El cambio climático se cobró en verano más de 5.000 muertes y tensa la relación entre derechos laborales y transición ecológica

'Boina' de contaminación en Madrid.
'Boina' de contaminación en Madrid.
EFE
'Boina' de contaminación en Madrid.

Las lluvias torrenciales que anegan una localidad y los partos prematuros tienen una cosa en común que se llama cambio climático. Y la manera de luchar contra él, la transición ecológica, también tiene efectos mucho más oscuros que el fomento del autoconsumo, con la aparición de tensiones laborales que van más allá de las tradicionales entre empresa y empleados para entrar de lleno en los sindicatos y en la manera en que deben defenderse los derechos de los trabajadores. La Cumbre del Clima que se desarrolla en Egipto discute acerca de cómo financiar los desastres naturales provocados por el calentamiento global y apretar las tuercas a los países ricos para que reduzcan las emisiones de CO2 a la atmósfera. Pero el cambio climático tiene también una cara mucho más cotidiana y muchas veces imperceptible de la que hablaron recientemente expertos ecológicos, sindicales y médicos.

La Fundación Renovables los reunió hace unas semanas en el Ateneo de Madrid en un acto que huyó de discursos encorsetados de responsables públicos para escuchar a la sociedad civil. Entre las preocupaciones que mostraron las personas que intervinieron entre el público se encuentran  cómo reducir el tráfico en las ciudades y sustituirlo por transporte público y especialmente por el metro, las sospechas fundadas de por qué hay parques eólicos que no están en funcionamiento -se llegó a la explicación de que sería por avería, porque con los precios actuales no interesa tenerlos parados- o cómo optimizar el autoconsumo

A cambio de este interés, los congregados pudieron escuchar de primera mano desde los análisis y recetas más globales hasta los aspectos más concretos a los que el cambio climático supone un desafío en dos cuestiones básicas, la salud y el empleo, y donde ya se dan fenómenos que evidencian que ya no hay que esperar a que suceda el cambio climático, sino que ya está aquí. "Seguimos viviendo en una emergencia climática y, aunque no hayamos modificado nuestra forma de vivir, observamos que hay fenómenos que antes no se producían, como una ola de calor detrás de otra o que ya no llueve, jarrea, o que estamos en una profunda sequía", expuso el presidente de la Fundación Renovables, Fernando Ferrando.

Salud Pública

De forma menos evidente, el doctor e investigador del Instituto Carlos III Julio Díaz Jiménez aseguró que la crisis climática es "en primer lugar, una crisis de salud pública", desde los números más conocidos a otros que nos resultaría difícil relacionar con el calentamiento global.

La "brutal" ola de calor que experimentó España el pasado verano, de 42 días de duración y con una temperatura 1,3 grados por encima de la media, provocó un exceso de mortalidad de 22.000 personas, de las que 5.500 fueron "atribuibles directamente" a las altas temperaturas, aunque Díaz Jiménez aseguró que seguramente habría que poner mucho más en su haber.

El motivo es que las olas de calor, la contaminación de las ciudades o fenómenos como los grandes incendios están relacionado con otra serie de enfermedades que hasta ahora nadie se ha parado a vincular con el cambio climático. "El impacto del ozono y del nitrógeno de carbono en las olas de calor son más importantes que la propia mortalidad atribuible a la temperatura", advirtió el experto del Instituto de Salud Carlos III.

No son las únicas consecuencias sobre la salud que hacen perentorio "actuar ya", no por nuestros hijos y nietos en el futuro, sino por el presente. Los incendios, dijo, "aumentan los riesgos cardiovasculares o el adelanto de los partos". Las sequías son "también un problema de salud pública, hay un aumento de la mortalidad por causas renales, cardiovasculares e ingresos por enfermedades mentales". 

Con todo y sin perder el hilo de la salud, Díaz Jiménez aseguró que el mayor impacto del cambio climático en este ámbito tiene que ver con las migraciones, con desplazamientos de decenas de miles de personas, dentro de sus países o hacia otros y su hacinamiento en las grandes ciudades, donde de nuevo se encuentran con el problema de la asistencia sanitaria. 

El cambio climático, abundó el experto, está "relacionado con el cáncer de pulmón, de mama, digestivo y con enfermedades neurodegenerativas como el Parkison o la demencia", con "la neumonía y bronquiolitis en niños, con ansiedad y depresión", sin dejar de lado dificultades de aprendizaje. "Hay estudios que indican que los niños que viven en lugares contaminados o cerca de una carretera aprenden menos". Antes que eso, la contaminación hace aumentar en un 13% de los partos prematuros. "El panorama pinta muy mal", se lamentó Díaz Jiménez.

Tensiones sindicales

Tampoco fue bueno para las 14 personas que el verano pasado murieron oficialmente por un golpe de calor en España mientras trabajaban. El dato lo ofreció Mariano Sanz Lubeiro, de CCOO, que expuso algo mucho más complicado en la relación entre derechos laborales y transición ecológica. El sindicalista reconoció las tensiones y las "contradicciones" que la necesaria luchar contra el cambio climático plantea a la hora de defender los derechos laborales en procesos de transición. Ya ha sido el caso del cierre de la minería o de las centrales térmicas y dentro de poco le tocará a la industria automovilística, donde el proceso de sustituir el coche de combustión por el eléctrico provocará cambios en el proceso de producción que incluso cuesta entender dentro de los sindicatos.

"Tendrá unas repercusiones muy importantes en el trabajo. Ya las está teniendo", afirmó Sanz Lubeiro, que apuntó que hay sectores que se desarrollarán con la transición ecológica, como cualquiera relacionado con el autoconsumo o la rehabilitación de edificios, por ejemplo, pero otros que tendrán que hacer una verdadera "revolución" que no será entendida por todos, tampoco dentro de sindicatos como CCOO. El cambio "va a ser una exigencia social, por necesidad y porque si no no van a ser competitivos", advirtió antes de reconocer que en su sindicato hay "muchas contradicciones porque nuestro origen es la defensa de los derechos de los trabajadores y les estamos diciendo que hay que cerrar la mina o la central térmica donde tienen un buen salario y que hay que hacer una planta de renovables. Y eso la gente lo ve con escepticismo", analizó.

Entre la satisfacción y la preocupación

A pesar de todas estas dificultades, Sanz Lubeiro defendió que es una transición que tiene que hacerse y que verse desde un punto de vista colectivo, que es el aspecto que analizó desde los movimientos sociales Cristina Monge, profesora de la Universidad de Zaragoza. Según dijo, después de muchos años predicando en el desierto y tratando de situar la crisis climática en la agenda para buscar soluciones, una vez que se ha conseguido los colectivos ecologistas viven el momento actual con dos sentimientos que pueden parecer contradictorios pero que no lo son, "satisfacción y preocupación".

"Satisfacción porque en pocos años ha pasado de ser minoritario y con muy poco espacio en el debate público a situarse en el centro", como vemos con la crisis energética o la inflación, estrechamente relacionados con el cambio climático. La "preocupación" viene, añadió Monge, porque "falta velocidad y ambición para acercarnos por lo menos a los objetivos de reducción de emisiones" y para sacar de la ecuación "elementos contradictorios" como que se ha pasado de discutir cómo retirar estímulos fiscales a los coches de diésel a "subvencionar el litro de diésel y gasolina".

Integral, ordenada y responsable

Más rapidez y ambición para limitar el calentamiento a 1,5 grados más es el primero de los siete elementos que debe tener la lucha contra el cambio climático y que presentó Sagrario Monedero en nombre de Greenpeace. También debe ser "integral", "ordenada" para que el despliegue de renovables no suponga un "expolio" del centro a la periferia, "participada, democrática y en manos de las personas", y con responsabilidades "compartidas pero diferenciadas", porque las personas, compañías y países no son tienen el mismo peso en el calentamiento global

Para Greenpeace, la lucha contra el cambio climático debe ser "100% renovable" y "capaz de cambiar la raíz del problema", es decir, un capitalismo que "no respeta los límites del planeta". 

El acto de la Fundación Renovables trataba de escuchar a expertos y a la sociedad civil y, como señaló Ferrando, hubiera deseado un mayor proceso a la inversa, es decir, que los políticos escucharan a los ciudadanos. Se invitó a todos los portavoces parlamentarios y solo acudió el de Unidas Podemos, Juan López de Uralde, que se unió a la preocupación planteada desde el público sobre el avance del "negacionismo", entre la sociedad y, como reflejo de ello, también en el hemiciclo, donde Vox niega la evidencia y el PP adopta una postura "retardista".

López de Uralde pidió a la sociedad civil que "empuje" y vigile a los políticos y el mensaje que recibió desde el patio de butacas del salón principal del Ateneo fue el de no caer en la tentación de utilizar la lucha del cambio climático como arma arrojadiza.

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