Las embarcaciones de alquiler invaden las calas: "Ibiza ya solo vale si te haces la foto en el barco con la puesta de sol"

  • El mercado del alquiler de barcos recreativos se ha disparado desde la pandemia, especialmente en Baleares.
  • ​Ecologistas y asociaciones náuticas de las islas alertan sobre los peligros para el medioambiente y la seguridad.
Una cala de Ibiza abarrotada de barcos amarrados, en una imagen de archivo.
Una cala de Ibiza, abarrotada de barcos amarrados, en una imagen de archivo.
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Una cala de Ibiza abarrotada de barcos amarrados, en una imagen de archivo.

Se acercaba el atardecer en una cala de Ibiza y decenas de barcos buscaban el hueco donde fondear y pasar la noche. Javier Bernad, un profesor de máster de 61 años que pasó este verano dos semanas navegando con sus tres hijos por la isla mediterránea, había sido de los más previsores y llevaba algunas horas con el ancla de su velero echada en un buen sitio. Otro barco vio un espacio entre la nutrida flota que se agolpaba en la pequeña bahía, se aproximó y también soltó el ancla. Estaba a apenas unos metros de distancia.

"Estaba a una distancia muy corta, era imposible que no me fuera a chocar por la noche, porque los barcos, si hay viento, hacen un movimiento circular -círculo de Borneo- que hay que observar para evitar chocarte con otros", explica Bernad. "Le dije: 'Tío, aquí no te pongas que me vas a dar y no quiero estar toda la noche preocupado'".

Cualquiera que se haya asomado a una cala en las Baleares o en buena parte de la costa levantina este verano lo habrá percibido. Las embarcaciones de recreo han invadido más que nunca el horizonte. Detrás de esa percepción, también hay cifras.

Según datos recopilados por la Universidad Europea, las embarcaciones, principalmente aquellas que son de alquiler, han experimentado un crecimiento vertiginoso desde la pandemia y su cuota roza ya el 38% del total del mercado náutico de recreo en España. En 2023 se han matriculado 1.766 barcos para uso de alquiler, un crecimiento que supera los 10 puntos porcentuales con respecto a 2022.

El auge del AirBnB de los barcos

Plataformas como Click&Boat -una suerte de AirBnB en el que propietarios de embarcaciones las alquilan por periodos breves- también acreditan este crecimiento del mercado: el 71% de las reservas realizadas en España en Click&Boat este verano las han realizado personas que alquilan por primera vez.

"En realidad, el mercado está bastante plano este año, pero el rendimiento de Click&Boat ha crecido mucho en España. Este verano, en los meses de junio, julio y agosto, los viajeros nacionales han realizado un 40% más de reservas", declara Edouard Gorioux, cofundador de la plataforma Click&Boat, que oferta 5.700 barcos en alquiler en España, desde pequeñas embarcaciones a motor hasta grandes yates. "La pandemia ha cambiado por completo el sector y le ha dado un verdadero impulso, sobre todo cuando se trata de personas que se acercan a la náutica por primera vez".

Bernad, que vive en Madrid, había alquilado hace tres años en Javea una pequeña embarcación de seis metros de eslora, lo máximo que podía sin tener el título de Patrón de Embarcaciones de Recreo (PER). La experiencia, que fue de apenas unas horas, le convenció tanto que decidió sacarse el título -que consiste en un examen teórico y unas prácticas de dos días- y prepararse para alquilar este verano un velero de 15 metros con el que navegar desde Valencia a Ibiza.

Tras reservar el velero con meses de antelación en Click&Boat, Bernard y sus hijos emprendieron el viaje a principios de agosto. "Llevar un velero es como llevar una playa móvil. Te ahorras todo el lío de la playa, la toalla, la sombrilla, cargar con los bocatas, aparcar el coche al sol, que no hay hueco... Con el velero compras provisiones, vas donde te da la gana, te puedes quedar a dormir en una cala…", resume, satisfecho Bernad.

"Llevar un velero es como llevar una playa móvil. Te ahorras todo el lío de la playa, la toalla, la sombrilla, cargar con los bocatas, aparcar el coche al sol, que no hay hueco..."

La experiencia fue un éxito gracias también a que el profesor madrileño había hecho los deberes. Se había esmerado en navegar antes con otras personas con conocimientos previos en barcos similares y, no menos importante, había descargado las app recomendadas para poder hacer frente a los innumerables imprevistos que se presentan en una travesía de este tipo.

"Ahora que he llevado un barco me he dado cuenta de que es peligrosísimo, hay muchísimas cosas que te pueden pasar y por eso hay tantos accidentes", declara Bernard. El viento durante la noche, saber navegar por el intenso tráfico fluvial de las Baleares o conocer dónde se puede echar o no el ancla para evitar dañar la protegida posidonia del fondo marino son solo algunos de esos riesgos a los que hace referencia y para los que, buena parte de los que alquilan un barco, no están debidamente preparados o concienciados.

Amenaza para el fondo marino

La lancha lleva a una mujer y cuatro adolescentes que visten camisetas amarillas donde se lee: "Salvem sa Badia" (Salvemos la bahía). Es temporada alta y la bahía de Portmany, en la costa oriental de Ibiza, está repleta de embarcaciones de recreo fondeadas. La lancha se acerca a una y los voluntarios les informan: han echado el ancla sobre una pradera de posidonia, una planta acuática que crece en aguas poco profundas del Mediterráneo y que es, entre otras cosas, la responsable de sus características aguas turquesas. Una planta que está en franco retroceso y con un grave riesgo de desaparecer en esta zona.

"La posidonia tiene tres grandes enemigos: el cambio climático, los vertidos al mar y, el tercero, son las embarcaciones que con las áncoras -anclas- la arrancan", explica Verónica Planes, coordinadora y bióloga de la asociación Salvem sa Badia de Portmany, que se fundó en 2019. Cuando Planes y los jóvenes voluntarios encuentran algún barco anclado sobre posidonia, les piden que se trasladen a una zona arenosa donde fondear sin dañar el ecosistema. La mayoría responde bien y se marcha, pero, muchas veces, el daño ya está hecho.

Por desgracia, admiten, su capacidad de control es muy limitada con un número creciente de embarcaciones dirigidas por personas inexpertas y que incluso desconocen lo que es la posidonia. "El aumento del alquiler lo que hace es que haya muchísimas más embarcaciones y que cada vez haya más gente que viene de la Península en agosto y, al final, se saturan los espacios de arena donde echar el ancla sin dañar la posidonia", explica Planes.

"La realidad es que viene demasiada gente", se lamenta. "Viene incrementándose todos los años. Desde la covid, la gente se ha dado cuenta de que hay otros tipos de turismo de ir a nuestra bola en una caravana o en nuestro barco y, luego, las modas de Instagram. Ibiza ya solo vale si te haces la foto en el barco con la puesta de sol de fondo".

"Desde la covid, la gente se ha dado cuenta de que hay otros tipos de turismo de ir a nuestra bola en una caravana o en nuestro barco y, luego, las modas de Instagram".

Salvem sa Badia de Portmany puso en marcha este servicio voluntario en el verano de 2021, debido a la falta de vigilancia ambiental por parte de las instituciones con competencias en la bahía. En la actualidad, este servicio complementa la labor que realiza la empresa contratada por el Govern balear para evitar fondeos irregulares. 

"Este año se ha hecho solo una redada y luego unas cuantas multas por parte de agentes de medioambiente que sí que pueden poner multas", se lamenta la bióloga. "Pero los agentes de medioambiente tienen mucho trabajo, no solo eso, al final faltan medios".

Accidentes y falta de vigilancia

Apenas 20 km separan Ibiza de su isla vecina del sur, Formentera. En verano, la estrecha franja de mar que separa ambas islas es un hervidero de embarcaciones que van desde pequeños barcos a enormes ferris. Los accidentes en esta zona son habituales -en agosto de 2021, un hombre murió decapitado cuando su embarcación fue arrollado por un ferri- y el aumento de embarcaciones, muchas de ellas tripuladas por personas inexpertas, es un factor más que puede hacer las aguas de estas islas un territorio más peligroso.

"Aquí somos muchos, hay una actividad muy grande de náutica, así que permitir que las personas que no tienen ningún tipo de conocimiento náutico, que nunca han estudiado temas de mar, que no conocen la legislación y que se mezclan con un tráfico que no solo es de recreo, sino también de ferris y barcos de pasajes, es un riesgo añadido para que haya más accidentes", declara Ramón van der Hooft, presidente de la Asociación de Náutica de Ibiza y Formentera (Anif).

Desde organizaciones como la Anif o la Asociación de Navegantes Mediterráneo se ha propuesto que se obligue por ley a que las embarcaciones para las que solo se exige el llamado "titulín" -una licencia que habilita para gobernar embarcaciones de hasta 6 metros de eslora- tengan protección en sus hélices.

Pero más allá de medidas preventivas, el problema sigue siendo el mismo que en el caso de la posidonia: la falta de medios para efectuar una vigilancia efectiva de la inmensa cantidad de embarcaciones que llegan a las costas baleares en verano.

"Los que más controlamos las malas prácticas somos nosotros mismos, el sector en sí, porque, por parte de la Administración, solo hay un barco operativo de la Guardia Civil y lo mismo de Aduanas. Sí que están los barcos de algunas fondeadoras que miran el tema de la posidonia, pero luego hay muchas calas que no tienen esa cobertura", explica van der Hooft. "Al final, el control social que ejercemos unos y otros es mucho más efectivo que la vigilancia policial".

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