Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Segunda vuelta

Urnas en el colegio electoral situado en el Ayuntamiento de Zaragoza
Urnas en el colegio electoral situado en el Ayuntamiento de Zaragoza
EUROPA PRESS
Urnas en el colegio electoral situado en el Ayuntamiento de Zaragoza

El próximo domingo, por segunda vez en seis meses y cuarta en los últimos cuatro años, iremos de nuevo a las urnas y lo haremos con más dudas que convicciones. No puede haber certezas sobre los resultados cuando casi un tercio del electorado se declara indeciso. El nivel de volatilidad es tan elevado que cuestiona la fiabilidad de cualquier trabajo demoscópico por honesto y profesional que sea.

En lo que sí coinciden las encuestas públicas y privadas es que el PSOE volverá a ganar las elecciones lo que, a estas alturas de la vida política, tampoco es mucho decir. No lo es porque el PP, único partido que se muestra capaz de disputar la hegemonía a los socialistas, afronta una fragmentación de su electorado que convierte la suya en una tarea ciclópea para lograr cualquier mayoría parlamentaria en esa ala.

Son las peculiaridades de un sistema electoral discutible y discutido pero que, por ahora, no tiene posibilidad de cambiar

La irrupción de Vox en el tablero político fue la peor de las noticias para las expectativas del centroderecha, hasta el punto de que el 10-N los tres partidos podrían incluso cosechar más votos que el centroizquierda y seguir siendo minoritarios en la Cámara. No es una rareza de la democracia española, baste recordar que Donald Trump ocupa la Casa Blanca con tres millones de votos menos que los obtenidos por Hillary Clinton. Son las peculiaridades de un sistema electoral discutible y discutido pero que, por ahora, no tiene posibilidad de cambiar en la España del disenso.

La esperanza de los populares de que el partido de Abascal se venga abajo se ha ido desvaneciendo en las últimas semanas a tenor de los sondeos que, con excepción de CIS, lejos de contemplar su caída pronostican un notable crecimiento. La invocación al voto útil ha sido una constante en la campaña por parte del PSOE y el PP más enfática que la del 28 de abril.

A Ciudadanos le ha costado, en cambio, hacer lo propio toda vez que desperdició la oportunidad histórica que le brindaron sus buenos resultados en las generales, municipales y autonómicas para orquestar la gobernabilidad del país y de varias capitales y comunidades autónomas. Una de las grandes incógnitas del próximo domingo es el alcance del desplome que los sondeos le auguran a los naranjas y si podrá sujetar a un electorado descolocado para que le sonría de nuevo la aritmética y rentabilizarla esta vez activando el desbloqueo.

La invocación al voto útil ha sido una constante en la campaña del PSOE y el PP, más enfática que la del 28 de abril

Ni los debates electorales ni los actos de campaña permiten atisbar una maniobra de acuerdos ganadora para salir del atasco. Cuando Sánchez propone que se deje gobernar a la lista más votada no solo hace una petición interesada, sino también un pronóstico. En la Moncloa entienden que su mayor fortaleza en este trance es que los electores lo perciban como la única alternativa de gobierno posible y la votación le favorezca dándole el carácter de segunda vuelta.

El escrutinio dirá si lo consigue porque, de no producirse alguna sorpresa en uno u otro sentido, derriban muros y tienden puentes o la única salida posible será la de un Gobierno en minoría que afronte la legislatura con un juego de pactos en geometría variable altamente inestable. La atmósfera social no consentiría unas terceras elecciones.

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