El rey Felipe VI defiende el espíritu de Ermua y pide "no olvidar lo vivido"

El rey Felipe VI, la presidenta del Congreso de Los Diputados Meritxell Batet, y el líder del PP Alberto Nuñez Feijóo, este domingo en Ermua.
El rey Felipe VI, la presidenta del Congreso de Los Diputados Meritxell Batet, y el líder del PP Alberto Nuñez Feijóo, este domingo en Ermua.
EFE/Javier Etxezarreta
El rey Felipe VI, la presidenta del Congreso de Los Diputados Meritxell Batet, y el líder del PP Alberto Nuñez Feijóo, este domingo en Ermua.

"Memoria" fue la palabra más repetida ayer en Ermua, durante el homenaje a Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA hace ahora 25 años. Es la reivindicación que hicieron todos los asistentes al acto, encabezado por el rey Felipe VI, que tomaron la palabra para recordar el secuestro y asesinato del concejal del PP, hechos que dieron lugar al conocido como espíritu de Ermua, el movimiento ciudadano en el País Vasco que dijo "basta" al terrorismo.

"No podemos permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó en esos dolorosos días de nuestra historia", afirmó el monarca durante el homenaje, que tuvo lugar en el polideportivo de Ermua que lleva el nombre del concejal asesinado.

Felipe VI fue recibido en Ermua por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; el lehendakari, Iñigo Urkullu; el alcalde de la localidad, Juan Carlos Abascal; y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, entre otros.

Allí le esperaban numerosos vecinos, que ondeaban banderas de España y gritaban "vivas" al rey, a España y al País Vasco. Algunas personas portaban pancartas en las que se podía leer "La Corona une, Felipe VI une". No acudieron, sin embargo, asociaciones de víctimas como la AVT o Dignidad y Justicia en protesta por los pactos de Sánchez con Bildu.

El jefe del Estado rememoró esos días de julio de 1997 –"imposibles de olvidar"– y su asistencia al funeral, entonces como príncipe de Asturias. "Como todos los españoles que amamos la vida y la libertad, estaba consternado, desolado", explicó, recodando además que tenía entonces 29 años, la misma edad que Miguel Ángel Blanco.

Y así, hizo un llamamiento a "perseverar para que lo vivido no caiga en el olvido, para que la unidad nos convoque en torno a nuestra historia reciente, para que el espíritu de Ermua nos recuerde cada día el valor de la paz, de la vida, de la libertad y de la democracia".

De "memoria" también habló Marimar Blanco, la hermana del concejal asesinado, quien dio las gracias al rey por el apoyo de la Casa Real a las víctimas del terrorismo. No se dirigió en ningún momento al jefe del Ejecutivo, a quien el día anterior había exigido que rompa sus acuerdos con Bildu. Eso sí, le dejó varios recados. Por un lado, reclamó que la memoria democrática reconozca la historia del terrorismo "con víctimas y verdugos" porque en el País Vasco "no hubo un conflicto", sino que "unos mataban y otros morían". Así, avisó de que "la justicia y la verdad debieran ser prioridad de cualquier Gobierno", pues "lo contrario ni es justo ni es decente". Y remarcó que "ETA y HB, hoy Bildu", son "la misma cosa".

Sánchez tomó la palabra después y en cierto momento interpeló directamente a Blanco para asegurarle que es "consciente" de que "ni todos los reconocimientos ni las medidas de apoyo ni los homenajes serán nunca suficientes para compensar la ausencia" de su hermano. "A pesar de eso –añadió–, seguiremos empeñados en la memoria y el recuerdo, y en el afecto hacia las víctimas, porque les debemos parte de nuestra dignidad como sociedad".

Tras rememorar que en 2021 se cumplieron diez años sin atentados de ETA, el presidente defendió construir "una memoria colectiva" para que "la sociedad no olvide", y apeló al espíritu de Ermua como movimiento de "la unidad y la paz".

No olvidar fue también uno de los ejes del discurso del lehendakari. Urkullu, del PNV, exigió "una reflexión valiente y una autocrítica sincera a quienes ejercieron y ampararon el terrorismo", pues rechaza que, una vez derrotada ETA, se pueda hacer "borrón y cuenta nueva". En este sentido, apeló a "un futuro asentado en la verdad" que "deslegitime" la injusticia de la violencia.

Más allá de las palabras, el acto en recuerdo de Miguel Ángel Blanco también sirvió para homenajear a todas víctimas. Tras los discursos, las autoridades realizaron una ofrenda floral ante la escultura que conmemora en Ermua la memoria de todos aquellos que sufrieron la violencia de ETA.

El primero en acercarse, rosa en mano, fue el rey, que recibió vítores y aplausos. Le siguió Sánchez, a quien los vecinos también aplaudieron, aunque se escucharon abucheos y gritos de "fuera, fuera".

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