La ley que legalizó las familias LGTBI cumple los 18 años: "A la gente ahora le parece 'cool', pero para mí es normal tener dos padres"

Gabriel, en el centro, con sus padres, Jesús y David, en una manifestación del Orgullo LGTBI.
Gabriel, en el centro, con sus padres, Jesús y David, en una manifestación del Orgullo LGTBI.
CEDIDA
Gabriel, en el centro, con sus padres, Jesús y David, en una manifestación del Orgullo LGTBI.

Cuando a Gabriel Santos Jericó le preguntan cuándo fue consciente de que tenía dos padres, le gusta responder con otra pregunta: "¿En qué momento te diste cuenta tú de que tenías un padre y una madre? Yo, de toda la vida". A sus 21 años, Gabriel fue oficialmente adoptado por los dos miembros de una pareja homoparental en 2009, cuatro años después de que la ley del matrimonio igualitario lo hiciera posible en España en junio de 2005.

Nacido en Rusia, llegó a España a los dos años de la mano de su padre en 2004. Solo de la de uno, Jesús, la única forma que las personas homosexuales tenían de adoptar hasta entonces. "Era la típica historia en la que mi padre tuvo que fingir que era soltero para poder adoptarme"”, explica Gabriel. Al llegar Jesús a España con el pequeño Gabriel, se casó en 2007 con su pareja, David, que entonces pudo también adoptar al niño y conformar una familia de forma legal.

Han pasado 18 años de la aprobación de la ley del matrimonio igualitario y lo que entonces era una absoluta excepción y toda una novedad hoy en día es una realidad asentada y normalizada. En una encuesta internacional realizada por IPSOS en 2021, el 80% de los encuestados en España contestaron que estaban de acuerdo con que las parejas homosexuales tuvieran los mismos derechos de adopción que las heterosexuales -el porcentaje más alto del planeta- y un 78% se mostraron de acuerdo con que las parejas del mismo sexo pueden criar hijos con el mismo éxito que las heterosexuales.

Gabriel, en el centro, con sus padres David y Jesús, en una foto cedida por la familia.
Gabriel, en el centro, con sus padres David y Jesús, en una foto cedida por la familia.
CEDIDA

"Salta a la vista que sí que influye venir de una familia homoparental en cómo tú eres, creo que porque es muy difícil que unos padres gays te salgan conservadores. Pero eso tampoco te determina completamente, es solo una parte", afirma Gabriel, que nunca ha ocultado la particularidad de su familia homoparental "salvo cuando ves que el ambiente es un poco hostil".

Aunque admite que, cuando era pequeño, "alguno hubo que dijo una gilipollez o puntualmente alguna frase de una vieja que te encuentras por la calle", por lo general, nunca ha sentido ninguna discriminación. Más bien al contrario, a veces percibe un excesivo entusiasmo por su tipo de familia cuando él siempre lo ha naturalizado: "A la gente le parece super cool y super trendy. Me parece bien, pero tampoco hay que sobre emocionarse, para mí es normal tener dos padres".

La adopción: la única opción legal para los hombres

Desde un aeropuerto semivacío, plagado de policías y armados solo con un certificado que decía que viajaban "en misión humanitaria", Alfredo Rodrigo y su marido, Francisco Sánchez, iniciaron el viaje para conocer a la que iba a ser su hija. Su avión partía de Madrid rumbo a Ciudad de México. Era octubre de 2020, con la pandemia golpeando con fuerza por segunda vez tras el confinamiento, algo que, curiosamente, acortó los plazos para estos padres primerizos de 37 y 35 años. Se habían conocido 10 años antes y siempre habían querido ser padres.

La adopción, nacional o internacional, es la única opción legal para la paternidad de parejas de hombres homosexuales -la gestación subrogada es ilegal en España-. 944 menores de 25 años vivían en 2020 en hogares homoparentales conformados por dos hombres en España frente a los 7.009 que viven a cargo de parejas de dos mujeres, según los microdatos de la Encuesta Continua de Hogares 2020 del INE recogidos por el Observatorio Demográfico del CEU.

Alfredo y Francisco, frente a su hija, Génesis, en la vivienda familiar.
Alfredo y Francisco, frente a su hija, Génesis, en la vivienda familiar.
Sergio García Carrasco.

"La gestación subrogada no entraba dentro de nuestros planes y optamos por la adopción internacional porque las listas de espera en nacional eran larguísimas", declara Alfredo, que decidió casarse con Francisco a pesar de que ya eran pareja de hecho para poder afrontar con garantías el proceso de adopción en 2018. No fue ese el único requisito que tuvieron que superar para poder aplicar a una adopción internacional. Solo tres países en todo el mundo aceptan a parejas homoparentales como candidatos a asignarles un niño de sus sistemas de protección: México -en algunos estados-, Colombia y Brasil.

Podrían haber recurrido, claro, al método tradicional consistente en que uno de los dos se hiciera pasar por padre soltero y el otro adoptara también a la niña al regresar a España, pero esa nunca fue una opción: "Teníamos clarísimo que lo queríamos pasar juntos y que, en el momento en el que fuésemos allí, nuestro hijo o hija supiese perfectamente que iba a tener dos padres y que empezásemos desde un inicio con toda la verdad".

El proceso no fue sencillo tampoco para su hija, Génesis, que cuando conoció a sus padres tenía siete años y que, en un principio, no aceptó de buen grado que su nueva familia iba estar compuesta por una pareja de dos hombres. "Por lo que nos cuenta ahora, ella no quería vivir con dos padres, que eso no lo había visto nunca, que qué iban a decir en el cole. Es verdad que los psicólogos la prepararon de una manera tan espectacular allí que, luego, cuando nos conoció, estaba encantada, quería vivir con dos padres y le parecía algo normal y corriente".

El 1 de diciembre, la familia recién formada volaba de vuelta a Madrid y Fran, uno de los dos padres de Génesis, cumplía 36 años.

La inseminación in vitro: opción favorita de las mujeres

Tumbada en una camilla que avanzaba por un pasillo "con figuras de Jesucristo y de vírgenes" colgadas en las paredes, Jamila Oropeza, de 40 años, se dirigía a dar a luz a su primer hijo. Junto a ella estaba su mujer, Beatriz Olivar, que le había donado sus propios óvulos nueve meses antes para que las dos se sintieran madres del niño que estaba por nacer. Es el conocido como método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja), una opción muy habitual en las parejas de dos mujeres que quieren ser madres.

La inseminación fue incluso mejor de lo habitual y Jamila se quedó embarazada al primer intento. "Es verdad que no es algo muy conocido fuera del entorno LGTBI porque, a veces, cuando lo contamos, la gente se sorprende y no pensaban que eso pudiera ser posible", explica Jamila. Esta venezolana había migrado desde su país natal porque allí "no podía ser yo misma" y vio España como "el lugar para poder formar una familia en condiciones”.

Jamila y Beatriz, con su hijo Bruno, en el salón de su casa.
Jamila y Beatriz, con su hijo Bruno, en el salón de su casa.
Sergio García Carrasco.

La inseminación in vitro, sea mediante el método ROPA o no, es la opción preferencial en las parejas de mujeres a la hora de ser madres. La posibilidad de poder compartir la maternidad con el hijo que hubiera dado a luz una de las dos miembros de la pareja se hizo posible también con la ley del matrimonio homosexual de 2005, pero requería que ambas mujeres estuvieran casadas o fueran pareja de hecho. Esta situación de desigualdad frente a las parejas heterosexuales, que no necesitan estar casadas ni ser pareja de hecho para inscribir como propio a un niño biológicamente de solo uno de los dos, se subsanó en el contenido de la conocida como ley trans, aprobada en febrero de este año.

"Nos queríamos casar, pero es verdad que aceleramos los trámites por el hecho de tener a Bruno en tiempo y forma, porque ya teníamos una edad", declara Jamila. La boda fue la primera que se había celebrado hasta la fecha, en mayo 2018, en una pequeña localidad de 600 habitantes en la provincia de Segovia donde se había criado Beatriz. "El trato que nos dio todo el mundo fue excepcional", asegura Jamila.

Bruno nació en julio de 2019 en el hospital católico de San Rafael, en Madrid. Aunque hay casos de parejas de mujeres a las que, aún hoy en día se les pone problemas a la hora de registrar al recién nacido, en este aspecto también tuvieron suerte Bea y Jamila. "Nadie nos preguntó, ni tuvimos ningún contratiempo en el hospital a la hora de que pudiera pasar la otra persona, que, al final, es la pareja, ni a la hora del registro, que es en el mismo hospital".

Miedo al retroceso

Este verano, la maternidad homoparental recibió un insospechado foco mediático. Tras años de anuncios de avances por toda Europa, Italia, gobernada desde hace once meses por un Ejecutivo liderado por el partido de extrema derecha Fratelli d’Italia, estaba empezando a retirar la patria potestad a los miembros de las parejas de lesbianas que no hubieran dado a luz a su hijo.

"Estamos preocupados porque esto avanza, en Italia es como es en este momento y, aquí, empieza a avanzar", declara Jesús Santos, padre de Gabriel y presidente de la asociación Asociación de Familias de Gays y Lesbianas con Hijos e Hijas (Galehi).

"Es verdad que aquí tenemos un entorno legal favorable y no vemos un riesgo inmediato en algo así. Pero allá donde ha podido tocar poder la ultraderecha en España, lo primero que hace es hacerse con las competencias de familia y educación y ahí sí vemos riesgo de que se nos haga invisibles o se nos haga ver como algo raro", defiende Santos. "De ahí, empezamos a percibir ataques, insultos y discriminaciones. A nosotros y a los menores que están a nuestro cargo, nuestros hijos e hijas".

El abogado Isaac Guijarro, cofundador de Olympe Abogados, concuerda también en que rebajar la percepción riesgo de que se produzcan retrocesos en los grandes avances legales en favor del colectivo LGTBi desarrollados en los últimos años.

"Desde la aprobación de la ley del matrimonio igualitario, en España se han ido creando un entramado legal ha ido recurriendo al Constitucional y al Supremo y estos lo han ido refrendando y reforzando, confirmando que no pone en entredicho los derechos de ninguna persona", defiende Guijarro. "Es lo mismo que va a pasar con la ley trans cuando llegue al Constitucional y todo esto hace que en España retroceder sea más complicado que en países como Italia, Hungría o Polonia, donde realmente no hay un retroceso, sino una continuidad".

También para Guijarro, el mayor riesgo se encuentra en la influencia que fuerzas de extrema derecha puedan tener en el sistema educativo: "Lo que más me preocupa es que dejen sin contenido a través de la infrafinanciación muchas normas en el ámbito educativo, porque, la final, lo que necesita el colectivo LGTBI es que eduquen a la gente, no tener que llegar a un juzgado porque te han insultado".

La brecha entre las familias LGTBI y las heterosexuales

Pedro Fuentes recuerda todos los detalles del día que él y su marido, Javier González, decidieron ser padres. Recuerda que él ya había casi descartado la paternidad, después de haberlo intentado sin éxito durante años con su exmujer. Recuerda que, hacía poco, habían conocido en una boda a una pareja de dos hombres de Sevilla y a sus dos hijas gemelas, la primera familia homoparental con hijos nacidos por gestación subrogada en España. Recuerda también que esa tarde iban paseando a comprar tomates y que su marido le dijo que quería hacerlo, quería ser padre. Y recuerda que él le dijo que sí, que él también. Él tenía entonces 40 años y su marido 36.

Ahora habla con su hijo, Alonso, de 14 años, sentado a su lado. "Hemos avanzado mucho en estos años. Ahora, que haya hombres con dos niños no es una rareza, pero en 2010 no era habitual", recuerda Pedro. "Ese año formamos un grupo de familias que estuvimos hablando con Pedro Zerolo para nuestro reconocimiento y éramos un grupo de 10 parejas gays, no más. Ahora es más frecuente".

Pedro y Javier, con su hijo Alonso, en la vivienda familiar, en una imagen cedida por la familia.
Pedro y Javier, con su hijo Alonso, en la vivienda familiar, en una imagen cedida por la familia.
CEDIDA

Con todo, sigue habiendo un enorme abismo entre el número de parejas de gays o lesbianas que deciden tener hijos frente a las conformadas por persona de distinto sexo. Solo un 4,5% de parejas de hombres conviven con hijos comunes, frente a un 18,6% de mujeres y un 55,5% de parejas heterosexuales, según datos del INE.

Según defendió en un informe en 2021 la La Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), las familias LGTBI consideran que el coste de tener hijos es superior al resto de población, tanto emocional, como económicamente. En relación al reconocimiento de derechos, concretamente el caso de las técnicas de reproducción asistida, la red de recursos públicos no da, defienden, una respuesta adecuada con una opción amplia de diferentes técnicas reproducción asistida, y en la adopción, los requisitos exigibles dejan a muchas parejas fuera de esta opción.

El hecho de ser siempre una minoría ha generado en Pedro una sensación de miedo en el proceso de socialización de su hijo que, según él mismo admite, no se basa en ningún hecho concreto. "Cuando empezamos el colegio yo iba con miedo doble, miedo de cómo habíamos formado una familia y cómo pudieran juzgar nuestro proceso y miedo por un niño con dos padres, que en el colegio éramos los únicos, claro. Pero la verdad es que, al cabo de unos años, te puedo decir que la experiencia del colegio ha sido fantástica, y nosotros hemos intentado ser muy visibles para que todo el mundo supiera quiénes eran los padres de Alonso. Y que no se diese la pregunta incómoda de 'Quién es tu madre?' Pues no, hay dos padres".

Alonso siempre ha naturalizado el hecho de tener dos padres. Recuerda cuando tuvo que decirlo abiertamente después de que un compañero le dijera que le había visto el día anterior con su padre y su tío. "Le dije que los dos eran mis padres y la reacción siempre es normal, nunca he tenido ningún problema", declara el adolescente. "Todo mi entorno no lo sabe pero tampoco hace falta que se lo deje claro, si no me lo preguntan tampoco hace falta que les diga que tengo dos padres".

Entre tanto, asociaciones como Galehi, a la que también pertenece Pedro y el resto de familias entrevistadas en este reportaje, hacen un trabajo de sensibilización en los colegios y empresas y de visibilización de los distintos tipos de familias que existen fuera de la tradicional.

"Cuando entramos en Galehi, también queríamos que Alonso pudiera conocer a otras familias homoparentales y viese que no éramos ni únicos ni un caso raro", declara Pedro. "Ese era el objetivo más que el hecho en sí de ser activistas. Activista eres siempre porque se trata de defender tu familia y esto te mueve y Alonso es activista de nacimiento, no es que el quiera ser o no, en el momento en el que le preguntan cómo es su familia y él lo explica ya está siendo activista".

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