Sánchez invoca la Constitución frente a Felipe y Guerra, juntos contra la amnistía

El expresidente del Gobierno, Felipe González, y el exvicepresidente, Alfonso Guerra.
El expresidente del Gobierno, Felipe González, y el exvicepresidente, Alfonso Guerra.
Jesús Hellín/ EP
El expresidente del Gobierno, Felipe González, y el exvicepresidente, Alfonso Guerra.

La posible amnistía a los condenados por el procés catalán continúa agrandando la herida en el seno del PSOE, sobre todo con los históricos del partido. Mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, insistía ayer desde Nueva York –sin mencionar la medida de gracia– en que piensa cumplir "con la Constitución", los veteranos Felipe González y Alfonso Guerra lo acusaban de "desleal" desde Madrid y tildaban un eventual pacto con los independentistas de "humillación" y "chantaje".

"La amnistía es la humillación deliberada a la generación de la Transición", proclamó el exvicepresidente del Ejecutivo durante la presentación de su libro La rosa y sus espinas. "La amnistía no cabe dentro de la Constitución", añadía González, que lo acompañó en el acto, celebrado en el Ateneo. Hasta ahora, no se habían pronunciado juntos sobre este asunto.

Ambos apostaron por un pacto entre PSOE y PP o, incluso, por un cambio de sistema electoral para impedir que la gobernabilidad dependa de los "nacionalismos". Además, hicieron hincapié en que ellos no son los "desleales": "En todo caso, el otro". Guerra, frente a un González algo más comedido, volvió a pedir "como socialista" que no se dé luz verde a la amnistía, puesto que, a su juicio, "convertiría en represores a los demócratas y presentaría como demócratas a los felones".

"Tras el indulto, llegó la desaparición de la sedición… Si el indulto es el perdón, la amnistía es el olvido y es decirles que no delinquieron, que fueron justos", añadió ante la vieja guardia del PSOE que le escuchaba entre el público. Allí estaban los exministros socialistas José Luis Corcuera, José Barrionuevo y Virgilio Zapatero.

Y también el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; el expresidente de Aragón Javier Lambán; el andaluz José Rodríguez de la Borbolla; el asturiano Javier Fernández; el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra; Tomás Gómez y Nicolás Redondo Terreros –expulsado hace pocos días del partido–, entre otros pesos pesados.

Guerra también lanzó que la "pregunta" no es si la amnistía cabe o no en la Constitución, sino si "se puede extinguir la responsabilidad penal a aquellos que el Tribunal Supremo dijo que fueron autores de una movilización encaminada a golpear el funcionamiento ordinario de las instituciones". González, por su parte, incidió en que el juicio se hizo con "las mayores garantías". "La amnistía no es el perdón al delincuente, sino el borrado. Lo que hizo queda como legítimamente hecho", quiso aclarar.

Pedro Sánchez fue, por otra parte, diana de las críticas de los intervinientes durante buena parte del acto. "Uno defiende a su presidente durante un tiempo, pero, mientras, el otro ha cambiado", dijo primero Guerra, en alusión a que hasta las elecciones del 23 de julio, el jefe del Ejecutivo ahora en funciones negaba a la amnistía. Aludió, de hecho, a sus "cambios de opinión". "La gente cree que no estamos apoyando al partido, lo estamos apoyando", apostilló González, que reivindicó que ni Guerra ni él son disidencia.

El expresidente también hizo una llamada a que se entiendan PP y PSOE, un discurso que apoyó Guerra con datos: el 73% del Congreso lo ocupan "los dos partidos", mientras que "el resto se reparte entre 20". "Y ahora todo depende de Junts, ¿cómo es posible?", se preguntó.

Conocedor de esta presentación, Sánchez se refirió desde Nueva York –donde asiste a la Asamblea General de la ONU– de forma velada a sus protagonistas en una comparecencia ante los medios. Y lo hizo censurando que el PP "eleve a los altares a algunos dirigentes del PSOE de ayer que son los a los que ponían en la diana".

El jefe del Ejecutivo insiste en no querer posicionarse públicamente sobre la posible amnistía y tampoco quiere rechazar públicamente la afirmación de ERC –"es evidente", según Oriol Junqueras– de que está ya pactada. Pero ayer sí quiso lanzar una llamada de atención a los republicanos y también a Junts, que han asegurado que no piensan renunciar a declarar de nuevo unilateralmente la independencia de Cataluña. Recordó que "hay un 90% de catalanes" que descarta esta vía, tomando este dato del último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el instituto demoscópico dependiente de la Generalitat. "Si queremos apelar a una mayoría para pasar página tenemos que mirar a ese 90%" y no a la minoría de partidarios de la secesión por las bravas, añadió.

Sin embargo, evitó referirse a sus negociaciones para la investidura y ni confirmó ni desmintió las últimas afirmaciones de Junqueras. Se limitó a señalar que va a "ser coherente con la política" desarrollada por el Gobierno para la "normalización política en Cataluña".

"Con eso estoy diciendo mucho, los datos están ahí y son indiscutibles, Cataluña está mucho mejor que en 2017", sostuvo Sánchez, quien, eso sí, dejó claro que, a su juicio, la "crisis política" de la comunidad catalana "nunca tuvo que derivar en la judicialización". Más allá de eso, el dirigente guardó silencio con el argumento de que ahora es el turno de que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, presente su "proyecto" como candidato a la investidura.

"Que cumpla con su deber, y luego, si fracasa, como parece que ellos mismos prevén, espero que el jefe del Estado haga otra ronda y yo pueda ser designado candidato", planteó, insistiendo en que piensa cumplir con "la Constitución". Sánchez confirmó que está deseando superar una investidura y así recuperar las plenas competencias.

"Tengo muchas ganas de que formemos gobierno y consolidemos los avances que van a hacer de nuestro país un país mejor", exclamó después durante el Foro Económico Empresarial organizado por la Cámara de Comercio hispana.

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