Aniversario invasión de Ucrania

Dos años de guerra contra Rusia y de lucha contra el olvido

Putin y Zelenski encaran el tercer año de la guerra
Putin y Zelenski encaran el tercer año de la guerra
Henar de Pedro
Putin y Zelenski encaran el tercer año de la guerra

Pasear por la calles de Kiev es una actividad tan rutinaria como hacerlo por el centro de Madrid. Las terrazas están repletas. Todos quieren aprovechar que esta semana han subido las temperaturas. Los locales de la avenida Khreschatyk rebosan hasta tal punto que en algunos de ellos se forman cola. Parejas y familias se sientan en las escaleras de la conocida plaza Maidán con una bebida comprada en los innumerables puestos callejeros que ocupan el paseo. Todo parece normal. Hasta que la presencia de un grupo de soldados que caminan con cierta prisa rompe la estampa.

Carlos P. Palomino, periodista de 20minutos, informando desde Kiev.
Carlos P. Palomino, periodista de 20minutos, informando desde Kiev.
CARLOS GÁMEZ

A lo lejos, en la explanada de la céntrica plaza se aprecia como miles de banderas han sido clavadas en la hierba de un parterre. Junto a ellas, decenas de fotografías de jóvenes soldados. Es un memorial improvisado que desde hace meses recuerdan que a miles de kilómetros de allí su tierra sigue siendo disputada. Y que ahora se cumplen dos años desde que Kiev estuvo a punto de caer ante los miles de soldados rusos que el 24 de febrero de 2022 se adentraron a sangre y fuego para invadir su país.

No era la primera vez que el territorio ucraniano sufría una agresión de su vecino. Un conflicto armado apoyado por Rusia asolaba la región del Donbás, al este del país, desde 2014. Ese mismo año la Federación Rusia se había anexionado la península de Crimea. Sin embargo, esta ocasión era diferente. El presidente ruso, Vladimir Putin, había dado un discurso en el que, con vagas explicaciones históricas y la excusa de la "desnazificación" del Gobierno ucraniano, daba luz verde a una invasión a gran escala con el objetivo (como se ha visto después) de anexionarse un país que consideran suyo.

Carlos Palomino, enviado especial a Ucrania.

A lo largo de la extensa frontera avanzaban los miles de carros de combate y aeronaves militares. La superioridad rusa parecía evidente y la velocidad a la que tomaban localidades ucranianas hacía presagiar una caída rápida. La intención era llegar a Kiev y derrocar a Volodímir Zelenski, un cómico reconvertido en presidente ucraniano que había desafiado al Kremlin anunciando su intención de unirse a la OTAN y a la Unión Europea. En poco más de 48 horas los primeros militares rusos estaban a las afueras de la capital. Los errores logísticos de aquella invasión y la resistencia ucraniana tiraron por tierra el deseo del Gobierno ruso: sus tropas nunca llegaron a entrar en Kiev. Y los check points abandonados por toda la ciudad así lo recuerdan. Sus habitantes han convertido esta fecha en un hito de resistencia que alimenta el creciente nacionalismo ucraniano. La bandera amarilla y azul es hoy el mejor complemento.

El apoyo a la guerra contra Rusia permanece inquebrantable dos años después. No tanto el número de personas dispuestas a sacrificar su vida por ello. El tercer año de conflicto comienza en Ucrania en medio de una batalla interna contra la llamada fatiga de la guerra. Tanto es así que no se habla de otra cosa que no sea el nuevo proyecto de ley que pretende flexibilizar las condiciones para ser llamado a filas, incluida bajar la edad a 25 años. A diferencia de los primeros compases de la guerra, los voluntarios escasean y los heridos y fallecidos hacen que el Ejército ucraniano busque incesantemente soldados que mandar al frente. Incluso si esto significa embargar cuentas bancarias o quitarle el permiso de conducir a aquellos que se nieguen.

Conocer la cifra de víctimas en estos dos años de guerra no es sencillo, ya que es usada por cada una de las partes como una forma de hacer propaganda e insuflar animo en sus filas. Según la Federación Rusa, el Ejército ucraniano tiene 383.000 soldados muertos y heridos. Mientras que Ucrania fija la cifra de soldados fallecidos y heridos del bando ruso en 372.000. En cuanto a civiles, la ONU aseguraba en noviembre del año pasado que 10.000 personas habían muerto como consecuencia de la guerra. Además, más de 5,2 millones personas se habían visto obligadas a desplazarse internamente y seis millones de ucranianos continúan refugiadas en otro país.

De la contraofensiva fallida a los frentes estancados

Pese a que los avances en los frentes ha sido pequeños en el último año, los ataques han continuado a diario. En junio del año pasado se desencadeno la anunciada contraofensiva ucraniana con el objetivo de cortar la línea terrestre entre Crimea y la Rusia continental. Aún con las pequeñas victorias en algunos puntos, sobre todo en el frente de Zaporiyia, menos de cinco meses después la contraofensiva terminaba sin los éxitos esperados. Ahora se libra una guerra de trincheras que recuerda a conflictos de otro siglo. Los avances están siendo mínimos y se estima que cerca del 26% del territorio ucraniano sigue ocupado por Rusia.

Los bombardeos del Kremlin se han intensificado en los últimos meses, al tiempo que Kiev responde con ataques en territorio ruso y contra su flota. Esta es quizás una de las victorias más destacadas, ya que un país sin Armada está consiguiendo atacar constantemente plataformas navales e impidiendo el normal funcionamiento y movimiento de la flota rusa en mar Negro. Con todo, Rusia parece haber tomado parcialmente la iniciativa. Después de varios meses sin avances, el pasado sábado anunció la toma de Avdivka, a pocos kilómetros de Donetsk. Tras la caída de la ciudad, las tropas ucranianas han comenzado a reagruparse en sus nuevas líneas defensivas para intentar impedir que las fuerzas rusas progresen en ese sector del frente. Según el comandante de la agrupación de tropas Tavria, el general Oleksandr Tarnavski, el Ejército ucraniano ha establecido "nuevas líneas defensivas y está repeliendo con éxito los intentos de los invasores de desarrollar una ofensiva".

Lo cierto es que la conquista de esta localidad no será un cambio significativo en la guerra más allá de poder vender internamente una victoria tras meses de estancamiento. Y que llega, además, a escasas semanas de las elecciones presidenciales rusas. Según el think tank estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), los retrasos en el suministro de asistencia occidental, concretamente municiones de artillería y sistemas de defensa aérea, impidieron que las fuerzas ucranianas defendieran con éxito Avdivka.

Cambios en la cúpula militar ucraniana

"Un nuevo comienzo es necesario. Tengo en mente algo serio, que no concierne a una única persona sino al liderazgo del país". Con estas palabras el presidente ucraniano confirmaba el pasado día 12 lo que era un secreto a voces y que tres días después terminaría oficializando: la destitución del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni. Zelenski advirtió entonces de que realizaría un cambio en "todo el aparato administrativo". Un día después destituía también al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Sergi Shaptala, el número dos de la cúpula militar del país.

Los rumores sobre una pugna interna entre Zaluzhni y Zelenski se hicieron públicos el pasado mes de noviembre, cuando el primero escribió un artículo en el que daba por amortizada la contraofensiva del verano y reconocía que la guerra había entrado en una fase posicional que podría favorecer a Rusia. El mandatario no secundó las tesis de Zaluzhni y las calificó, de forma indirecta, de derrotistas. Poco después se produjo otro incidente relacionado con la movilización de nuevos soldados. El jefe del Ejército insistió desde el principio de la guerra en la importancia de lograr una movilización general y reforzar las zonas fronterizas con Rusia, mientras que el presidente ucraniano se mostraba entonces cauteloso ante el temor a que este tipo de medidas generaran pánico entre la población ucraniana.

El coronel general Oleksandr Syrskyi es desde este mes de febrero el nuevo jefe de las Fuerzas Armadas. "Tiene una exitosa experiencia en defensa: dirigió la operación de defensa de Kiev. También tiene una exitosa experiencia ofensiva, la operación de liberación de Járkov", afirmó el presidente, que aseguró varios días después que "espera cambios en las Fuerzas Armadas de Ucrania en un futuro próximo" y que "debería estar sobre la mesa un plan de acción realista y detallado para las fuerzas armadas para 2024".

El último año, el Gobierno ucraniano ha querido mandar un mensaje de cambio no solo a nivel militar, sino también político y de toda la estructura del Estado. Zelenski llegó a la presidencia prometiendo luchar contra la corrupción endémica del país y ahora que es candidato a la adhesión a la Unión Europea es consciente de la importancia de reducirla. El problema de Ucrania con la corrupción viene de lejos, siendo incluso uno de los puntos fundamentales sobre el que se apoyaron, entre otras cosas, las protestas del Euromaidán en 2014. Ese déficit todavía no se ha corregido del todo, pese a que se han llevado a cabo varias denuncias por casos de corrupción relacionadas con la propia guerra.

El principal estamento señalado fue el Ministerio de Defensa, acusado de la compra de raciones militares a precios inflados. Después de más de ocho meses de polémica, a principios de septiembre de 2023 se produjo finalmente la dimisión del ministro de Defensa, Oleksí Réznikov, (a petición del presidente Zelenski). "Réznikov ha pasado más de 550 días de guerra a gran escala. Considero que el ministerio necesita un nuevo enfoque y otras formas de interacción con los militares y con la sociedad en general", justificó entonces Zelenski. A esta dimisión se le sumó el despido de todos los responsables regionales de los centros de reclutamiento militar. "Deben estar al cargo personas que sepan exactamente qué es la guerra y que el cinismo y el soborno durante la guerra son traición", afirmo el presidente ucraniano. La cartera de Defensa la ocupa ahora Rustem Umerov, un líder de la comunidad tártara de Crimea que hace un año fue nombrado director del Fondo de Propiedad Estatal (dedicado a las privatizaciones).

El apoyo económico, pilar fundamental para el futuro

A la situación interna hay que añadir el cansancio de algunos de sus aliados en el exterior, que cada día que pasa ven como los paquetes de ayuda son más difíciles de aprobar. El presidente de Ucrania no se cansa de repetir en todas sus giras internacionales que su país necesita con urgencia armas de largo alcance y proyectiles de artillería en cantidad suficiente para frenar y contrarrestar la superioridad en armamento de Rusia. La batalla diplomática por encontrar financiación pasa por un país: Estados Unidos. La Casa Blanca ya ha alertado de que el Gobierno estadounidense no tendrá dinero para apoyar a Ucrania en su lucha contra Rusia si no se aprueba urgentemente un nuevo paquete de ayuda.

Kiev tiene su futuro hipotecado al dinero estadounidense. Pese a que Europa (con mas o menos problemas) acaba aprobando las partidas de ayuda, el principal financiador sigue siendo Estados Unidos. Y todo esto ocurre en medio de un año electoral en el país norteamericano. ¿Qué pasará si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca? Lo más probable es que cambie completamente de fórmula. En su anterior mandato el proteccionismo fue una pata clave, y eso ahora incluiría un freno total al respaldo a Ucrania. Trump lo lleva avisando desde casi el inicio de la guerra, al tiempo que se ha jactado de ser el único capaz de poder conseguir la paz con Rusia. A finales de 2023 Zelenski invitó a Trump a que visitase Kiev, y este rechazó el ofrecimiento.

Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha pedido agilizar la entrega de armamento a Ucrania porque no se puede "esperar más". "Todo europeo debe comprender que estamos en una situación de guerra", señaló Borrell en una mesa redonda celebrada durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. La situación en Ucrania "requiere que trabajemos juntos, más rápido y mejor", añadió. Los principales líderes políticos del G7 celebrarán el sábado una reunión por videoconferencia con motivo del segundo aniversario del inicio de la ofensiva militar rusa sobre Ucrania y en la que está previsto que participe el presidente ucraniano.

La restructuración militar ucraniana pasa también porque lleguen los esperados cazas F-16. Aunque incluso con su entrega inminente esto no implica que Ucrania pueda llevar a cabo una nueva contraofensiva hasta finales de este año o incluso entrado 2025.Con todo, Ucrania lucha inevitablemente contra el olvido. La cruenta ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza ha movido el foco internacional que durante más de año y medio estaba centrado en la guerra en su país. Los países aliados diversifican ahora su apoyo económico y tratan de repartir la ayuda a ambos conflictos. Recuperar ese interés político será otro de los desafíos que el Gobierno de Zelenski tratará de combatir en 2024. Mientras tanto, en Kiev el paseo se vuelve a ver interrumpido por el sonido de un teléfono que advierte a todo volumen de una alarma antiaérea. Los viandantes siguen caminando. La guerra continúa.

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