Los países europeos ya piensan en una nueva 'mili': "Si se declarara un conflicto bélico de alta intensidad, España no aguantaría"

La ministra de Defensa, Margarita Robles conversa con militares durante una visita a la Base Aérea de Morón, Sevilla.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, conversa con militares durante una visita a la Base Aérea de Morón, en Sevilla.
Europa Press
La ministra de Defensa, Margarita Robles conversa con militares durante una visita a la Base Aérea de Morón, Sevilla.

Se ha convertido en uno de los principales debates de los últimos meses. El servicio militar obligatorio podría volver a ser una realidad en algunos países de Europa ante el creciente temor de entrar en guerra directa con la Rusia de Vladímir Putin. Francia cuenta ya con un proyecto piloto, Alemania y Serbia se plantean retomarlo y Dinamarca ha decidido incorporar a las mujeres. Incluso Suecia, pacifista, cuenta con su estrategia Total Defence, por la que cualquiera puede ser llamado a filas. Dieciséis territorios de Europa (diez dentro de la UE) cuentan con servicio militar obligatorio, 72 en todo el mundo. Pero ¿qué pasa con España?

El pasado marzo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, negaba de pleno la posibilidad. Al ser preguntada por el asunto en una comisión en el Senado, Robles señalaba que su departamento no se plantea el regreso de la llamada 'mili' "en absoluto" y apuntaba a que en otros países pueden tener "más preocupación por su situación geográfica".

"España tiene que contar con capacidad para defenderse", apunta Chema Gil, experto en seguridad y terrorismo, codirector del International Security Observatory y coordinador de Operaciones de Emergencias en la Unidad de Protección Civil y Emergencias de San Javier. "Nos encontramos ante un panorama internacional muy complicado y tenso. España vive ensimismada. La sociedad y los medios no tenemos implementada una cultura de seguridad y defensa", agrega.

Personal del Ejército del Aire y del Espacio integrante del Destacamento Aéreo Táctico 'Vilkas'.

SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO

  • El servicio militar obligatorio en España, conocido como 'mili', se inició entre finales del siglo XVIII y principios del XIX y terminó en diciembre de 2001. El servicio militar era rechazado por una parte de la sociedad y algunos de los ciudadanos se declaraban objetores de conciencia y se negaban a realizarlo, pese a existir penas de prisión por ello. Para regular esta situación, en 1984 se aprobó la ley de objeción de conciencia. La finalización de la 'mili' fue uno de los puntos incluidos en el Pacto del Majestic de 1996 entre José María Aznar y el presidente de la Generalidad Jordi Pujol.

Según el experto, el servicio militar obligatorio, eliminado en 2001 por el Gobierno de José María Aznar, "igualaba a todo el mundo" y hacía que se adquiriera "una conciencia de la defensa, de la seguridad, de la patria y del país", aunque reconoce que su eliminación fue algo normal porque se apostó por un ejército "profesionalizado".

Algo que confirma el teniente general Francisco Gan Pampols. "El servicio militar significaba materializar el compromiso de toda la ciudadanía -masculina- en la defensa nacional sirviendo un periodo de tiempo encuadrado en las filas de las Fuerzas Armadas", manifiesta. 

En palabras de Gil, ha habido un cambio de pensamiento con respecto a las Fuerzas Armadas y "es una consecuencia política". El experto apunta a que, "por complejos", no se habla de la realidad del Ejército ni existe conciencia de la amenaza real hacia la democracia. "Hay que hablar con claridad. Los soldados no van siempre de misión humanitaria", asevera. "No queremos entender que la democracia hay que defenderla también con las armas", agrega.

"Debemos tener un Ejército que usemos. La primera misión que cumple una milicia potente no es, ni más ni menos, que la disuasión"

"La seguridad y la defensa son políticas de Estado. La formulación de una estrategia de seguridad nacional no es un juego floral al uso para satisfacer a la galería. Hay que definir con precisión nuestro lugar en el mundo y los retos, riesgos y amenazas que supone nuestra visión. También formular el nivel de disuasión necesario para contener las amenazas y concretarlas", apunta Gan Pampols, a la vez que se lamenta de que "la política exterior y de seguridad no atiende a todos los elementos perturbadores que nos afectan".

En estos términos, una encuesta de la Asociación Internacional Gallup apuntaba hace unos días a que un 53% de los españoles no está dispuesto a luchar por su país, mientras que solo el 29% se muestra favorable a hacerlo y el 18% restante no sabe o no contesta. España si sitúa, además, entre los países como más rechazo a participar en una guerra.

Un ejército de disuasión

Según datos del Ministerio de Defensa, España cuenta en la actualidad con unos 133.000 efectivos activos, distribuidos de manera integral entre el Ejército del Aire y del Espacio, la Armada y el Ejército de Tierra, lo que hace que el país sea de los últimos en número de militares junto a Polonia y Argelia. A la cabeza con los ejércitos más potentes estarían China, con más de dos millones de militares, e India y Estados Unidos, con alrededor de millón y medio.

Ante estas cifras, el teniente general Gan Pampols sabe que se debería proceder "a la movilización parcial o general en función de las necesidades" y hace hincapié en que "en función del tipo de conflicto al que haya que enfrentarse, el ejército profesional es claramente insuficiente y necesita un aporte extraordinario de efectivos que no pueden obtenerse únicamente de los elementos de reserva".

"Debemos tener un ejército que no usemos", resalta Gil. "La primera misión que cumple una milicia potente no es, ni más ni menos, que la disuasión", explica. Según el experto en seguridad, hay muy pocos efectivos en España y se hace uso de muy poco dinero en Defensa. "Nuestro ejército es profesional, con militares cualificados, pero no está pensado ofensivamente. Si se declarara un conflicto bélico de alta intensidad, España no aguantaría", espeta y añade que "solo podemos enfrentarnos a esto con el apoyo de la Unión Europea y de la OTAN".

Así, el teniente general Gan Pampols añade que "a tenor de lo visto, nadie en Europa está en condiciones de afrontar un conflicto de alta intensidad extendido en el tiempo". Según el militar, "falta voluntad, capacidad y determinación para asumir todos los esfuerzos y sacrificios que supone entrar en una economía de guerra y en una sociedad de la escasez y el control del consumo".

Tanto Gil como Gan Pampols también señalan la falta de educación en seguridad y defensa. Para el experto en defensa, desde las primeras etapas educativas. "En todos los países avanzados se hace esto en los estados primarios. El concepto de seguridad cambió hace muchos años y ahora es más humano, poliédrico, enfocado a la sanidad, la seguridad física, ambiental, económica...", concreta. 

"No existe conciencia de la necesidad de la seguridad, de la complejidad del entorno y de los retos, riesgos y amenazas a los que hay que hacer frente todos los días", expresa el teniente general.

Enfocado a la protección civil

En cuanto al regreso de la 'mili', Gil apuesta por un modelo de servicio militar semejante al de los países del este de Europa. "Es evidente que no puede ser como hace 50 años. Debería ser acotado en el tiempo y ha de servir para obtener valores y conocimientos. Se puede plantear como un campamento, donde conocer gente de otras partes del país", comenta. 

Gan Pampols también indica que "si es para nutrir a un ejército moderno el plazo de servicio efectivo no podría ser inferior a los dos años con carácter general y debería ser superior en caso de puestos tácticos específicos", por lo que cree que se debe realizar "un cálculo afinado de qué fuerza se necesita, cómo se sostiene y qué capacidades nacionales se van a resentir al no disponer de una fuerza de trabajo cualificada en ese periodo".

Nunca hubiese ido a la mili, lo mío lo decidí yo y no conozco a ninguna persona a la que le venga bien una imposición

En este sentido, Diego, un cántabro de 40 años que ha sido reservista voluntario hasta este 2023, aboga, como Gil, por "un cursillo, siempre voluntario, que pueda ser encajado en el calendario escolar de un joven y que esté más enfocado a la protección civil, donde te enseñen cómo actuar en una situación de terremoto o de incendio; qué hacer si se nos cae el edificio porque nos tiran una bomba; cómo crear una cadena humana...algo parecido a lo que hace la Unidad Militar de Emergencias (UNE)".

Diego, que es ingeniero técnico forestal, es de la generación a la que ya no le tocó hacer el servicio militar en España (del año 1984). Pese a esto, ha estado desde los 18 años colaborando cada año con el Ejército. "Siempre quise ayudar, colaborar de alguna forma, y además pensé que iba a poder formarme un montón en las Fuerzas Armadas", reconoce. En sus inicios, estuvo en el departamento informático en Canarias, después, pidió un cambio al Instituto Cartográfico de Madrid, donde colaboró tres años seguidos y, más tarde, se fue a Ingenieros, a Salamanca, con "la gente que instala puertos, que quitan bombas...".

Diego, que también es divulgador medioambiental, ha decidido este año dejar de colaborar por no poder compaginarlo, ya que te pueden llamar en cualquier momento del año. "Nunca hubiese ido a la 'mili', lo mío lo decidí yo y no conozco a ninguna persona a la que le venga bien una imposición. El destino del servicio militar se decidía por sorteo y no creo que sea la mejor forma de decidir nada", afirma.

Este reservista voluntario, además, ha hecho uso de todas aquellas instalaciones y barracones que sirvieron para los soldados llamados a la 'mili' de entonces. "Al principio, cuando llegaba a casa o hablaba por teléfono con mi familia siempre contaba que estaba en un hangar, con cientos de camas vacías...", cuenta. "Siempre recordaré eso". "No podemos separar la posibilidad de guerra de España porque sea España"

La capacidad bélica que ha demostrado Rusia dista de ser una amenaza real e inmediata

Probabilidad de guerra "escasa"

Según el artículo 30 de la Constitución española, los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España y podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general. "España tendría que estar dirigiendo una mirada compleja a un mundo hipercomplejo donde se están generando tensiones extraordinarias, no solo en el entorno de Rusia y Ucrania o en Oriente Medio, en el eje Asia-Pacífico que es donde va a pivotar y está pivotando el presente del mundo", dice Gil.

El experto, "sin ser alarmista", avisa: "Tendremos la guerra encima en el momento en que la tenga un solo país de Europa o de la OTAN. No podemos separar la posibilidad de guerra de España porque sea España".

Gan Pampols, por su parte, cree que la probabilidad de entrar en guerra "es escasa". "La capacidad bélica que ha demostrado Rusia dista de ser una amenaza real e inmediata para la OTAN en su conjunto cuando no ha sido capaz de resolver un conflicto de alta intensidad con Ucrania en más de dos años", sentencia. "Otra cosa sería que conceptos nucleares como la solidaridad, la unidad de acción o la defensa colectiva se pusieran en entredicho. Eso abriría un escenario diferente", concluye. 

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