Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

La inviolabilidad

El rey Felipe VI, en el Club de Harvard de Nueva York, durante su discurso tras recibir la Medalla de la Asociación de Política Exterior.
El rey Felipe VI, en el Club de Harvard de Nueva York, durante su discurso tras recibir la Medalla de la Asociación de Política Exterior.
EFE
El rey Felipe VI, en el Club de Harvard de Nueva York, durante su discurso tras recibir la Medalla de la Asociación de Política Exterior.

Oiga, ¿no será usted monárquico? Pues no. Ah, muy bien, entonces es usted republicano, ¿eh? (sonrisa cómplice del que pregunta). Pues tampoco.

Este diálogo, que no tiene nada de imaginario, concluye invariablemente con la estupefacción, el desprecio o el cabreo del preguntador, que pertenece a esa enorme mayoría de ciudadanos que consideran que ser monárquico o republicano es como ser del Madrí o del Barsa: algo que tiene que ver con las tripas, con los sentimientos, con el corazón. No con la cabeza.

Vuelve a debatirse en estos días el pinchudo asunto de la inviolabilidad del rey. El PNV ha presentado en el Congreso una proposición de ley que pretende modificar, en ese sentido, la ley orgánica del Poder Judicial, que es de 1985. Los letrados de la Cámara han dicho que muy bien, pero que así no se hace. ¿Y por qué no? Pues porque la inviolabilidad del rey está en el artículo 56.3 de la Constitución: "La persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad", dice. Si el PNV –o cualquier otro grupo– pretende eliminar, limitar o precisar esa inviolabilidad, lo que tiene que proponer es una reforma de la Constitución. No la modificación de una vieja ley orgánica. Así es como se hacen las cosas.

Han votado en contra porque así no se hacen las cosas: lo que hay que abordar, en este asunto y en otros muchos, es una reforma de la Constitución

El PSOE y el PP, en el Congreso, han votado en contra de esa propuesta del PNV. ¿Por qué? ¿Por qué están a favor de que el rey siga siendo inviolable tanto en su actividad pública como en sus actos o negocios privados? Es evidente que no. Han votado en contra porque así no se hacen las cosas: lo que hay que abordar, en este asunto y en otros muchos, es una reforma de la Constitución. Votar a favor de la propuesta del PNV habría sido poner una ley menor por encima de la Constitución. Habría sido decir que una simple ley, o reforma de ley, puede cambiar la Carta Magna. Y eso, en un Estado de derecho, es imposible. Es un disparate. Los dos grandes partidos constitucionales no pueden hacer eso. Y no lo han hecho.

Entonces, ¿quiénes están a favor de la propuesta de los vascos? Pues, si se fijan, aquellos partidos a los que la Constitución les importa más bien poco. Los separatistas catalanes, que odian la Constitución. Los nacionalistas vascos, que en unos casos la odian igualmente (los de Bildu) y en otros casos también, pero más bajito. Los de Unidas Podemos, que han hecho del republicanismo una bandera muy llamativa para intentar recuperar los votos que no dejan de perder. Habrá excepciones, no digo que no, pero hay ahí una gran cantidad de republicanismo futbolero, de las tripas, del sentimiento, del corazón. Y no de la cabeza.

¿Saben ustedes quién está, con toda probabilidad, completamente a favor de eliminar la inviolabilidad del rey en sus actos privados? Pues el rey

En Gran Bretaña, el sentimiento republicano es bastante reducido en comparación con el que hay en España. Y hace mucho menos ruido. En Suecia, Noruega, Holanda, Dinamarca o Japón sucede lo mismo. ¿Por qué? Porque allí hace muchísimos años que se han dado cuenta de que lo importante es que haya democracia y que esta funcione. La forma de Estado es secundaria. Lo que les importa no es la forma sino el contenido. Si preguntan ustedes a los británicos, a los suecos o a los daneses si son monárquicos o republicanos, lo más probable es que se encuentren con una sonrisa de sorpresa y que les digan: "¿Por qué me pregunta usted eso? ¿Qué más da?".

¿Saben ustedes quién está, con toda probabilidad, completamente a favor de eliminar la inviolabilidad del rey en sus actos privados? Pues el rey. Me juego la mano derecha. Si el rey es ejemplar e intachable (como es el caso de Felipe VI; él entiende que para eso es rey), simplemente no necesita la inviolabilidad. Y si no lo es, debe ser juzgado como cualquier otro ciudadano. Si no se hiciese así, el prestigio de la Corona (de la jefatura del Estado) se vendría abajo. Que es exactamente lo que él trata de evitar; y hay que admitir que, con las andanzas de su señor padre, no lo tiene nada fácil.

Un día u otro, esperemos que pronto, se eliminará esa antigualla de la Constitución, lo mismo que se modificarán otras cuestiones como la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión, el Senado, el sistema de las autonomías o el propio método de reforma constitucional, que es una carrera de obstáculos. Cuando se redactó la Constitución española (sin duda la mejor de las siete que ha tenido nuestro país en dos siglos y pico) no existían ni internet ni el teléfono móvil. Eso se nota. Pero no por ese motivo hay que hacer otra: cuando se escribió la de EEUU, no existían los trenes, las vacunas ni las máquinas de vapor. Y ahí sigue. ¿Cómo? Mediante un provechoso sistema de reformas que sigue funcionando hoy.

Así que dejémonos de historias, de brindis al sol y de política publicitaria o populista, que es lo que han hecho el PNV y quienes les apoyan. ¿Hay que eliminar la inviolabilidad del rey? Pues cambiemos la Constitución. Y mientras tanto ocupémonos de cosas verdaderamente importantes, como si somos del Madrí o del Barsa, que eso es lo que le interesa a la gente. Sobre todo a los del Atleti, claro.

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