Especial dos años de la guerra en Ucrania: cómo va la guerra y qué se espera de un conflicto de difícil solución

Se cumplen dos años de guerra en Ucrania y la paz parece ahora más lejana que nunca.

 

Se cumplen dos años de guerra en Ucrania y la paz parece ahora más lejana que nunca. Ni Rusia es capaz de derrotar al ejército ucraniano para terminar el conflicto que empezó en febrero de 2022 ni Kiev tiene los medios necesarios para expulsar al invasor de su territorio. Ante ese equilibrio de fuerzas, el frente se ha estabilizado y el conflicto se ha convertido en una guerra de trincheras de difícil solución.

 

730 días

 

A lo largo de la extensa frontera avanzaban en 2022 los miles de carros de combate y aeronaves militares. La superioridad rusa parecía evidente y la velocidad a la que tomaban localidades ucranianas hacía presagiar una caída rápida. La intención era llegar a Kiev y derrocar a Volodímir Zelenski, un cómico reconvertido en presidente ucraniano que había desafiado al Kremlin anunciando su intención de unirse a la OTAN y a la Unión Europea. En poco más de 48 horas los primeros militares rusos estaban a las afueras de la capital. Los errores logísticos de aquella invasión y la resistencia ucraniana tiraron por tierra el deseo del Gobierno ruso: sus tropas nunca llegaron a entrar en Kiev. Y los check points abandonados por toda la ciudad así lo recuerdan. Sus habitantes han convertido esta fecha en un hito de resistencia que alimenta el creciente nacionalismo ucraniano. La bandera amarilla y azul es hoy el mejor complemento.

 

Carlos P. Palomino, periodista de 20minutos, informando desde Kiev.
El periodista de 20minutos, Carlos P. Palomino, se encuentra en Ucrania, durante el segundo aniversario del inicio de la guerra en Ucrania.
IMAGEN: Carlos G. Kindelán

 

El apoyo a la guerra contra Rusia permanece inquebrantable dos años después. No tanto el número de personas dispuestas a sacrificar su vida por ello. El tercer año de conflicto comienza en Ucrania en medio de una batalla interna contra la llamada fatiga de la guerra. Tanto es así que no se habla de otra cosa que no sea el nuevo proyecto de ley que pretende flexibilizar las condiciones para ser llamado a filas, incluida bajar la edad a 25 años. A diferencia de los primeros compases de la guerra, los voluntarios escasean y los heridos y fallecidos hacen que el Ejército ucraniano busque incesantemente soldados que mandar al frente. Incluso si esto significa embargar cuentas bancarias o quitarle el permiso de conducir a aquellos que se nieguen.

​Conocer la cifra de víctimas en estos dos años de guerra no es sencillo, ya que es usada por cada una de las partes como una forma de hacer propaganda e insuflar ánimo en sus filas. Según la Federación Rusa, el Ejército ucraniano tiene 383.000 soldados muertos y heridos. Mientras que Ucrania fija la cifra de soldados fallecidos y heridos del bando ruso en 372.000. En cuanto a civiles, la ONU aseguraba en noviembre del año pasado que 10.000 personas habían muerto como consecuencia de la guerra. Además, más de 5,2 millones personas se habían visto obligadas a desplazarse internamente y seis millones de ucranianos continúan refugiadas en otro país.

 

  

De la contraofensiva fallida a los frentes estancados

Pese a que los avances en los frentes ha sido pequeños en el último año, los ataques han continuado a diario. En junio del año pasado se desencadeno la anunciada contraofensiva ucraniana con el objetivo de cortar la línea terrestre entre Crimea y la Rusia continental. Aún con las pequeñas victorias en algunos puntos, sobre todo en el frente de Zaporiyia, menos de cinco meses después la contraofensiva terminaba sin los éxitos esperados. Ahora se libra una guerra de trincheras que recuerda a conflictos de otro siglo. Los avances están siendo mínimos y se estima que cerca del 26% del territorio ucraniano sigue ocupado por Rusia.

 


Los bombardeos del Kremlin se han intensificado en los últimos meses, al tiempo que Kiev responde con ataques en territorio ruso y contra su flota. Esta es quizás una de las victorias más destacadas, ya que un país sin Armada está consiguiendo atacar constantemente plataformas navales e impidiendo el normal funcionamiento y movimiento de la flota rusa en mar Negro. Con todo, Rusia parece haber tomado parcialmente la iniciativa. Después de varios meses sin avances, el pasado sábado anunció la toma de Avdivka, a pocos kilómetros de Donetsk. Tras la caída de la ciudad, las tropas ucranianas han comenzado a reagruparse en sus nuevas líneas defensivas para intentar impedir que las fuerzas rusas progresen en ese sector del frente. Según el comandante de la agrupación de tropas Tavria, el general Oleksandr Tarnavski, el Ejército ucraniano ha establecido "nuevas líneas defensivas y está repeliendo con éxito los intentos de los invasores de desarrollar una ofensiva".

 

 

Jersón, la ciudad ucraniana que vive bajo las bombas

 

Una inmensa fila de coches espera su turno en el checkpoint que vigila la entrada a Jersón. De fondo, el sonido de la artillería sobre la ciudad retumba incluso dentro de los vehículos. La sirena antiaérea suena una vez más alertando de un nuevo bombardeo. Nos adentramos en esta localidad del sur de Ucrania que estuvo durante los primeros 8 meses de guerra bajo ocupación y que ahora sufre a diario los ataques rusos.

Avanzamos por la calles vacías junto a un joven soldado que nos escolta. No supera los 20 años y nos cuenta, mientras conducimos por una ciudad prácticamente desierta, que lleva desde el inicio de la invasión sirviendo en las Fuerzas Armadas pese a que siempre ha querido ser periodista. Esta es su ciudad natal y nos guía a través de varias avenidas hasta que paramos frente a uno de los bloques de edificios que más ataques ha recibido, por su situación justo en frente del Dnieper. A través de este caudaloso río, en noviembre de 2022, las tropas rusas llevaron a cabo su retirada de la ciudad.

 

"Cada vez que sales de casa, compras un billete de lotería. No sabes si volverás"

 

 

 

Olha KosovaDESDE UCRANIA

"De los que empezaron conmigo, solo siguen dos o tres"

"No me arrepiento de nada. No esquivamos la batalla ni huimos. Luchamos por nuestra libertad. Escribirán sobre nosotros en los libros de historia. Tal vez algún día alguien cuente sobre nuestros días aquí, en Donetsk", dice Christina con convicción. Ha transcurrido casi un año desde nuestro último encuentro. En aquella ocasión, durante el viaje en tren de Dnipro a Pokrovsk, su entusiasmo era palpable al hablar de aquellos que defendían su ciudad natal. Ahora, a sus 33 años, Christina no solo sueña con unirse a ellos, sino que es una de ellos.

En el objetivo de la cámara, el fondo color sepia y la forma de píxel parecen elementos perfectos para un póster de la nueva película de Dune. Pero estamos en el Donbás, y esta ubicación es para otro tipo de arte. Christina y sus colegas trabajan como aquellos a quienes llaman 'los ojos de Avdiivka' y aquí, en la proximidad inmediata del frente, aprenden a usar un dron de combate para golpear con precisión el 'paño blanco', es decir, un enemigo potencial imaginario. Tras apuntar, la explosión deja una marca negra en el cráter.

Ahora, sus movimientos de recarga del rifle son totalmente seguros; ya no se percibe el nerviosismo de aquella primera noche antes del entrenamiento, cuando todo eran dudas y fumaba un cigarrillo tras otro. Con una risa nerviosa justo después de disparar, muestra su respeto hacia los "colegas" con mucha más experiencia de combate. Sin embargo, esta expresión, casi inconsciente, no oculta la oscura marca de la guerra en sus gestos y palabras.

 

 

 

 

Llegar a Kiev en el tren de los soldados

CARLOS P. PALOMINO.

 

El Kiev Express se ha convertido en una de las escasas formas de llegar a Ucrania desde que en febrero de 2022 se cerró el espacio aéreo.

El reloj del anden no había dado las 17:49, pero el cielo de Varsovia ya mostraba una noche cerrada. Desde hacía una hora decenas de personas observaban las pantallas informativas de la Estación Este de la capital polaca. Justo en el momento en el que comenzaba a llover, una vieja locomotora soviética azul y amarilla anuncia su llegada. Gregory, de 48 años, sube al primer vagón para buscar la litera en la que pasará la noche. Junto a él, su hijo de 3 años corre para encontrar la cama y poder robar unos segundos de saltos en el fino colchón antes de que su padre le baje con una sonrisa. Su madre observaba la escena desde el quicio de la pequeña puerta mientras apura la despedida. Diez minutos más tarde un beso a través de la ventana cierra la escena. El tren empieza a andar puntual. Quedan 17 horas para llegar a Kiev.

Imagen del Kiev Express en Varsovia.
Imagen del Kiev Express en Varsovia.
Carlos Pérez Palomino

 Los cuartos del conocido Kiev Express que une las dos capitales no destacan por su amplitud. Algo que no impide que tres personas adultas puedan convivir en él. En esta ocasión la suerte está de su parte y compartirá cuarto únicamente con un compañero. Una vez acomodado el equipaje se desata las botas militares, se desabrocha la guerrera y deja la riñonera en la mesa, desde la que asomaba un torniquete negro y una navaja. Es el equipaje básico de cualquier militar que va a cruzar la frontera con un país en guerra. Su país.

 

Gregory mirando su teléfono en un momento del viaje a Kiev.
Gregory mirando su teléfono en un momento del viaje a Kiev.
Carlos Pérez Palomino

 

Hace ahora dos años que este diseñador de interiores ucraniano cambió el lápiz por las armas. Desde entonces había visto de todo menos a su familia. Esta ha sido la primera reunión familiar. Un mes entero en Polonia, la nueva residencia de su mujer y sus tres hijos desde que huyeron al país vecino como refugiados. Treinta días que sabían a poco para crear un vinculo con su hijo, quien no superaba el año cuando comenzó la invasión rusa.

 

 

 

Cómo ha cambiado el mapa de Ucrania

 

 

El 23 de febrero de 2022 Vladimir Putin lanzaba sus columnas de tanques contra Ucrania en lo que pretendía ser una invasión relámpago del país vecino. Pero los planes del presidente ruso pronto se vinieron abajo porque sus tropas se atascaron en los alrededores de Kiev y fracasaron en su intento de tomar la capital ucraniana por la vía rápida. A partir de aquí, el conflicto se fue desplazando hacia el sur de Ucrania y la región del Donbás hasta convertirse, dos años después, en una enquistada guerra de trincheras sin que se vislumbre ninguna posibilidad de paz. Así ha evolucionado el mapa de la guerra en Ucrania a lo largo de los dos años de conflicto:

 

 

Comienza la ofensiva

El discurso de Putin el 24 de febrero de hace dos años sirvió como pistoletazo de salida para que los miles de soldados rusos acumulados en la frontera ucraniana desde hacía meses entraran por varios puntos del país. Desde el sur, a través de Crimea (territorio anexionado por Rusia en 2014), partió un amplio convoy que rápidamente se hizo con varias localidades, incluida la central nuclear más grande de Europa, en Zaporiyia.

Por la amplia frontera del Este cruzaron también blindados y tanques rusos: en el noreste para hacerse con Chernígov, Járkov y Sumy y, a su vez, a través de Donbás. Esta última zona está compuesta por las regiones de Lugansk y Donetsk, que tenían ya buena parte bajo control ruso desde el año 2014 mediante el apoyo a las fuerzas separatistas. La incursión que partió del Donbás permitió acceder hasta la importante ciudad portuaria de Mariúpol. En esta localidad se produjo uno de los grandes asedios de la guerra, en la acería de Azovstal, donde miembros del batallón Azov se atrincheraron durante semanas. Este asedio finalizaría a mitad del mes de mayo, cuando gradualmente se fueron entregando los últimos militares.

 

 

Por último, el principal eje de acción en esta primera parte de la invasión fue el del norte en dirección a Kiev, el gran objetivo ruso. No obstante, este frente pronto demostraría las fragilidades del Ejército de la Federación rusa, que logísticamente se empantanó en su camino hacia la capital, generando un convoy estancado de más de 60 kilómetros de largo. El ejército ruso trató de avanzar hasta Kiev a lo largo de más de 300 kilómetros, con la intención de hacer una pinza a la capital entrando por varios puntos, sin embargo, la resistencia ucraniana y los problemas organizativos acabarían desmoronando los panes.

 

 

 

 

Cuando alguien entra en el Internado de Rehabilitación nº21 de Kiev lo primero que llama la atención es el sonido. El ruido del suelo crujiendo por los pasos de varios niños que se persiguen es un hilo musical que solo se interrumpe cuando alguien ajeno a aquel ambiente hace acto de presencia. La curiosidad momentánea que ha generado ese silencio y esa cara de sospecha se diluye rápidamente cuando el perseguido es tocado por la espalda. La carrera se vuelve a reanudar. Esta vez en dirección contraria. En medio del pasillo camina con la autoridad de un profesora y la dulzura de una madre Yuliya, la subdirectora. Los jóvenes que pasan a su lado le saludan con cariño. En este orfanato y centro de educación especial pasan sus días 180 niños y niñas. De ellos, 50 pasan también las noches. La mayoría tras haber perdido a familiares durante la invasión rusa.

En estos dos años recién cumplidos, la guerra ha dejado más de 10.000 civiles muertos. Muchos de ellos dejan detrás una familia que trata de recomponerse. Y, en el peor de los casos, a un menor que pasa a manos de un Estado que ahora mismo está más centrado en luchar para que su país no desaparezca. A este centro a las afueras de Kiev han llegado decenas de niños procedentes de la provincia de Donetsk, sobre todo de Bajmut, una ciudad asediada durante casi 10 meses de la que miles de los que huyeron lo hicieron con la mochila de haber visto perecer a sus familiares.

fotografo:  [[[PREVISIONES 20M]]] tema: ESPECIAL UCRANIA - ORFANATO DE KIEV
Dibujos de los niños del orfantato de Kiev
CARLOS P. PALOMINO

También viven en el centro jóvenes desplazados de la misma región o de Zaporiyia, también ocupada actualmente por las tropas rusas. Otros, sin embargo, son hijos de soldados que se encuentran en el frente o incluso hay casos de niños cuyas familias no se pueden encargar de ellos por estar en ciudades ocupadas. Del total de menores que acuden a diario al centro, 44 de ellos tiene discapacidad desde la niñez. Lo que antes era un orfanato ahora se ha convertido también en un centro en el que nuevos profesionales tratan de ayudar en las tareas de rehabilitación y educación específica.

 

 

 

 

"A los dos contrincantes ya no les quedan piezas para hacer jaque mate y pueden comerse un peón o dos, pero no pasarán de ahí", afirma el almirante en la reserva del ejército español, Juan Rodríguez Garat, que está monitoreando la guerra en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa.

Garat no aprecia indicios de que esta guerra pueda terminar a corto plazo y pronostica un conflicto duradero en el tiempo que, a la larga, podría dar la victoria a Ucrania: "No se ve en estos momentos ninguna posibilidad de que uno de los dos bandos pueda derrotar militarmente al otro. Lo que tenemos es una competición de resistencia en la que normalmente gana el país que se defiende".

"Las guerras de agresión casi nunca acaban bien para el agresor si no terminan rápido porque las sociedades que respaldan al ejército invasor, en este caso el pueblo ruso, terminan cansándose de que una enorme parte del presupuesto estatal se gaste en proyectiles y artillería, sin que produzca ningún bienestar social", explica.

  

 

 

"Lo que tenemos es una competición de resistencia en la que normalmente gana el país que se defiende"

 

Aun así, cree que el hartazgo del pueblo ruso está todavía lejos de transformarse en una presión real para Putin que acelere el final de la guerra: "A Estados Unidos le ocurrió en Vietnam y tardó 10 años en producirse. En Rusia puede tardar el doble porque es un país totalitario".

El teniente general Francisco Gan Pampols, exdirector de la inteligencia militar española (CIFAS), ve incluso más probable "que la fatiga de guerra prenda en Occidente" antes que en Rusia. "Es muy complicado que Putin tenga contestación interna porque es un estado autoritario y todos los resortes del poder residen en el presidente o en su círculo próximo. Pero aun así, si el país estuviera abiertamente en contra de la guerra, le acabaría generando un problema, pero no es el caso".

"Putin considera esta guerra como un conflicto existencial, habla de una amenaza directa contra la forma de ser de los rusos, del alma rusa y del lugar que se merece en el mundo. La ciudadanía rusa, en general, no entra en conflicto con esos conceptos y, aunque no apoye de forma entusiasta la guerra, desde luego no se enfrenta a ella", dice.

 

  

 

  

Oksana, dos años viviendo en un convento tras huir de Ucrania: "Me gustaría estar aquí solo de turista, pero tenemos que luchar"

 

Los paraguas de los turistas ceden frente al fuerte viento este viernes por la tarde en la Puerta del Sol de Madrid, donde el invierno parece haber regresado tras varios días casi primaverales. En una esquina, donde nace la calle Alcalá, permanecen imperturbables frente al mal tiempo un grupo de media docena de personas con banderas de Ucrania y una mesa con una gran hucha. Allí están cada semana desde hace más de un año, recogiendo fondos para comprar material que envían al frente de guerra de su país, ubicado a casi 4.000 km de allí.

“Todos los que venimos aquí somos trabajadores que venimos de forma voluntaria cuando tenemos tiempo libre, este es nuestro tiempo de ocio”, explica, con una bandera de su país al hombro, Oksana. Esta refugiada ucraniana de 39 años llegó a España el 1 de abril de 2022 tras tres días y medio de viaje en autobús sin tener muy claro cual iba a ser su destino. Había llegado a la frontera con Polonia acompañada de sus dos hijos, un niño de 12 años y una niña de 16, tras dejar a su marido en su ciudad, Shepetivka, al oeste del país.

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Ucranianos en España. Nina y Oksana
Ucranianos en España. Nina y Oksana
JORGE PARÍS

"Algunos voluntarios nos explicaron que venía un autobús de refugiados para venir a España pero no sabíamos a dónde, nunca había salido en mi vida de mi país. Llegamos a Madrid unas 85 personas, casi todo mujeres con sus niños, pero, al llegar, todo el mundo conocía a alguien aquí menos nosotros y nos ofrecieron quedarnos en un convento", rememora Oksana. "Les dije que sí, claro, y aún seguimos allí. Les estamos muy agradecidos".

Oksana es solo una de las más de 200.000 historias de refugiados ucranianos acogidos en España -el quinto país de la UE que más ha recibido- desde el inicio de la invasión rusa, que comenzó hace justo dos años. El 61% de los que han llegado a nuestro país desde entonces son mujeres, como ella, y un 31%, menores de edad, como sus hijos. De ellos, casi todos (199.081) cuentan con protección temporal, un mecanismo de la Unión Europea creado en 2001 pero que no se había activado hasta ahora y que permite de forma inmediata residir, trabajar, recibir asistencia médica y estudiar durante un año -prorrogable hasta tres- sin necesidad de pedir asilo.

 

  

Los protagonistas hoy

 

Los personajes más relevantes de la invasión rusa en Ucrania —que este sábado 24 de febrero cumple dos años— siguen dentro del tablero de la guerra. Son los presidentes de Rusia (Vladímir Putin) y Ucrania (Volodímir Zelenski), las víctimas anónimas o los líderes internacionales —como el presidente de EE UU, Joe Biden, y el de la OTAN, Jens Stoltenberg. Sin embargo, este segundo año de guerra lo han protagonizado otras figuras relevantes que están o no en activo.

 

Un retrato de Yevgeny Prigozhin rodeado de flores en el centro de San Petersburgo.
Un retrato de Yevgeny Prigozhin rodeado de flores en el centro de San Petersburgo, durante su funeral.
Daniel G. Aparicio | AP
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Estos son los rostros de la guerra de Ucrania en este segundo aniversario.
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CRÉDITOS

TEXTOS: Carlos P. Palomino, Olha Kosova, Jacobo Alcutén, Alexandra Smith, Amaya Larrañeta, Pablo Rodero y Claudia Maniscalco| MULTIMEDIA: Jorge París, José González, Sergio G. Carrasco y Marta de los Dolores y Adrián Cobos | INFOGRAFÍAS: Henar de Pedro y Carlos G. Kindelán | MAQUETACIÓN: Álex Herrera | COORDINACIÓN: Héctor M. Garrido y José María Morais