Los fermentos lácteos o lácticos son cepas de mohos, bacterias o levaduras que se añaden a la leche para elaborar a productos como los yogures, la cuajada o el queso.
Los derivados del ácido láctico se usan también como aditivos para conservar o dar textura o sabor a algunos alimentos.
Olalla Otero, doctora en Biología por la Universidad de Vigo, explica cómo estos microorganismos pueden incidir en factores como el sobrepeso y la obesidad, la salud oral o para tratar distintos problemas cutáneos.