La apacible vida que le espera a Rajoy fuera de la Moncloa

Mariano Rajoy, acompañado por José Benito Suárez (i), marido de Ana Pastor, y el vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda (d), camina por la 'Ruta da Pedra e da Auga'.
Mariano Rajoy, acompañado por José Benito Suárez (i), marido de Ana Pastor, y el vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda (d), camina por la 'Ruta da Pedra e da Auga'.
EFE
Mariano Rajoy, acompañado por José Benito Suárez (i), marido de Ana Pastor, y el vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda (d), camina por la 'Ruta da Pedra e da Auga'.

Después de años de escuchar chanzas sobre su afición a los deportes y a la lectura del Marca, el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy ha aprovechado la semana de su adiós para contradecir esta teoría en una entrevista en Cope en la que replicó que "aunque algunos no se lo crean", en este puesto "hay que trabajar 14 horas diarias, sábados y domingos". Por tanto, una vez despojado de responsabilidades de Gobierno y en el PP, a Rajoy le espera una vida más apacible, con una pensión de 80.000 euros brutos anuales y, si quiere, un sueldo vitalicio de casi 100.000 euros y hasta billetes gratis para viajar por el mero hecho de haber sido inquilino de La Moncloa.

El primer paso, obligado, que ha dado Rajoy y su familia ha sido mudarse desde el aislado complejo de La Moncloa al domicilio del que salieron en 2011, un dúplex en la localidad madrileña de Aravaca que resulta ser de más dimensiones que el palacio presidencial, del que sólo una pequeña parte se dedica a alojar al presidente y su familia.

Según El Mundo, la casa a la que han vuelto Rajoy, su mujer y sus dos hijos tiene 279 metros cuadrados frente a los 200 metros de La Moncloa, aunque pierden casi 60.000 metros cuadrados de jardines. Allí, el expresidente tendrá vecinos tan ilustres como Buenafuente, Terelu Campos o incluso el abogado que consiguió que tuviera que declarar el año pasado como testigo en el jucio por la primera época de la trama Gürtel, José Mariano Benítez de Lugo.

Según reconocía esta semana, todas las horas que se le dedican a la Presidencia del Gobierno se restan necesariamente de la familia. Esto también lo sabe a priori, por ejemplo, la nueva ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, que en el traspaso de carteras prometió en público a sus gemelas de cuatro años que todo el tiempo que no esté trabajando lo pasará con ellas.

Con conocimiento de causa, Rajoy asumía que "a lo mejor no he atendido mucho a mi familia, pero a partir de ahora estaré en otra posición y les podré compensar". Como si fuera una fuente de inspiración, el estatuto de los expresidentes del Gobierno indica que, por esta condición, disfrutará de "libre pase en las compañías de transportes terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado". Es decir, billetes gratis, a los que se suman también el "apoyo" por parte de las embajadas de España en el extranjero cada vez que Rajoy viaje fuera del país.

Dos secretarios, coche oficial y oficina

Otras de las prerrogativas de las que ya puede disfrutar ya desde su cese, el pasado 2de junio, es el tratamiento de "Presidente", con su correspondiente lugar protocolario en actos oficiales. También dispondrá de un coche con chófer, dos secretarios y recursos para alquilar una oficina, todo a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

La parte más engorrosa será, seguramente, el personal de seguridad del que seguirá "gozando" si así el Ministerio del Interior lo considera necesario, de manera que previsiblemente la sombra de los guardaespaldas no abandonará de momento a la familia Rajoy-Fernández.

Hijos y trabajo

El expresidente tiene dos hijos a los que aún les quedan unos años para independizarse y que todavía son un gasto "notable", como diría su padre, porque ambos estudian en centros privados de élite. El mayor, Mariano ya tiene 18 años y está matriculado en una universidad privada y el pequeño, Juan, de 12, todavía va a un prestigioso colegio bilingüe. Además, hasta ahora, el presidente se ha hecho cargo de su padre, de 96 años, que ha vivido con ellos en la residencia presidencia.

Sin embargo, no parece que vayan a faltar los recursos económicos en casa de Rajoy, donde, además, su mujer, Elvira, Viri, Fernández, podría regresar a la vida laboral, que aparcó, mediante una excedencia de Telefónica, para ocuparse de sus hijos cuando todos se mudaron a La Moncloa en 2011.

Para empezar, porque por el hecho de haber sido presidente del Gobierno, a Rajoy le aguarda una pensión vitalicia de unos 80.000 euros al año, de la que también disfrutan todos sus antecesores vivos, que podría compatibilizar con retribuciones por otras actividades.

A sus 63 años, a Rajoy sólo le quedan dos años para jubilarse a los 65. A pesar de llevar más de 35 en política, mantiene su plaza como registrador de la propiedad  en Santa Pola (Alicante) , por la que ha seguido cobrando trienios, y nada le impediría solicitar el reingreso a este cuerpo funcionarial ante la Dirección General de Registro y del Notariado, dependiente del Ministerio de Justicia.

La vuelta a los registros le convertiría también en empresario, porque aunque es funcionario, esta actividad requiere de la apertura de un despacho, normalmente abierto de 9 a 17 horas, con empleados que los que Rajoy sería su jefe.

"Ya veremos, ahora dejo la política y hay mucha vida después de la política, tengo que pensar, voy a pensar unos días a ver qué hago yo en el futuro", decía Rajoy, que también tiene pendiente la decisión de dejar su escaño en el Congreso y desvincularse definitivamente de los órganos del PP. De momento, este lunes presidirá la Junta Directiva Nacional que fijará la fecha y la comisión organizadora del congreso extraordinario de julio en el que se producirá su relevo. También está por ver si hasta entonces seguirá presidiendo los comités de dirección que celebra el PP todos los lunes.

Consejo de Estado

La otra opción laboral que se abre en el horizonte de Rajoy, mucho menos exigente, sería solicitar su ingreso en el Consejo de Estado, al que accedería como consejero nato, una categoría que le eximiría de estar en el día de los trabajos de la institución, que sustentan los consejeros permanentes y los letrados. Su obligación sería asistir una vez a la semana a los plenos en el Palacio de los Consejos, en pleno Madrid de los Austrias, en el centro de la ciudad.

Rajoy cobraría del Consejo de Estado casi 100.000 euros brutos anuales por hacer informes no vinculantes sobre cuestiones sobre las que el Gobierno pida un dictamen. De motu propio, los consejeros también pueden redactar estudios, informes o memorias que consideren oportunos.

Uno de los dictámenes más importantes que emitió el Consejo de Estado estando Rajoy en el Gobierno tuvo que ver con Cataluña. El Consejo de Ministros elevó una consulta sobre si recurrir ante el Tribunal Constitucional la reforma de la Ley de Presidencia del Parlamento catalán, que habría supuesto permitir la investidura, en ausencia, de Carles Puigdemont y el Consejo de Estado dio luz verde para presentar el recurso que finalmente impidió tal posibilidad.

A este dictamen había precedido otro, meses antes, en el que los consejeros de Estado rechazaron la intención del Ejecutivo de Rajoy de recurrir preventivamente una eventual investidura de Puigdemont, debido a que la Ley que finalmente fue impugnada por el Constitucional aún no se había aprobado.

Si Rajoy ingresa en el Consejo de Estado podría tener que pronunciarse sobre una cuestión muy importante, porque la ley que regula esta institución contempla que deberá consultarse para anteproyectos de reforma de la Constitución, algo que quizá el presidente, Pedro Sánchez, podría impulsar.

En ese caso también, se da la circunstancia de que Rajoy sería el único expresidente del Gobierno. Aunque todos tienen derecho, José Luis Rodríguez Zapatero se dio de baja tras incorporarse a la fundación Instituto para la Diplomacia Cultural y José María Aznar sólo ocupó su plaza entre 2005 y 2006 y la abandonó para incorporarse como consejero al grupo de comunicación de Rupert Murdoch, News Corporation.

Felipe González nunca llegó a pedir el ingreso como tampoco hicieron los primeros presidentes de la estos últimos 40 años de democracia, Leopoldo Calvo Sotelo y Adolfo Suárez .

Qué tipo de expresidente

Hablando de expresidentes del Gobierno, está por ver qué perfil adoptará Rajoy como exhabitante de La Moncloa, que González definió hace años como "un jarrón chino que corre el riesgo que un niño le dé un codazo"

Las declaraciones que ha hecho hasta el momento parecen indicar que se asemejará más a la discreción de Rodríguez Zapatero que al aleccionador Aznar, a quien Rajoy decidió contestar un día después de que su antecesor aprovechara que él anunciaba que deja la política para ofrecerse a "reconstruir" el centro derecha. "Mi papel ahora no es dar lecciones ni instrucciones, porque puede ocurrir que no me hagan caso o dejen de tomarme en serio, cosa que no me gustaría", dijo.

Su intención, por el contrario, es entrometerse lo menos posible en la elección de su sucesor y, después, acatar su autoridad. "Me pongo a la orden de quien elijáis y cuando digo a la orden, es a la orden", aseguró a sus compañeros el lunes de esta semana.

Una semana después de verse apeado del Gobierno, Rajoy tiene aún que decidir muchas cosas de cómo va a ser su vida de ahora en adelante. Lo que sí está claro es que tendrá más tiempo y que entre los sitios entre los que, siendo presidente, ha repartido su poco tiempo libre están Galicia y Canarias, donde comparte con sus hermanos la propiedad de una casa.

Independientemente de cómo decida repartir ahora su tiempo, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del PP de Canarias, Asier Antona, ya hicieron un borrador en el Comité Ejecutivo Nacional en el que este lunes Rajoy anunció su retirada. La solución salomónica fue que los veranos a Galicia y los inviernos a Canarias.

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