Festivales, regalos de Reyes, reventa... así han gastado los jóvenes los 400 euros del bono para cultura: "Me ha salvado la vida"

  • Entre noviembre y enero, se han registrado un total de 377.539 operaciones por un total de 15 millones de euros.
  • Los macrofestivales han sido los productos estrella, pero las pequeñas empresas han notado menos la medida.
  • Los usuarios se muestran generalmente satisfechos, pero se quejan de la app y la mala atención al cliente.​
Altea, Isabel, Fabio y Miriam posan con los productos que han adquirido con el Bono Cultural Joven.
Altea, Isabel, Fabio y Miriam posan con los productos que han adquirido con el Bono Cultural Joven.
20minutos
Altea, Isabel, Fabio y Miriam posan con los productos que han adquirido con el Bono Cultural Joven.

Altea Esteve admite que llevaba años sin ir al cine. En los últimos meses, sin embargo, esta estudiante Ciencias Politicas y Sociologia de 19 años y sus amigos han ido hasta tres veces. Tampoco era Esteve una lectora habitual, de hecho afirma que "normalmente" no lee libros. Desde noviembre ha comprado -y leído- dos novelas.

Este florecimiento de su interés cultural tiene una clara explicación. El bono cultural de 400 euros que ella y la práctica totalidad de sus amigos recibieron a finales del año pasado por el simple hecho de haber nacido en 2004.

"Me lo hice por si acaso, nunca había pedido algo así y cuando me lo dieron me compré una entrada para una discoteca de techno y flipé porque no entraba a mis planes", señala Esteve, que considera que la iniciativa "está muy bien porque te da a acceso a cosas que son caras como el cine o festivales", pero la aplicación es, en su opinión, "malísima".

"Compré la entrada para un festival, pero me lo canceló y me restó el dinero", explica Esteve. "Llevo dos meses esperando a que me respondan a un correo y nunca he conseguido que me cojan el teléfono".

Altea Esteve, de 19 años, posa con uno de los libros que se ha comprado con el bono cultural.
Altea Esteve, de 19 años, posa con uno de los libros que se ha comprado con el bono cultural.
CEDIDA
"Me compré una entrada para una discoteca de techno y flipé porque no entraba a mis planes"

El Bono Cultural Joven funciona con una tarjeta de prepago que emite Correos y que el beneficiario puede tener de forma virtual en su móvil o recibir de forma física en su domicilio previa solicitud. Casi uno de cada cuatro usuarios del bono cultural -23,45%- consideran que su experiencia global ha sido mejorable, según una encuesta realizada por el Ministerio de Cultura y Deporte tres meses después de su caótica implantación. 

El incentivo de 400 euros para gastar en productos culturales echó a andar en julio del año pasado pero una oleada de quejas ante la maraña burocrática que había que superar para solicitarlo hicieron que el Gobierno ampliara el plazo de solicitud hasta el 31 de octubre.

"Al principio intenté pedirlo online, pero no podía, tenías que ir a sitios y pedir cita para conseguir una clave, no sé, fue bastante complicado", recuerda Lucía Real de Asua, una estudiante de Ingeniería Industrial de Bilbao. "Luego resulta que necesitaba un lector de DNI, fue bastante engorroso".

A pesar de estos inconvenientes, el bono ha funcionado generalmente bien en los meses posteriores. Entre noviembre y enero, se han registrado un total de 377.539 operaciones en establecimientos adheridos por un total de 15 millones de euros en libros, conciertos, entradas para el cine o el teatro, videojuegos o suscripciones a plataformas de streaming, entre otros productos culturales.

"Ahora nos juntamos los que tenemos el bono y vamos unos cuantos al cine, algo para lo que antes no sacaba tiempo", asegura Real de Asua, que también ha comprado "varios libros" y ha comprado una suscripción premium a la plataforma de reproducción de música Spotify. "Pedirlo fue muy complicado y largo, pero ahora sí que creo que merece la pena pasar por ello para tenerlo".

Macrofestivales y conciertos, productos estrella

Los conciertos y festivales han sido uno de los productos estrella entre los jóvenes que solicitaron el bono. Peio Goitia, un joven de Getxo, Vizcaya, y compañero de clase de Real de Asua, se suscribió al bono con la idea de "financiarse el próximo verano" y se compró la entrada para el Boombastic Festival que se celebra en Asturias en julio, cuyo abono general cuesta 120 euros y en el que actuarán estrellas de la música urbana como Bizarrap o Bad Gyal.

La partida de 100 euros para libros, admite, la ha empleado para regalos de Reyes y, la correspondiente a productos digitales, la ha invertido hasta el momento en una suscripción a Spotify. "Teníamos una cuenta premium para toda la familia y era un poco coñazo porque, cuando alguien estaba escuchando, yo no podía escuchar y, ahora, con el bono, tengo una solo para mí y así no hay disputas con nadie", declara Goitia.

También irá este verano al Boombastic gracias al bono cultural Celia Rojo, una estudiante de Física y Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. "Yo creo que igualmente habría ido aunque no hubiera tenido el bono, pero la mayoría de mi amigos, no", declara Rojo, que irá al festival con unos diez amigos de colegio y de su pueblo.

Su amiga y compañera de clase Miriam Sardinero no está interesada en conciertos y festivales y, de hecho, no ha gastado un solo euro hasta la fecha con el bono. “Creo que no voy a darle mucho uso, igual para algún videojuego, algo de Los Sims, si hubiesen incluido deporte, para comprar material para escalada sí que lo hubiera usado”, declara Sardinero. “Yo a conciertos y festivales no voy y al cine tampoco desde que empezó la pandemia. No creo que el bono me vaya a cambiar mi forma de consumir cultura en absoluto”.

Miriam Sardinero, de 18 años, posa con el Bono Cultural Joven en su teléfono móvil.
Miriam Sardinero, de 18 años, posa con el Bono Cultural Joven en su teléfono móvil.
CEDIDA
"No creo que el bono me vaya a cambiar mi forma de consumir cultura en absoluto"

El bono divide los 400 euros en tres partidas: 200 euros para artes en vivo, patrimonio cultural y artes audiovisuales -conciertos, cine, museos, teatro…-; 100 euros para productos culturales en soporte físico -libros, prensa, videojuegos..-; y 100 euros para consumo digital -suscripciones a plataformas, libros digitales…-.

Si bien los festivales organizados por grandes empresas han sido las opciones preferidas por una gran parte de los usuarios, las pequeñas empresas culturales como salas de teatro alternativas han notado menos la medida. A los responsables de la pequeña sala de teatro Nave 73, ubicada en el distrito madrileño de Arganzuela, el bono cultural les pareció "una propuesta muy interesante para abrir una nueva vía de acercamiento al público juvenil".

"La cultura de masas, los eventos que todo el mundo conoce, siempre se ven mucho más beneficiados por este tipo de ayudas"

Tras tres meses de funcionamiento, la sala reconoce que "la afluencia no ha subido" y lo achaca a que las artes escénicas no resultan "tan atrayentes" como los grandes festivales, los conciertos o las discotecas. "La cultura de masas, los eventos que todo el mundo conoce, siempre se ven mucho más beneficiados por este tipo de ayudas", se lamenta Alberto Salas, responsable de comunicación de Ruta 73. "Consideramos que situar a las artes escénicas en la misma categoría que los eventos audiovisuales y musicales nos ha situado en una posición de desventaja".

En cuanto a las libros, otro de los productos que más se han adquirido con el bono, las grandes superficies fueron la opción preferencial en Navidad, pero la iniciativa sí parece estar llegando poco a poco a las pequeñas librerías. 

"Es verdad que en las primeras semanas, muchas librerías tuvieron dificultades para cobrar con los bonos y esto seguro que derivó parte de las ventas a grandes empresas que tuvieron menos dificultades a la hora del cobro", explica Álvaro Manso, propietario de la librería Luz y Vida de Burgos y portavoz de Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) . "Creemos que, una vez solucionados estos problemas, la utilización por parte de los jóvenes se basará en sus preferencias y la mayor capacidad de unos u otros para captar el interés de los clientes".

Las polémicas: reventa y toros

No habían pasado ni dos semanas desde la puesta en marcha del bono y se localizaron tres anuncios en páginas web de segunda mano (Wallapop y Milanuncios) que alertaron sobre la posible reventa de productos comprados con la ayuda gubernamental. El pasado 3 de febrero, Cultura confirmó que, en el supuesto de que se detectase algún incumplimiento o actuaciones irregulares por parte de los beneficiarios del Bono Cultural de este año, bloqueará las tarjetas prepago.

Clara López, una estudiante de grado superior de Administración de Sistemas Informáticos en Red de Collado Mediano, un pueblo de la Comunidad de Madrid, ha comprado, hasta la fecha, un libro para su hermano mayor -"yo no suelo leer", admite- y una entrada para el festival de música electrónica Aquasella, que se celebra en Asturias en agosto: 132 euros con zona de camping incluida.

"Todavía me quedan 70 euros por gastar, y me los gastaré porque es hasta 2024", declara López. "Me compraré una entrada para otro festival y si al final no puedo ir, la revenderé. No me parece mal porque, si realmente no lo vas a utilizar, ¿por qué no lo vas a compartir? Si me va a caducar en 2024, para perder ese dinero, que lo disfrute otro".

La otra gran polémica en torno al bono en estos pocos meses de aplicación ha sido si este debía cubrir o no la asistencia a corridas de toros. Aunque los espectáculos taurinos no estaban inicialmente incluidos en el bono, un recurso de la Fundación Toro de Lidia fue estimado por el Tribunal Supremo y el ministro de Cultura, Miquel Iceta, anunció el 8 de febrero que el Gobierno lo acataría.

De esta forma, entre los gastos posibles con la ayuda de 400 euros, tanto la dada en 2022 como la que se dará en 2023, estarán finalmente los toros. Si bien ninguno de los jóvenes entrevistados para este reportaje han ido o tienen intención de ir a una corrida con el bono cultural, sus opiniones difieren sobre la conveniencia de que el bono lo cubra.

"A mí me parece bien que incluya los toros, porque es algo cultural y el que se lo quiera gastar se lo gaste, aunque a mí, personalmente, no me hace especial ilusión, pero lo respeto", declara López.

"No me gusta la tauromaquia pero tampoco sé qué pensar si yo voy a lo que quiero", declara, por su parte, la madrileña Altea Esteve. "Los toros son legales así que también deberían poder ir, yo estoy a favor de que se prohíban, pero mientras no estén prohibidos no puedo decir que no lo metan".

Problemas técnicos y mala atención al cliente

Esta primera experiencia de bono cultural puede ser considerada, en términos generales, un éxito, a juzgar por la citada encuesta de valoración de los usuarios realizada por el Ministerio de Cultura. Un 87% de los jóvenes que se inscribieron en el bono consideran que este les da la oportunidad de disfrutar de productos y actividades culturales que antes no adquirían, un 69% creen que seguirán comprando esos mismos productos cuando se les acabe el bono y un 98% se lo recomendaría a los jóvenes que cumplen 18 este año.

Isabel Maeso, de 18 años, posa con un libro que adquirió con el bono cultural.
Isabel Maeso, de 18 años, posa con un libro que adquirió con el bono cultural.
CEDIDA
"Literalmente compré dos libros y ya está. Estoy triste, la verdad, pero no sé qué más puedo hacer"

El punto negro de la iniciativa, por contra, ha sido el funcionamiento de la app y su deficiente servicio de atención al cliente. Isabel Maeso, una estudiante de cinematografía en la escuela de arte TAI de Madrid se sacó el bono con la idea de comprar libros ir a concierto. Una vez lo tuvo, intentó comprar unos libros, pero la compra nunca apareció registrada en la app ni le permite subir las facturas, un paso necesario para completar el proceso.

"Me aparece como si no hubiera hecho ninguna compra pero sí me restaron el dinero y, ahora, me deniega la tarjeta si intento usarla", explica Maeso. "He intentado llamar dos veces, una estuve dos horas y la otra, hora y media, con una musiquilla y nada, nadie me sabe resolver el problema. Literalmente compré dos libros y ya está. Estoy triste, la verdad, pero no sé qué más puedo hacer".

Fabio Martín, de 18 años, posa con un vinilo adquirido con el Bono Cultural Joven.
Fabio Martín, de 18 años, posa con un vinilo adquirido con el Bono Cultural Joven.
CEDIDA
"Voy a muchísimos conciertos y el bono me ha salvado la vida, me encanta y, de hecho, me queda muy poco dinero"

Su compañero de clase Fabio Martín, ha tenido una experiencia mucho mejor con el bono, -ha comprado entradas para varios conciertos, los festivales Madrid Salvaje y Riverland y un vinilo de C Tangana-, aunque tampoco ha estado exenta de problemas técnicos.

"En una de las páginas web de los festivales, tardé tres días en que me lo aceptase, creo que era problema del bono cultural y hay veces que te lo aceptaban y hay veces que no", declara Martín, que, a pesar de todo, hace un balance muy positivo. "Voy a muchísimos conciertos y el bono me ha salvado la vida, me encanta y, de hecho, me queda muy poco dinero".

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