Luis, con una prótesis de pene tras sufrir un cáncer de próstata: "No tenía por qué renunciar a una vida sexual activa"

El cáncer de próstata es uno de los más frecuentes en varones.
Ilustracón sobre el cáncer de próstata.
Archivo
El cáncer de próstata es uno de los más frecuentes en varones.

A Luis Miguel Rodríguez le detectaron un cáncer de próstata hace unos tres años y medio. Era tan agresivo que dos meses después estaba siendo sometido a una operación para extirparle el tumor y, con él, toda la glándula. Los problemas de erección que ya había presentado antes de la enfermedad se agravaron tras salir de aquel quirófano y fue cuando decidió someterse a un implante de prótesis de pene. "Entonces tenía unos 65 años. Soy relativamente joven y sigo muy enamorado de mi mujer. Todavía podía tener una vida sexual activa. No tenía por qué renunciar a ella", cuenta.

El cáncer de próstata, cuyo día mundial se celebró el sábado, es el más frecuente en hombres y la tercera causa de muerte oncológica entre el género masculino, detrás del tumor de pulmón y el colorrectal. Pese a su prevalencia, expertos como el doctor Óscar Gorría alertan de que todavía sigue estando demasiado invisibilizado, y más lo están aún los efectos colaterales que dejan los tratamientos. "Hasta un 75% de quienes son tratados quirúrgicamente y un 55% de los que se someten a radioterapia sufren una disfunción eréctil posterior", expone el urólogo y andrólogo del Hospital Universitario de Navarra.

Dependiendo de las circunstancias, las probabilidades de que el paciente no responda a métodos diferentes a la prótesis son muy altas. Su uso, sin embargo, no está extendido, como así lo demuestra el hecho de que mientras cada año se diagnostican más de 30.000 cánceres de próstata, el Sistema Nacional de Salud solo coloca unos 700 implantes. En muchas ocasiones no se atribuye a una escasez de recursos, sino al desconocimiento incluso de los facultativos y a la falta de apoyo social. "Tenemos que hacer entender a la sociedad que a la sexualidad hay que darle la importancia que merece y que los tratamientos que se aplican tienen que normalizarse como un elemento más de la recuperación del estado de salud de una persona", afirma el especialista.

Luis Miguel tuvo la suerte de que su médico sí le habló de la posibilidad de un implante. El doctor Félix Campos Juanatey, del Servicio de Urología del Hospital de Valdecilla, en Santander, le informó de la existencia de esa opción y su confianza en él y en el resto del equipo le animó a dar el paso. "Antes de que me detectaran el cáncer ya había utilizado algunos sistemas, pero después ya no me funcionaban bien. La viagra además tiene riesgos cardíacos y las inyecciones son bastante desagradables. Empiezan a hacer efecto a los pocos minutos, pero se ponen en los momentos previos y te cortan el rollo. A nadie le gusta que le pinchen en esa zona", refiere este hombre al otro lado del teléfono.

La prótesis se la colocaron un año después de la prostatectomía radical, mediante una operación rápida y sencilla que no requirió ingreso. Tras unas semanas de reposo, al mes aproximadamente puedo empezar a activarla y a ir acostumbrándose a ella. 

Desde aquel momento, cuando desea mantener relaciones sexuales presiona la bomba que tiene localizada en la bolsa escrotal. "Se nota muy bien al tacto y tiene un tope a partir del cual no puedes apretar más", relata. Esa bolsa se comunica internamente con un reservorio de líquido, que generalmente está en la cavidad abdominal. Con la presión, el líquido pasa a los dos cilindros introducidos dentro del pene y se produce la rigidez. "Cuando llegas al orgasmo aprietas la misma bomba y se va desinflando hasta quedar en reposo. En el día a día no se nota, no es molesto ni siquiera para ir al baño. Puedes hacer vida normal", continúa.

A mí me gusta hablar de estos temas con naturalidad y libertad, con seriedad y con toda la educación del mundo. De hecho creo que incluso ayuda a otros hombres

Reconoce que las sensaciones que tiene ahora en los momentos íntimos no son como las de antes, pero no lo achaca a la prótesis, que "funciona de maravilla", sino al calibre de la prostatectomía a la que se sometió: "Me había crecido mucho la próstata. Si lo habitual es que tenga el tamaño de una nuez, la mía era como una naranja. Al quitármela quedó un hueco muy grande. Como consecuencia, el pene se mete hacia adentro y se acorta bastante. En esas circunstancias, llego al orgasmo, pero no tengo la sensación de placer que tenía antes". El doctor Gorría apunta a ese respecto la importancia de aclarar bien a los pacientes que la pérdida de longitud no se recupera con la prótesis, dado que no es un sistema que alargue ni que engrose.

No obstante, frente a pastillas e inyecciones que ya no le hacen efecto, Luis Miguel sigue abogando por este dispositivo como el tratamiento más eficaz para él. "Me permite tener erecciones y puedo producirle placer a mi esposa y hacerla feliz, algo que de otra forma no conseguiría", destaca y solo se sonroja un poco cuando se le pregunta por el grado de satisfacción de su pareja tras el implante. "Tiene 72 años y está experimentando más placer que cuando teníamos 25. Entonces además no sabíamos nada sobre sexo", responde finalmente sin tapujos, como viene haciendo durante toda la conversación.

El testimonio de este conductor de autobuses ya jubilado cobra especial relevancia por lo difícil que resulta que los varones manifiesten abiertamente sus problemas sexuales, lo que conlleva que trastornos como la disfunción eréctil estén muy infradiagnosticados. Esto resulta preocupante, ya que quienes empiezan a sufrirla a los 40 o 50 años tienen un alto riesgo de padecer un infarto o un accidente cerebrovascular una década después. E identificados a tiempo podrían prevenirse.

"A mí me gusta hablar de estos temas con toda la naturalidad y libertad. De hecho creo que incluso ayuda a otros hombres. Se recurre mucho a la burla. Y a mí me pone de muy mala leche. De esto hay que hablar con seriedad, utilizando los términos con toda la educación del mundo, porque si no lo único que se consigue es que haya muchos tabúes y traumas", señala Luis Miguel. Él habla de sexo con sus tres hijos sin complejos y nunca ha tenido inconveniente en sacar a relucir la cuestión de la prótesis cuando ha surgido la conversación: "Siempre ha habido alguien que ha hecho alguna mofa pero he sabido callarlo".

Conocer su historia contribuye por tanto a normalizar cuestiones con implicaciones no solo físicas sino también psicológicas, pero resulta doblemente importante porque tumba asimismo la falsa creencia de que el deseo sexual se pierde con la edad. "La edad no es una contraindicación a día de hoy prácticamente de nada en medicina. Y en esto mucho menos. Ponemos prótesis a pacientes desde los 40 a los 80 años que tienen una vida sexual activa. Independientemente de la edad es una función muy importante para muchas personas", indica el doctor Gorría, una afirmación que, superadas las bodas de oro, Luis Miguel y su mujer corroboran: "Puede parecer mentira que a los 70 años lo pasemos tan bien. Pero así es".

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