A FONDO

Modificación de conducta canina: ¿Quiénes la ejercen? ¿Cuándo es necesaria?

  • Si los miembros del hogar mantienen una cohesión, el proceso de modificación de conducta será exitoso.
La educación canina basada en las correcciones y amenazas resulta ineficaz y contraproducente.
La educación canina basada en las correcciones y amenazas resulta ineficaz y contraproducente.
Getty Images
La educación canina basada en las correcciones y amenazas resulta ineficaz y contraproducente.

A lo largo de los artículos publicados sobre la diferencia entre educadores y adiestradores caninos, en el de cómo escoger adecuadamente un educador canino y en qué casos debemos acudir a un adiestrador canino, hemos hablado sobre la modificación de conducta.

Un modificador de conducta es un educador canino experto o especializado en el entrenamiento y el manejo de perros que aparentemente presenten problemas de comportamiento. Su enfoque principal es comprender y abordar las causas subyacentes de los comportamientos no deseados y trabajar en conjunto con los cuidadores para implementar estrategias efectivas y eliminar las conductas inapropiadas.

Estos profesionales tienen un amplio conocimiento de la psicología y del comportamiento canino, y utilizan métodos basados en el refuerzo positivo, la comunicación y el establecimiento de límites claros para promover cambios positivos en el perro.

Luis Gómez, educador canino especialista en modificación de conducta con más de 10 años de experiencia, lo expresa así: “La modificación de conducta es el área de intervención que se centra en modificar el comportamiento de una especie concreta, en este caso los perros”, y continúa “la base de trabajo para un modificador de conducta es tan sencilla y compleja a la vez como saber de las conductas inherentes a la especie y sus necesidades (la conocida como etología) y diseñar contextos en los que el animal encuentre reforzadores solo en las conductas que deseamos promover para sustituir a las problemáticas (que denominamos aprendizaje)”.

Estos profesionales en comportamiento canino elaboran un escenario sencillo para observar la respuesta del perro, repitiendo la secuencia las veces que la situación lo requiera para reforzar los aciertos del animal, y dejar los errores sin reforzador. “Un profesional que se enfoque en colocar al perro en situaciones difíciles para buscar el fallo y corregir al perro no entiende de modificación de conducta”, aclara Luis G.

¿Son realmente ‘problemas de comportamiento’?

Lo que a menudo consideramos como un problema de comportamiento canino y que nos lleva a buscar la ayuda de un educador especializado en modificación de conducta, puede ser simplemente comportamientos normales en los perros. Es posible que, como titulares y cuidadores, malinterpretemos estas conductas debido a nuestro desconocimiento y las consideremos problemáticas.

La imagen que promueve la televisión de un modificador de conducta es irreal

“Por ejemplo, hay un grupo de comportamientos que corresponden a las primeras etapas de vida del perro que más nos desconciertan a los humanos”, desarrolla el educador canino, “y es que el animal desarrolla su conducta exploratoria y el resto de conductas innatas. Si ya es estresante tener un bebé humano de 8 meses gateando por casa sabiendo lo que busca y necesita, imagina con un animal que lo muerde todo, no puede llevar pañales, y se sube por los muebles y no sabemos cómo calmarle o qué hará a continuación”.

A lo que alude Luis Gómez es a la adolescencia canina, una etapa vital por la que también pasan los perros y que supone una edad crítica en cuanto a abandonos, tal como recogen los registros.

Otro desafío común al que se enfrentan los especialistas en modificación de conducta canina es el manejo de perros que exhiben una interacción estresante con su entorno. Perros que se suben a la mesa, que tiran de la correa, que ladran a niños y a deportistas o que muestran agresividad hacia otros perros.

“Estos problemas derivan de las conductas aprendidas, y es que desde que el perro nace está aprendiendo, al igual que nosotros, asociando estímulos entre sí y adaptando su conducta a las consecuencias”, aclara Luis. Por ello, y como recomienda el educador, lo idóneo sería que los titulares noveles de perros se autorregalaran un pack de iniciación en educación canina y acudiesen a sesiones grupales. “Además, es divertido y un recuerdo imborrable”, asegura Gómez, “te garantiza 10 o 15 años de convivencia con un perro con conductas saludables, y proporciona herramientas que valdrán para todos los perros que se tengan en el futuro”.

Antes de buscar la solución en un modificador de conducta, es importante acudir a un veterinario para descartar posibles causas fisiológicas que podrían provocar el comportamiento problemático en nuestro perro. No debemos dar por hecho que el comportamiento es puramente conductual sin haber evaluado previamente que no existe una causa subyacente de salud que explique su conducta.

Con múltiples evidencias en el campo de la etología, la mejor forma de enseñar a un perro es mediante el refuerzo positivo, premiando las conductas apropiadas e ignorando las inapropiadas.
Con múltiples evidencias en el campo de la etología, la mejor forma de enseñar a un perro es mediante el refuerzo positivo, premiando las conductas apropiadas e ignorando las inapropiadas.
Getty Images

La televisión y sus pésimos modelos

No son escasos los programas que han pasado por la parrilla televisiva de nuestro país, en los que supuestos educadores (y adiestradores) caninos exhibían frente a las cámaras sus técnicas para corregir comportamientos. Centrados en el espectáculo y respaldados en discursos anticuados que la etología canina rechaza categóricamente, muchos nuevos titulares de perros tienen esas imágenes grabadas en sus mentes: 'el perro te domina, tienes que ser el alfa, utiliza la coerción y somete al animal'.

Sin embargo, esas formas de tratar a un perro no solo son inapropiadas, sino que, como señala Luis, no se corresponden en absoluto con la realidad de un auténtico educador canino: “La imagen que promueven en televisión de un especialista en modificación de conducta enérgico, dinámico y acrobático, que está constantemente tocando al perro, es irreal”.

Tal como nos explica el experto consultado, que ha trabajado en proyectos con organismos y profesionales tan afamados en el mundo del comportamiento animal como Roger Abrantes del Ethology Institute, o con la International Association of Animal Behavior Consultants, invadir constantemente al animal con correcciones o comandos no solo es ineficaz técnicamente, sino que también alimenta el recelo y la desconfianza del humano hacia su perro, generando una dinámica de oposición.

Paradójicamente, el uso de técnicas coercitivas puede hacer que el perro perciba al humano como una amenaza, lo cual puede contribuir a problemas de conducta derivados de la inseguridad o el miedo. En este sentido, las intervenciones profesionales se centran en crear un entorno de calma y seguridad para que el perro pueda aprender a mostrar la conducta que deseamos, en lugar de forzarlo a realizar movimientos específicos.

En el núcleo de la modificación de conducta se encuentran dos elementos básicos: recopilar información detallada sobre el historial del animal y su familia, y observar y evaluar el lenguaje canino y las emociones del perro.

Por lo tanto, si se contrata a un especialista en comportamiento, resalta Luis Gómez, “no debe sorprender que lleve una libreta, haga preguntas y observe al perro sin interactuar directamente con él”.

Cómo identificar a un buen modificador de conducta

Si queremos buscar ayuda de un educador canino especializado en esta rama del comportamiento, el paso más importante es buscar referencias y contrastar los datos. En la actualidad, este campo está suficientemente actualizado y la metodología de acción es menos coercitiva, con profesionales que están abiertos a que se les consulte y observe su manera de trabajar.

Luis Gómez recomienda que preguntemos a las clínicas veterinarias, ya que no son pocos los modificadores de conducta que colaboran con los centros de salud animal y son un buen punto de partida. Una vez contactado un educador canino especializado, Luis nos traslada estas recomendaciones:

  • Si te dicen que se tienen que llevar al perro 1 o 2 semanas a su centro... Desconfía.
  • Si lo primero que propone es que coloques al perro un collar de adiestramiento... Desconfía.
  • Si empieza a interactuar con el animal sin realizar una entrevista inicial y conocer el historial del entorno familiar... Desconfía. 
  • Si improvisa las sesiones sin un plan de objetivos claro... Desconfía.

En general, Luis Gómez recomienda que nos planteemos: "¿llevaría a mi hijo o hija a un profesional de la psicología así?"

En relación con las sesiones y qué debemos esperar de ellas, el modificador de conducta canina destaca que un buen profesional expondrá al binomio perro-cuidador a situaciones sencillas para que aprendan cada ejercicio. Según L. Gómez, si no se avanza y les culpa o les trata con desprecio, es evidente que no sabe trabajar con perros ni con personas.

Un modificador de conducta canino comprometido debe explicar con claridad al inicio de cada sesión el ejercicio que se va a desarrollar, los avances que se tratan de alcanzar y las posibles reacciones que pueden surgir, así como las herramientas que utilizará en cada alternativa.

La importancia del núcleo familiar

Si bien el educador canino resulta una ayuda indispensable, que nos proporcionará los recursos para conocer, identificar e interactuar de forma sana con nuestro perro y sus reacciones, el mayor peso para lograr avances lo llevan los convivientes con el animal.

Resulta razonable comprender que cuando surgen problemas de comportamiento, es más fácil abordarlos en perros que conviven con un único titular que en aquellos que forman parte de un hogar con múltiples miembros.

Por esta razón, antes de comenzar el programa de modificación de conducta canina, es necesario establecer una serie de pautas en el hogar que todos y cada uno de los miembros deben respetar.

Estas pautas se resumen en: seguir las directrices establecidas por el educador canino, no hacer concesiones ni excepciones al entrenamiento, mantener una coherencia en las órdenes y recompensas, y brindar un ambiente de calma y tranquilidad para el perro.

“De hecho, un buen modificador de conducta será honesto y no se embarcará en un programa de varias semanas si sabe que algún miembro de la familia saboteará, aunque sea involuntariamente, el progreso. No resulta nada agradable para un profesional ver cómo el perro lo está dando todo por avanzar y el entorno frustra sus intentos”, manifiesta Luis Gómez.

Si se respeta el plan trazado por el educador canino, todos los miembros del hogar se pueden convertir en grandes modificadores de conducta que favorecerán, de manera significativa, el éxito en la mejora del comportamiento del perro.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento