Así cercó la Guardia Civil a Bernardo Montoya tras el crimen de Laura Luelmo

Bernardo Montoya, saliendo de los juzgados.
Bernardo Montoya, saliendo de los juzgados.
EFE
Bernardo Montoya, saliendo de los juzgados.

La Guardia Civil vigilaba a Bernardo Montoya como "sospechoso con mayúsculas" del asesinato de Laura Luelmo desde el primer momento de la desaparición de la joven en la localidad onubense de El Campillo. Después de que el padre de la profesora por un lado y su casera por otro denunciasen que habían dejado de tener noticias suyas, el instituto armado abre dos frentes con los mejores especialistas tanto de Huelva como de Madrid: la búsqueda de la chica y la investigación.

La última vez que los allegados de Laura supieron algo de ella fue el miércoles 12 de diciembre a las 16.22 horas, cuando envió un wasap a su novio en el que le comentaba que a lo mejor salía a caminar. Ahora se sabe que justo después compró huevos, agua y patatas fritas en un supermercado. El tique marca las 17.20 horas de ese mismo día.

Tras las denuncias, los agentes acuden a la vivienda que la joven había alquilado y no hallan indicios de robo ni cualquier otro tipo de delito. Su familia sí echa en falta ropa deportiva, por lo que la hipótesis de que haya desaparecido accidentalmente cobra fuerza, si bien se intuye algo "raro" en el caso.

Durante tres jornadas, las batidas de búsqueda no dan resultados. Por los testimonios de quienes la conocen, no parece probable Laura que se adentrara por lugares desconocidos porque era "más bien miedosa", lo que hace inclinar la balanza de la investigación hacia otras causas.

Vigilancia sobre la casa de Montoya

Esos días, un equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil ve salir a Bernardo Montoya de su casa con unos objetos —una canasta y una manta— y le identifica. Su ficha policial y algún detalle más le convierten en un sospechoso "mayúsculo", pero, de momento, le dejan ir. No hay indicios objetivos para detenerlo.

Le someten no obstante a un exhaustivo seguimiento con los mejores agentes especializados de Madrid. Montoya quiere entrar en su casa, pero está muy vigilada. Se pega a las paredes de las viviendas del pueblo para no ser visto, pero desiste y da vueltas por la zona con el coche. Los investigadores no entran en la vivienda porque están convencidos de que si tuviera retenida a la víctima no sería allí. En cualquier caso, el objetivo es no poner en riesgo la vida de la joven.

Mientras, la jueza ya ha autorizado la geolocalización del móvil de Laura, que se ubica en una zona cercana a la que fue finalmente hallado el cadáver, pero al no estar en llano no es certero al 100%, según los investigadores.

El lunes 17 se descubre el cuerpo sobre unas jaras, difícil de ver, desnudo de cintura para abajo. El pantalón de la profesora también aparece muy cerca y se encuentran indicios biológicos —como se comprobó después— que pueden estar relacionados con una agresión sexual, además de golpes.

Coche balizado

Al día siguiente, Montoya sale de su casa familiar en Cortegana en su vehículo, ya balizado. Se detiene en el hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva porque quiere entrar al baño. La presencia policial le hace desistir.

Sigue la marcha y en Valverde del Camino se desvía por un camino sin asfaltar. Es entonces cuando intenta huir a pie campo a través y acaba detenido.

Su declaración no convence, pero aporta datos que le autoinculpan. Y no solo eso: el detenido dice que ha roto el móvil de Laura y ha metido en una bolsa la batería y otros objetos de la joven que son recuperados, así como la manta en la que dice que la llevó hasta el campo, hallada en el lugar que él mismo señala.

Los huevos y agua que Laura compró antes de desaparecer son hallados en casa de Montoya. De las patatas solo la bolsa porque el autor confeso se las comió. Los agentes también encuentran restos se sangre, incluso en la fregona.

Aportaciones clave de los vecinos

Un vecino asegura que aquel fatídico 12 de diciembre, en torno a las 18.10 horas, Montoya tenía el coche en su casa con el maletero abierto. Allí mete a Laura inconsciente con un golpe en la cabeza tras un forcejeo y la traslada al lugar donde fue encontrada después.

Todo ello lleva a la Guardia Civil a concluir que la chica murió esa misma noche y que su asesino la retuvo poco tiempo en la casa antes de llevarla aún con vida al campo. La autopsia preliminar determinó sin embargo que falleció dos o tres días después de su desaparición.

No está aún cerrada la investigación ni finalizada la autopsia, pero los investigadores ven en este caso la acción de un asesino "desorganizado" y con "un alto grado de impulsividad", que "no piensa lo que va a hacer ni los rastros que puede dejar".

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