Quién paga los platos rotos del cambio climático: la COP27 enfrenta a países ricos y pobres por la financiación de los daños

  • Los países en desarrollo quieren acordar un nuevo instrumento financiero en la Cumbre del Clima de Egipto. 
  • ​La ONU exige más esfuerzo contra el calentamiento global, que sube 2,8 grados frente al límite de 1,5 del Acuerdo de París.
Inundaciones en Filipinas.
Inundaciones en Filipinas.
EP
Inundaciones en Filipinas.

La mayor sequía de los 500 últimos años en una Europa que se enfrenta a la crisis energética inédita provocada por la guerra en Ucrania, islas del Pacífico que se ven tragadas por el mar o buena parte de Pakistán donde la población vive la mitad del año anegada por las lluvias torrenciales... Estos y otros muchos eventos dejan claro que el cambio climático ya está aquí y sobre sus efectos y la forma de mitigarlos, pero también de adaptase a ellos, discutirán los gobiernos del mundo en la COP 27 que se inaugura este lunes en la ciudad egipcia de Sharm El-Sheikh. 

La agenda es extensa pero desde antes de empezar ya salen a flote los puntos más importantes, como el mayor compromiso que la ONU exige a los países industrializados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, sobre todo, el más polémico, la exigencia de los países en desarrollo de crear un nuevo fondo para que todos los países contribuyan para afrontar las consecuencias del calentamiento global, más salvajes en sus territorios.

La discusión sobre quién paga y cómo los eventos climáticos extremos aparece como el punto que más enfrentará a los países en las negociaciones que entablarán durante las dos próximas semanas y como el más polémico en una Cumbre del Clima africana, que hará que tengan más peso cuestiones que afectan particularmente a ese continente, como la sequía o el acceso al agua y, efectivamente, la reparación de daños que sus países sufren con especial virulencia. O la tentación de volcarse en la producción de gas y combustibles fósiles, que se topa con la advertencia de la UE de que, lejos de ser la panacea, no supondrá una ventaja económica ni en el bienestar de sus ciudadanos.

Uno de los puntos fuertes de la 27 edición de la Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático (COP) tiene que ver con la llamada "Agenda sobre Pérdidas y Daños", de la que ya empezó a hablarse en la COP26, en Glasgow, y para la que los países en desarrollo exigen un acuerdo ya en Egipto sobre un instrumento financiero para poder adaptarse y recuperarse de las constantes acometidas que sufren del cambio climático. Se trata de cómo repartir el coste de los eventos climáticos extremos con un mecanismo financiero que también debería ayudarles a hacer la transición ecológica. De momento, los países en desarrollo luchan por incluir este punto en la agenda formal de la Cumbre.  

Cuestión de supervivencia

Para ello cuentan con el respaldo del secretario genera de la ONU, António Guterres, que días antes del inicio de la COP27 afirmó que "el mundo tiene que unirse para ayudar a los países en desarrollo y a las comunidades vulnerables". "La COP27 tiene que desembocar en una acción concreta sobre las pérdidas y daños que provoca la crisis climática. No es solo una cuestión de confianza entre países desarrollados y en desarrollo. Para muchos países es una cuestión de supervivencia", dijo.

En el otro polo aparecen los países industrializados -con la UE y Estados Unidos a la cabeza- donde, por una parte, se cree que la COP no es el foro para decidir sobre un nuevo instrumento financiero del que también se discute, por ejemplo, en el G20 y que apuesta también por poner otros medios además de los económicos como la ayuda humanitaria o a la reconstrucción. El horizonte de trabajo es mucho más extenso que las prisas que marcan a los países más vulnerables, con el diseño de una estrategia que no vería la luz hasta 2025.

La UE y países como España reconocen la presión que existe en torno a una cuestión que, por una parte, creen demasiado inabarcable como para solucionar solo con dinero -fuentes diplomáticas indican que, por ejemplo, no habría dinero para salvar a una isla del Pacífico de su hundimiento- y para la que, por otra parte, ya existe un compromiso para contribuir con 100.000 millones de dólares al año en un fondo que de momento monitoriza la OCDE y al que los países ricos todavía no hacen las contribuciones pactadas. En 2021, fueron solo 83.000 millones y en la COP27 se podrían ver anuncios nacionales para incrementar las aportaciones.

Por otra parte, y aunque parece solventada hace años que no sería así, países industrializados, en particular Estados Unidos, temen que cualquier acuerdo jurídico para contribuir de forma global a los efectos del cambio climático en determinados territorios suponga una asunción de responsabilidades por parte de los países que han conseguido su desarrollo económico a base de políticas que han contribuido al calentamiento global.

Reducción de emisiones

Esta 'agenda de adaptación' al cambio climático ganará terreno en la COP27, sin olvidar la 'agenda de mitigación', la que pretende disminuir el calentamiento global, que de ningún modo está abandonada por la exigencia a adaptarse a él y que de nuevo pone la lupa sobre lo que están haciendo -o más bien, no están haciendo- los países desarrollados. El objetivo sigue siendo limitar el calentamiento global a 1,5 grados más que en el siglo XIX, cuando los informes científicos previos a la COP dicen que el calentamiento es de 2,8 grados más.

"La COP27 debe sentar las bases para una acción climática mucho más rápida y decidida ahora y en esta década crucial, cuando la lucha global del clima se ganará o perderá", advirtió Guterres días antes de la inauguración de una Cumbre que pondrá el foco la brecha que existe entre el compromiso para limitar el calentamiento global a 1,5 grados más y el hecho de que los datos dicen que está superado por 1,3 grados más.

Con la ausencia de China y de India, dos de los grandes emisores de gases de efecto invernadero, la UE acude con el compromiso conjunto de acelerar la reducción de emisiones pero no hará anuncios concretos para elevar los objetivos nacionales hasta 2023, a pesar de que una de las expectativas de la COP27 es precisamente conocer la revisión de los objetivos. En su lugar, los europeos exhibirán decisiones como la última de prohibir la venta de coches de gasolina y gasoil a partir de 2035 o con los intentos de incluir el transporte marítimo dentro del esquema de comercio de emisiones de CO2. También afrontan la Cumbre con la esperanza de que se hagan realidad las mejores proyecciones que hace la ONU con respecto a la COP del año pasado, en el sentido de que ahora sí espera que las emisiones alcancen su pico en 2030 para empezar a declinar a partir de ese año. Fuentes de la Oficina Española de Cambio Climático admiten en todo caso que sigue sin ser suficiente.

Crisis energética

No obstante, los países europeos se saben señalados de cara a la COP27 porque no están haciendo lo suficiente y también porque son el epicentro de la crisis energética que ha hecho que algunos recurran en mayor medida a carbón y gas para garantizar su suministro. El causante primero, Rusia, tampoco acudirá a la COP27. Desde España, fuentes del Gobierno inciden en el mensaje de que la crisis energética no debe hacer que esta Cumbre del Clima sea vista como una de transición porque la UE cumplirá de forma general sus objetivos de reducción de emisiones para este año y porque, al contrario, la necesidad de desengancharse del gas ruso ha llegado a los países europeos a acelerar las renovables.

En esto coinciden fuentes de la delegación española con el mensaje que lanzó el secretario general de la ONU antes del comienzo de la COP. En Madrid, afirman que aunque la sensación general es que la crisis energética no permitirá avances, la COP 27 debe ser vista como todo lo contrario, como una Cumbre de la que sí deben salir decisiones que, aunque nunca serán suficientes para afrontar el inmenso reto climático, sí se espera que sean positivas. "Va a ser una COP de la confianza", aseguró en una reciente entrevista la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

"La COP27 debe ser el lugar para reconstruir la confianza y reestablecer la ambición que se necesita para evitar llevar a nuestro plante al precipicio climático. Necesitamos ya una acción climática más rápida y más audaz", reclamó Gutérres.

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