Un tren de mercancías peligrosas se ha salido de la vía en Alcalá de Henares cuando realizaba el trayecto Madrid-Zaragoza y se ha producido un escape de ácido clorhídrico. La nube tóxica ha llegado a la cercana Facultad de Biología y ha afectado a dos estudiantes. Un grupo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) acude a evacuarlos y otro, equipado con trajes de protección química 3, procede a taponar la fuga. La zona ha quedado contaminada y todo el que ha estado en ella debe pasar por la estación de descontaminación antes de abandonarla.

Esto, que podría ocurrir, afortunadamente esta vez es un simulacro, enmarcado dentro de la octava edición de las Escuelas Prácticas de Riesgos Tecnológicos de la UME. Estas jornadas, realizadas en la madrileña base de Torrejón de Ardoz, las organiza el Gietma (Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales) y con ellas busca poner en práctica y perfeccionar sus protocolos y procedimientos de actuación. 

Esta unidad es la que tiene como cometido actuar en situaciones de reconocimiento NRBQ (Nuclear, Radiológica, Bactereológica y Química), incidentes industriales, descontaminación y la lucha contra desastres medioambientales. Son quienes llevaron el peso de la Operación Balmis, aquella que se puso en marcha para intentar frenar la primera ola del coronavirus. Y también han estado en el operativo tras la erupción del Cumbre Vieja, con misiones como la medición de gases. 

"Nuestros principales riesgos son los asociados a la meteorología pero también hay otros que pueden suceder en cualquier época del año, como un terremoto, el colapso de cualquier infraestructura o una fuga de hidrocarburos en un río o en una central nuclear", explica el comandante Pascual Galera, jefe de Negociado de Instrucción y Adiestramiento de Especialidades. La entrevista se produce durante un ejercicio con el equipo cinológico en Hoyo de Manzanares -también en la Comunidad de Madrid- unos días después del simulacro del descarrilamiento. 

Porque la UME, además de tener 3.583 efectivos repartidos por la geografía española en seis batallones, dispone de 45 perros adiestrados para buscar personas. El Cuartel General está situado en Torrejón, donde junto al Primer Batallón se encuentran el Batallón de Transmisiones (Btume) y el Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias (Raiem), al que pertenece el Gietma.

Henar de Pedro

Fundada en 2005 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero entre dudas de la oposición sobre su utilidad, la Unidad llevó a cabo su primera intervención dos años después. Se trató precisamente de un incendio forestal, porque, como dice el comandante, esa ha venido siendo, junto a las inundaciones y las tormentas invernales, su actividad más habitual. 

Dentro y también fuera de España, donde se les vio igualmente entre los escombros de seísmos como los de Haití o México. Sin embargo cada vez más, y los dos últimos años lo han puesto de manifiesto, nuevas amenazas cobran protagonismo –e incluso las comunes ganan en dimensión–. Hace 15 años, el Gietma no existía. Hubo que esperar a 2013 para su creación y se estima que sus intervenciones vayan en aumento.

Así se prepara y trabaja la Unidad Militar de Emergencias

"Cuando alguien llega a UME inicia su formación con el Curso Básico de Emergencias, en el que se ven todas las capacidades que tenemos. Después, dependiendo de la unidad a la que vaya destinado, se va formando en otros riesgos. No es lo mismo el personal destinado a una unidad tecnológica que a otra que se enfrenta a riesgos naturales", afirma el comandante. La sección que él dirige se ocupa además de otras dos "patas": la instrucción y adiestramiento, y la evaluación.

Esto último es lo que están llevando a cabo en el ejercicio cinológico. Oda, junto con su guía, el soldado Arjona, logra batir 40.000 metros cuadrados en unos 15 minutos y localiza a dos trabajadores ficticios de una línea de alta tensión desaparecidos tras un accidente. "Ha hecho un trabajo perfecto", anota el evaluador. Con estos controles y con los aprendizajes de cada intervención, sobre todo de emergencias tan especiales como Balmis, la borrasca Filomena o el volcán de La Palma, se van mejorando tanto los procedimientos como los materiales. "Tras una operación siempre sacamos unas lecciones identificadas. Posteriormente las incluimos en la instrucción o adquirimos las herramientas necesarias", expone el comandante Galera. 

Henar de Pedro

En todo este desempeño tiene igualmente un papel fundamental la preparación psicológica. Un gabinete con sede principal en la base de Torrejón enseña a estos militares cómo dirigirse a los ciudadanos en momentos en los que no suelen encontrarse en su mejor estado emocional. Son profesionales que incluso suelen desplazarse a las emergencias. Pero ese gabinete también supone un apoyo a nivel interno, sobre todo en una época en la que no paran de sucederse operaciones muy intensas y de especial dureza. 

Y en todas está la UME. Sin desatender incendios forestales como el de Navalacruz y Cepeda La Mora (Ávila) o inundaciones como las de Zaragoza, durante estos dos años también han participado en la operación Baluarte -para la desinfección de lugares puntuales y la realización de labores de rastreo de casos Covid-. Y hasta se ocuparon de levantar, en menos de 24 horas, el campamento para acoger a los afganos evacuados de su país este verano. "Cuando nuestro personal se está formando lo tiene más alejado, pero cuando interviene, la gratitud de la población nos da fuerzas para seguir", señala el comandante sobre una parte del Ejército que hoy cuenta con un amplio respaldo social.

DOS AÑOS DE OPERACIONES ESPECIALES

Operación Balmis, la lucha contra un enemigo invisible

El teniente coronel Antonio Núñez Ortuño llevaba a penas un año como jefe del Gietma cuando estalló la Covid. Este Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales, formado por 145 efectivos, está especialmente preparado para incidentes nucleares, radiológicos, bactereológicos y químicos. Sus procedimientos están enfocados a virus mucho más peligrosos que el Sars-Cov-2 y cuentan con materiales especiales, pero no habían contemplado un escenario de tal envergadura. 

La vida en tiempos de la pandemia del coronavirus: 'Soldados con nombres y sentimientos'

"Nos habíamos preparado y en cierto modo la pandemia no nos sorprendió tanto como a otros. Pero siempre nos planteamos un brote normalmente fuera de nuestras fronteras y con un número de pacientes pequeño. Teníamos equipos suficientes pero tuvimos que transformar la orgánica de la Unidad y lo hicimos en muy poco tiempo", explica el teniente coronel, sentado en un pequeño laboratorio puesto en marcha "en tan solo mes y medio" desde el estallido de la crisis sanitaria. El Laboratorio de Identificación Rápida del Gietma, un contenedor transportable y destinado al análisis de restos biológicos en catástrofes, fue rápidamente validado para colaborar en el diagnóstico del coronavirus por PCR. Pasó entonces a dedicarse exclusivamente a ello, ante lo que se creó esta sala, con el objetivo de poder responder a cualquier otra emergencia que pudiera surgir. 

Toda la UME -así como el resto de las Fuerzas Armadas- participó en la operación Balmis, activada a partir de la declaración del estado de alarma el 14 de marzo de 2020 y que duró 98 días. Desinfecciones, labores de seguridad, instalación de hospitales de campaña, transporte de materiales... Pero fue el Gietma el que, además de hacer test, se ocupó de las zonas más peligrosas y del traslado de enfermos y fallecidos. 

"Tuvimos momentos muy difíciles, sobre todo cuando veíamos que a pesar de tanto esfuerzo no conseguíamos aplanar la curva de contagios y muertes", recuerda el teniente coronel. "Hemos aprendido muchísimo. Hay cosas que pensábamos que nunca haríamos, como los enferetramientos. Podía parecer lo más duro psicológicamente, pero a veces era peor ver las caras de preocupación de los pacientes o de nuestros mayores, tan vulnerables", continúa el jefe de un grupo cuyas intervenciones irán en aumento: "En un mundo cada vez más tecnológico y global es más sencillo que se den este tipo de emergencias. Y son emergencias con un gran impacto en el medio ambiente".

Operación Filomena, la peor nevada en cien años

Tras un 2020 marcado por la Covid, 2021 arrancaba con una borrasca histórica en el centro y norte peninsular que, entre otras zonas, colapsó la Comunidad de Madrid, donde fueron movilizados unos 750 miembros de la UME. Otros 440 se repartieron entre Asturias, León, Albacete, Teruel y Zaragoza. Después de socorrer a las personas que quedaron atrapadas en las carreteras el 8 de enero, las tareas se centraron en limpiar de nieve vías, calles y accesos. Con máquinas quitanieves y kilos de sal, pero sobre todo a pico y pala; de día y de madrugada, con el termómetro bajo cero. 

La UME trabaja contra reloj para devolver la normalidad al país tras el paso de la borrasca Filomena

"La Agencia Estatal de Meteorología hizo una serie de avisos y hubo reuniones previas en las que se dieron directrices de lo que podíamos esperar. Es cierto que la nevada sobrepasó las expectativas, pero no se realizó una mala previsión sino que a raíz de lo que íbamos encontrando nos dimos cuenta de que se necesitaban más medios en unos sitios que en otros", comenta el teniente coronel Felipe Ruiz Gómez, jefe de Operaciones. 

Por sus características, donde más complicado resultó volver a la normalidad fue en la región madrileña. La situación se complicó cuando las gélidas temperaturas de los días posteriores convirtieron la nieve en hielo. "Filomena en Madrid fue algo tan extraordinario que aprendimos lo fundamental que es la coordinación entre los distintos elementos. Y que hay que ser realista: en tres días es imposible solventar una emergencia así. Hay que priorizar y acometerla poco a poco para llegar al mejor fin", señala desde el Centro de Operaciones Conjunto, situado en la base de Torrejón.

Aunque los medios de la UME para la campaña de tormentas invernales son en esta ocasión similares a los de años anteriores, las experiencias adquiridas de aquel temporal sí han llevado a proceder a ciertos refuerzos. Como novedad, las unidades se han entrenado con el simulador de máquinas quitanieve Snow Plow, que permite elegir diferentes entornos y complejidades: nevadas más copiosas, precipitaciones, resaltos, nocturnidad, vehículos o animales en mitad de la calzada, etc. Si bien nada hace sospechar que este invierno se vuelva a repetir un episodio similar, conviene practicar para posibles futuros temporales.

Operación Volcánica La Palma 2021, cuatro meses en el infierno

El año que había comenzado a -15 grados acabó entre temperaturas superiores a los 1.000. El 19 de septiembre, la UME se desplegaba en La Palma, con 190 militares, después de que el Cumbre Vieja entrase en erupción. En 2020, la Unidad había elaborado un plan para determinar cómo actuaría ante un volcán. El objetivo era ponerlo en práctica con un ejercicio precisamente en Canarias, pero la pandemia lo impidió. Y así fue como tuvieron que aplicarlo directamente sobre un caso real. 

Así son los trajes de protección que usan los de la UME para caminar sobre las coladas de lava

En algunas cosas acertaron pero otras les van a servir para actualizar aquel protocolo. "Hay capacidades que sí hemos desarrollado, como la vigilancia con drones y puestos de observación, las evacuaciones, la medición de gases... Pero también creíamos, por ejemplo, que íbamos a tener que extinguir incendios forestales y hemos visto que no. Tampoco esperábamos una cantidad tan ingente de ceniza ni que íbamos a tener que retirarla de los tejados para que no colapsen", relata el teniente coronel José Alberto Gallego, coordinador militar de la emergencia. 

Con equipos especiales que aguantan los 900 grados, entre sus cometidos también ha estado la obtención de muestras de lava a petición de los científicos. Además han asistido psicológicamente a los palmeros y han intentado mantenerles informados de la situación y resolver sus dudas. "Me sorprende el aguante que tienen. Están sabiendo sobrellevar la situación y esperar a que se les den soluciones. Pero también preguntan y nosotros ponemos a su disposición vídeos y fotos de lo que vamos haciendo para intentar tranquilizarles un poco", comenta el teniente coronel.

Este mando atiende a 20minutos pocos días antes de que el volcán cese su actividad el 13 de diciembre y ya vaticina que con eso no concluirá la intervención: "Vamos a tener que esperar a que se enfríen las coladas para abrir vías de comunicación. El calor va a tardar meses en disiparse y la ceniza vamos a tardar meses en retirarla". Con un repliegue progresivo, la operación finaliza definitivamente el 21 de enero, después de que 1.336 militares pasen por la isla y tras mantener permanentemente desplegado un contingente de 240 efectivos y más de 70 medios.

REPORTAJES QUE TE PUEDEN INTERESAR:

Si quieres contactar con 20minutos o realizar alguna denuncia o alguna corrección sobre algún tema, puedes enviarnos un mail a zona20@20minutos.es. También puedes suscribirte a las newsletters de 20minutos para recibir cada día las noticias más destacadas o la edición impresa.