda modalidad es el curso semidomiciliario, que combina un período más corto, de una semana aproximadamente, del solicitante en la residencia de la instalación, y otros 5-7 días serán los instructores quienes se desplacen al lugar donde vive el usuario y, ahora, su perro guía.

La tercera modalidad es el curso domiciliario, que dura de 7 a 10 días, y se suele realizar con renovadores, que como ya hemos mencionado, son personas que poseen experiencia previa en la convivencia y manejo de perros guía. “En este caso, los instructores no les vamos a enseñar a manejar al perro, que ya saben cómo se hace, pero es un perro nuevo, y esto también requiere un nuevo proceso de adaptación”, dice Pedro. También es la modalidad seleccionada para casos con necesidades muy específicas, como personas con sordoceguera que requieren de intérpretes para la comunicación y también es una modalidad contemplada en el caso de solicitantes del medio rural, que por las características de su entorno habitual, pueden necesitar otro tipo de enfoque. “Son personas que van a necesitar al perro para caminar por los márgenes de la carretera o senderos rurales, porque ni siquiera tienen acera”, aclara el instructor y entrenador.

Cada instructor empareja un máximo de cuatro perros y cuatro personas, y los seguimientos postcurso se consideran parte del curso. Cualquiera sea la modalidad realizada, el curso se considera terminado una vez han cubierto a los recientes emparejados en todas sus necesidades básicas. No obstante, Pedro Márquez aclara que el tiempo de adaptación que estiman de seguimiento son seis meses, en los que mantienen una comunicación y realizan informes sobre cómo va el emparejamiento.

“Lo que han hecho con nosotros es como sacarse el carnet de conducir”, compara, “al igual que en una autoescuela, nosotros enseñamos a ‘aprobar’, pero a conducir te enseña la práctica y la experiencia. Con un perro guía es similar”.

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