Silvia Leal Divulgadora científica
OPINIÓN

¿Estamos seguros de que a los niños esta situación no les afecta?

  • Silvia Leal es divulgadora científica y experta en tendencias de futuro.
Un niño hace los deberes en casa.
Un niño hace los deberes en casa.
GTRES
Un niño hace los deberes en casa.

Son muchas las preocupaciones que han llegado con el Covid-19, que arrancaron con el cierre de colegios, una medida muy drástica pero que a todas luces resultaba imprescindible para reducir la velocidad de propagación, en estos momentos inasumible por el sistema sanitario de nuestro país.

Hay muchas vidas en juego, lo que justifica la puesta en marcha de todas estas medidas. Sin embargo, también es necesario que tomemos conciencia sobre cuál será el impacto sobre la educación de nuestros hijos, dado que, por desgracia, el punto de partida no es precisamente bueno. En el último informe internacional PISA, los alumnos españoles retrocedieron 4,5 puntos en matemáticas y hasta 9,5 puntos en ciencias, posicionándose por debajo de la media de la OCDE en ambas disciplinas.

Antes de esta crisis, tan solo un 4,3% de los empleados teletrabajaba en nuestro país, una cifra que se ha multiplicado estos días. Para que sea realmente eficaz es necesaria una inversión en tecnología previa, una asignatura pendiente para muchas empresas, lo que explica que se haya disparado la demanda de portátiles y servicios informáticos. A pesar de todo, en aquellos casos en los que sea viable y se ejecute con eficacia (e inteligencia), permitirá minimizar enormemente los efectos de la crisis. No tengo ninguna duda de que esta ‘experimentación’ forzosa permitirá que muchas empresas comprueben que el teletrabajo aumenta tanto la productividad como la motivación de los empleados, por lo que pasarán a incorporarlo como algo normal.

"El sistema educativo no termina de adaptar los contenidos, las herramientas y su metodología a la velocidad que demandan los nuevos tiempos"

Por todo ello, ¿cómo no íbamos a buscar también en la ‘teleducación’ la respuesta frente a la difícil situación en la que nos encontramos? ¿Cómo no iba a estar ahí la solución frente al reto que se plantea con el cierre de los colegios sobre la educación de nuestros hijos? Por supuesto, la solución podría haber estado ahí, pero mucho me temo que entre el mundo de la empresa y el sistema educativo hay una gran diferencia: las prioridades y su velocidad.

Hace tiempo que el sector empresarial entendió que hay dos opciones: e-renovarse o morir, lo que ha convertido la digitalización en una prioridad extendida. Un escenario que choca frente a un sistema educativo que tiene claro que también debe hacerlo, consciente de que el futuro de los chavales será aún más digital y que se demandarán estas competencias, pero que no termina de adaptar los contenidos, las herramientas y su metodología a la velocidad que demandan los nuevos tiempos.

Afortunadamente, los centros, los equipos directivos y, por supuesto, los profesores están completamente volcados en intentar paliar los efectos de este parón sobre el aprendizaje de los chavales con las herramientas disponibles (colgando fichas en internet, proponiendo deberes online, compartiendo vídeos, etc.).

"Para reducir al máximo el impacto de la suspensión de las clases hubieran hecho falta conexiones y tecnologías de calidad"

No obstante, también hay que ser realista y reconocer que para conseguir reducir al máximo el impacto de la suspensión de las clases sobre su ritmo académico (e incluso lograr acabar con él) hubieran hecho falta conexiones y tecnologías de mucha calidad que, por desgracia, todavía no forman parte del día a día de los colegios. Aunque a muchos les ‘suene’ a ciencia ficción, herramientas como la gamificación (uso de técnicas propias de los videojuegos) y la inteligencia artificial permiten multiplicar la motivación de los estudiantes durante una clase y reducir enormemente el tiempo de aprendizaje.

Espero que esta situación nos haga replantearnos nuestras prioridades, avanzando hacia una formación más eficaz, personalizada y ‘humana’, eso sí, gracias a la tecnología.

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