El miedo de los caseros a la Ley de Vivienda dispara el alquiler de temporada: "Buscas larga estancia y te rechazan, es frustrante"

Archivo - Dos personas observan inmuebles en alquiler y en venta en un escaparate de una inmobiliaria ubicada en Palma.
Dos personas observan inmuebles en el escaparate de una inmobiliaria - Archivo.
Matias Chiofalo
Archivo - Dos personas observan inmuebles en alquiler y en venta en un escaparate de una inmobiliaria ubicada en Palma.

Los atascos en una ciudad como Madrid dan para mucho y más cuando al día le faltan horas para cubrir la agenda de una gestora de patrimonios como Alicia Montes. A pesar de sus estudios de ingeniería, se gana la vida gestionando de forma integral los activos de sus clientes a través de su propia empresa y, además, es inversora. Aquel día de septiembre, Montes venía de estar con una de sus clientas, quería cambiar el uso de su propiedad porque no estaba cómoda en un alquiler tradicional y prefería hacer un contrato de máximo once meses, lo que se conoce como alquiler de temporada. "Con la nueva ley, esta persona quiere tener libertad para elegir qué hacer con la vivienda", argumenta la gestora mientras le acompaña de fondo el sonido de los coches.

En mayo de 2023 entró en vigor la nueva Ley de Vivienda, la cual modifica aspectos de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) de 1994. El punto central de estos cambios es la declaración de "zona de mercado residencial tensionado", es decir, áreas donde hay una desproporción entre el precio de los alquileres y el poder adquisitivo. Estas zonas las declaran las administraciones locales y autonómicas y algunas, como al Comunidad de Madrid, ya han decidido que no lo harán. En estos casos, los propietarios no tendrán que aplicar aspectos como las nuevas condiciones de prórroga en los contratos o las limitaciones de renta.

Entre las modificaciones de la ley, se quedó fuera el conocido como alquiler de temporada, un tipo de contrato que el presidente de Alquiler Seguro, Antonio Carroza, señala que "es legal" siempre que se cumplan los dos requisitos exigidos por la Ley de Vivienda: por un lado, "se debe acreditar correctamente la temporalidad que motiva el alquiler"; por otro, "la vivienda alquilada no puede convertirse en la residencia habitual del inquilino". Además, matiza que si este contrato se da con el objetivo de saltarse la ley "está hecho de forma errónea".

Aumento de los anuncios de alquiler de temporada

Desde que entró en vigor la nueva ley, cada vez son más los anuncios en portales inmobiliarios que muestran este requisito para entrar a vivir en un piso. Desde Idealista, confirman a 20minutos que son "conscientes" de que "se está generando un determinado interés", aunque no pueden sustentarlo con cifras, pues en su base de datos "no existen estos parámetros". Algo que reafirman desde Alquiler Seguro.

Quien sí puede ilustrar con más claridad esta situación es la gestora Alicia Montes, pues de las cerca de cincuenta viviendas que gestiona, unas diez han pasado a régimen de temporada, afirmando que "esta modalidad ha aumentado". "Mis clientes me demandan este tipo de contrato por el miedo a que la gente se quede dentro del piso sin pagar y porque se arriesgan a que en ocho años de contrato no puedan controlar nada". 

Esta opinión la comparte Raquel Díez, propietaria de un piso en la localidad cántabra de Colindres, quien este verano ha decidido cambiar la modalidad de alquiler a su piso porque "la nueva ley, como está redactada, beneficia al 'inquiokupa' más que al propietario", aunque la norma no introduce ninguna novedad de peso en lo referente a la "okupación". Díez argumenta que le da miedo firmar un contrato habitual, pues "en caso de que no te paguen o querer recuperar tu piso para lo que sea, la ley te obliga a tenerlo cinco años alquilado y es inviable porque tengo que pagar una hipoteca".

Una fórmula para "subir el precio cada año"

Para los propietarios, el miedo a que okupen su casa no es el único motivo, pues según alega Carroza, "muchos consideran injusta la nueva ley y hacen esto para subir el precio cada año y no tenerlo apalancado durante mucho tiempo". Algo que Montes niega, pues considera que sus clientes "no lo hacen para sacarle 100 o 200 euros a una renta, los propietarios no son usureros". Aunque Carroza matiza que, "estas son las consecuencias de legislar de espaldas al mercado", pues los propietarios saben del riesgo que esto conlleva, "pero si solo les dan esta opción, no puedes juzgarles por usarla", justifica.

Ante los argumentos de los propietarios, el Sindicato de Inquilinos de Catalunya (Sindicat de Llogaters), la única comunidad autónoma que ha expresado su voluntad de declarar zonas tensionadas, defiende que "los arrendadores han encontrado un agujero legal que permite especular y sacar un mayor rendimiento económico a costa de los derechos y de la necesidad de quien vive de alquiler". Argumentan que "la reforma de la LAU nace con la idea de equilibrar los derechos del inquilino y del arrendador" y que con estas "malas praxis" el mercado se convierte en "una jungla". Para el Sindicato atajar este problema es clave porque "el precio y la duración son los dos elementos clave que permiten decir que vivimos en una sociedad en la que no hay un problema estructural de vivienda".

También señalan que la fórmula del alquiler de temporada "se utiliza para cobrar al inquilino los honorarios de agencia, que desde la aprobación de la nueva ley han quedado totalmente prohibidos en los alquileres habituales". Al hilo de este argumento, la gestora Angela Montes explica que "a raíz de que la comisión de la agencia recae sobre el propietario, la vivienda alquiler se ha encarecido porque hay menos oferta". Según la gestora, los propietarios "han visto muy mermada su rentabilidad" y esto "ha provocado que haya muchos más pisos a la venta, los cuales no van a ser fáciles de vender con la subida del Euribor".

"Hecha la ley, hecha la trampa"

Para aquellas personas que buscan piso, el alquiler de temporada supone una traba más que se suma a las tantas que ya existen, como el precio, el espacio o la antigüedad. En esta situación se encuentra Antonio Cerviño, un gallego de 28 años que trabaja en Madrid y busca cambiar de piso junto a su pareja: "Nos encontramos con muchos alquileres que solamente hacen contratos de dos a once meses y cuando dices que buscas una larga estancia te rechazan, es frustrante".

Una situación muy similar a la de Elisa Tasca, italiana de 28 años, y su pareja. Ellos también buscan piso en Madrid y han descartado este tipo de condición porque no quieren mudarse "cada once meses a un sitio diferente" y reconocen que, al principio, pensaron que eran anuncios para estudiantes por la temporalidad, pero pronto vieron que estaban dirigidos a todo el mundo.

Cerviño comenta con resignación que "hecha la ley, hecha la trampa", pues siempre hay un hueco por donde eludir las normas del mercado. "Cuando lo que buscas es asentarte en la ciudad, encontrar este tipo de contratos es un impedimento más que lo complicada todo", argumenta mientras se encoge de brazos. Por el momento, seguirán en la misma casa que este último año, pues "nada mejora lo presente", aunque no dejarán de buscar una nueva oportunidad.

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