La ciudadanía, veinte años después del 11S: "Con lo de Afganistán acabamos de ver que el peligro sigue ahí"

Varios ciudadanos cuentan cómo vivieron el 11S.
Varios ciudadanos cuentan cómo vivieron el 11S.
Bieito Álvarez
Varios ciudadanos cuentan cómo vivieron el 11S.
Varios ciudadanos cuentan cómo vivieron el 11S.
Bieito Álvarez

11 de septiembre de 2001. Martes. 14.46 hora española. Un avión de pasajeros se estrella contra una de las torres gemelas de Nueva York. Los informativos de mediodía arrancan con la noticia y tan solo tres minutos después, en plena conexión con los corresponsales, otra aeronave comercial atraviesa la segunda torre. Ese choque se vive en directo y, aunque aún reina el desconcierto, el mundo empieza a ser consciente de estar ante un hecho sin precedentes y a pocos se nos olvida ya dónde estábamos y qué hacíamos cuando sucedió.

"Todavía me acuerdo de la impresión de que aquello, que parecía imposible, estaba pasando. Esa sensación de que somos muy vulnerables, de que en cualquier momento nos puede tocar a cualquiera", cuenta Eloisa Vaello mientras se dirige hacia la madrileña Gran Vía desde Fuencarral. Ella tenía entonces 32 años y se encontraba trabajando en una oficina. "Como estábamos todos conectados y prácticamente se retransmitió minuto a minuto, lo seguimos a través del ordenador, viendo y leyendo lo que estaba pasando entre todos los compañeros. Fue muy impactante", añade a preguntas de este diario, que ha salido a la calle para saber cómo vivieron los ciudadanos aquel día. 

A Paulino Quivira también le tocaba trabajar, pero el sobresalto le pilló comiendo en casa. Tenía la tele puesta, estaba viendo Antena 3, y fue uno de los millones de españoles que escuchó cómo un atónito Matías Prats alertaba a su corresponsal con la que se convertiría en una de las frases más resaltadas de aquel martes: "¡La otra torre, Ricardo, la otra torre!". "Fue un caos. El programa siguió pero yo tuve que irme al trabajo", relata este hombre de 68 años. 

"Tuve la sensación de que somos muy vulnerables, de que nos puede tocar a cualquiera en cualquier momento"

Y sí, el "programa siguió", porque a partir de ese instante todas las miradas se dirigieron al World Trade Center. Las cadenas de televisión y las emisoras de radio programaron una cobertura especial, los periódicos sacaron ediciones vespertinas extraordinarias... y asistimos en directo al mayor atentado terrorista en la historia de Estados Unidos, con un balance de 3.000 muertos. 

Fue así como se nos quedaron grabadas en la retina las terribles imágenes de personas saltando por las ventanas de las torres para huir de las llamas y de los majestuosos edificios derrumbándose finalmente como castillos de naipes, provocando una inmensa nube de polvo que cubrió gran parte de Manhattan. Y también nos enteramos según sucedía de que un tercer vuelo secuestrado se estrellaba contra el Pentágono, mientras el cuarto caía en un campo de Pensilvania

"Yo estaba de vacaciones en Salou y ya no salimos. Nos pasamos la tarde viendo las noticias. Fue algo muy ilógico, muy irracional, muy extraño. En ese momento tampoco sentí miedo, más bien nos quedamos en shock. Hasta que reaccionas varios días después y ves todo lo que conlleva fue como un bloqueo", afirma Raquel Ruiz, de 40 años. También María José Bausá, de 50, se pasó la tarde "intentando ver todos los informativos" y muy pegada al teléfono. "Mi hijo era pequeño. Estábamos en la piscina y de repente vimos que todo el mundo empezaba a entrar en el bar, que tenía televisión. Había un silencio absoluto. La gente no era ni siquiera capaz de expresar lo que estaba viendo. Costaba procesarlo", afirma y califica de estupor lo que sintió.

"Había un silencio absoluto en el bar. La gente no era ni siquiera capaz de expresar lo que estaba viendo. Costaba procesarlo"

El mundo a partir de entonces

Dos décadas después el recuerdo sigue siendo nítido y las consecuencias permanecen. Desde entonces los Gobiernos incrementaron los controles de seguridad y la guerra que Estados Unidos emprendió contra Afganistán, por considerarlo cuna de los yihadistas que habían ideado los atentados, ha durado hasta este agosto. También invadió Irak y logró derrocar a Sadam Husein en 2003.

"La consecuencia más palpable es cuando viajas, que hay más controles de seguridad, sobre todo cuando vas en avión, que tienes que estar con más tiempo de antelación en el aeropuerto. Y luego las guerras de Irak y de Afganistán que vinieron como consecuencia y que justo la última se ha terminado ahora", comenta Pablo Fuertes, a quien el 11S le pilló con edad de estar en el instituto.  

Más crítica se muestra Charo Cuesta, para quien lo sucedido se utilizó de pretexto para recortar en libertades. "Sirvió de excusa para tenernos más controlados, para vendernos más seguridad, más Policía y más represión", manifiesta esta mujer de 53 años cuando se le pregunta cómo cree que ha cambiado el mundo.

"Ahora con lo de Afganistán acabamos de ver el peligro sigue estando ahí y a lo mejor la manera en la que se ha luchado [contra los terroristas] no era la más idónea ni la más pertinente", advierte por su parte Eloisa. Tal vez sea cierto que las cosas no han cambiado tanto, o lo han hecho solo para una parte del planeta. La retirada de las tropas estadounidenses de Kabul deja el país asiático en manos de los talibanes, los mismos que gobernaban en 2001. Con mano de hierro y sin respetar los derechos humanos. 

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