Cuatro meses bajo el yugo talibán: "Soportamos una situación de miedo y pobreza. Es desalentador ser olvidado"

Su, estudiante de Medicina afgano que solicita refugio a España
Su, estudiante de Medicina afgano que solicita refugio a España
CEDIDA
Su, estudiante de Medicina afgano que solicita refugio a España

"Deprimido, preocupado y asustado". Con estas tres palabras describe Su su estado de ánimo cuando se le pregunta cómo se siente. Hace cuatro meses, los talibán se hicieron con el control de Afganistán y la vida de los ciudadanos retrocedió veinte años. Este joven lucha desde entonces por conseguir refugio en España para él y para su familia. Pero las semanas pasan y siguen atrapados en un país sumido en el hambre, con la economía colapsada y donde se gobierna a golpe de represión

La conversación con este estudiante de Medicina se realiza por WhatsApp y con el compromiso de no relevar su nombre verdadero. Tampoco su paradero, un paradero que continúa siendo itinerante. "Seguimos escondiéndonos e intentamos cambiar nuestro lugar de residencia con la mayor frecuencia posible. Pasamos la mayor parte del tiempo en casa de familiares", relata, después de explicar que las pocas veces que salen a la calle intentan cubrirse la cara para no ser reconocidos. 

Su vive con miedo porque su padre fue militar del Ejecutivo derrocado y él es considerado espía por los nuevos dirigentes al haber estado de intercambio en el extranjero, en concreto en Santiago de Compostela. "Quienes estuvimos estudiando fuera corremos el riesgo de perder la vida y no podemos encajar en la nueva sociedad de Afganistán. Nuestra mentalidad se ve principalmente influenciada por nuestra estancia en España y creemos en los derechos humanos, la libertad y la justicia social", clama. Sus temores se acentúan cuando le llegan noticias como la del asesinato de un exoficial, la de un activista social e incluso la de algún niño.

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Con el regreso del régimen fundamentalista, ni este joven ni sus hermanos y hermanas han podido retomar los estudios. Las universidades y las escuelas cerraron hasta que no se crearan "entornos islámicos" y muchas no han reabierto. La realidad de las chicas es aún peor. Pese a las promesas de que se permitiría su acceso a la educación, en septiembre se prohibió. El portavoz del todopoderoso Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, Mohammad Sadiq, aseguró en una entrevista a Efe que las alumnas podrían regresar a los colegios y reanudar sus carreras universitarias "tras el parón invernal". Pero después de un cúmulo de promesas de moderación incumplidas existen muchas dudas sobre que eso vaya a ocurrir.

"Los talibán están enfocados en cuestiones de seguridad y en la búsqueda de quienes están en su contra"

"No sabemos qué sucederá. La situación es muy mala. Un desastre. Los talibán no han tomado ninguna medida seria para mejorar las cosas. Están enfocados en cuestiones de seguridad y en la búsqueda de quienes están en su contra", lamenta Su y con su testimonio en primera persona corrobora la crisis humanitaria que tanto la ONU como ONG internacionales vienen denunciando. "La economía está en su peor momento. La mayoría de la población está desempleada y los que tienen trabajo no cobran el salario desde hace meses. Todo es caro. La gente vive con menos de dos dólares al día y no puede cubrir las necesidades básicas", añade.

Él y su familia se encuentran en el grupo de quienes no tienen empleo y por el momento sobreviven a duras penas habiendo reducido los costes a la más mínima expresión. "Estamos soportando una situación de pobreza, desamparo y miedo. Es muy desalentador ser olvidado", asevera. Olvidado porque el mundo dejó de mirar hacia una crisis que en agosto copaba las portadas de todos los periódicos y abría todos los informativos. Olvidado porque otros temas han enterrado el interés mediático sobre lo que pasa a miles de kilómetros. Y un olvido que el chico ya auguró cuando habló con este diario en septiembre. "Tenemos miedo de que el Gobierno ya no sea reconocido a nivel internacional y de que el mundo deje de ocuparse de nosotros", decía entonces.

Porque aunque los focos se hayan apagado, en Afganistán sigue habiendo miles de personas afanadas en huir de la barbarie. Moncloa continúa intentando sacar a algunas de ellas pero la agilidad con la que lo hace se ha ralentizado sobremanera. Si en verano logró traer a 2.181 afganos en nueve días a través de vuelos directos desde Kabul, el resto están llegando a cuenta gotas. Unos 240 lo hicieron por ejemplo en octubre, en aviones procedentes de Islamabad.

Su sabe de núcleos familiares que han sido elegidos para la evacuación pero que siguen sin poder salir "porque el proceso es lento". Pero también sabe que España continúa ayudando a otros compatriotas: "Los conozco. A un amigo que estudiaba Literatura Española en la Universidad de Kabul le dijeron que fuera a Pakistán y que de allí lo llevarían a Madrid. Le pedí que solicitara el mismo camino para mí pero no tuve respuesta". Desesperado, le implora "amablemente" al Ejecutivo español que "no olvide la justicia y la igualdad". 

"He vivido en España y he estado involucrado en diferentes actividades con la población de allí. Si uno de mis amigos, que estaba en la misma situación, fue evacuado con su familia, ¿por qué no nosotros? ¿Cuál es la diferencia?", se pregunta. Ese amigo del que habla se llama Hujjat, un universitario que estuvo igualmente de intercambio en España, en su caso en una facultad de Odontología, y que aterrizó en Torrejón de Ardoz en agosto. Su aspira a seguir esos mismos pasos y a tener un futuro mejor, un futuro que le permita cumplir su sueño de ser cirujano. 

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