"La envidiada sanidad ya no existe": los vascos van al 21A preocupados por la sanidad pública, la vivienda y el empleo precario

Una manifestación en defensa de la sanidad pública, el 16 de marzo de 2024, en Bilbao.
Una manifestación en defensa de la sanidad pública, el 16 de marzo de 2024, en Bilbao.
EP
Una manifestación en defensa de la sanidad pública, el 16 de marzo de 2024, en Bilbao.

Nagore tiene 20 años, es natural de Legazpi y estudia Pedagogía de la Música en San Sebastián, donde comparte piso con estudiantes en el barrio de Arriola, que se paga trabajando los fines de semana en un bar. "Somos cuatro, ahora. Hemos tenido que hacer del salón una habitación para poder pagarlo, porque en Donosti el alquiler está muy caro", explica al teléfono. Nagore cree que ella y sus compañeros tienen suerte, vistos los dramas que se apilan en el chat de Whatsapp de su centro de estudios específico para la búsqueda de vivienda. "Encima parece que no nos podemos quejar. Hay gente que sabe que el año que viene se va a la calle y la situación está cada vez más difícil". Nagore piensa que el turismo en la ciudad afecta al encarecimiento de los pisos, y en zonas universitarias, como la suya, opina que los propietarios se aprovechan de la alta demanda: "Saben que la vamos a necesitar".

La búsqueda de un piso en las grandes capitales vascas, en municipios de sus periferias y en zonas costeras se ha vuelto misión imposible. Eso hace que la vivienda se sitúe en el top de los problemas de los vascos, según revelan tanto los más recientes sociómetros, que reflejan que preocupa al 25% de los habitantes de Euskadi, como el barómetro del CIS.

En el top de las preocupaciones figuran el empleo (48%), por una creciente precariedad, y la situación del servicio de salud vasco (35%).

El derecho a una vivienda digna es un problema social de primer orden. Según cálculos de El Correo, harían falta 103.000 pisos para satisfacer la demanda de vivienda solo de la gente en edad de emanciparse.

Los municipios alrededor de San Sebastián se quejan de exceso de demanda, porque la capital donostiarra expulsa a los jóvenes con unos precios desorbitados por metro cuadrado. Lo mismo ocurre en las periferias de Bilbao y de Vitoria. Contribuye a la escasez de vivienda la cantidad de pisos destinados al turismo. Un piso de 1.500 euros en un barrio obrero de Donosti recauda en meses de verano la misma cantidad por quincena. 

Los que están en plena búsqueda de vivienda denuncian que los requisitos de los arrendadores se han tornado inalcanzables. Un anuncio publicado en Internet el 16 de febrero, y denunciado en Facebook, decía: "Alquiler, oportunidad piso en San Sebastián, 1.500 euros mes, (requisitos) últimas 12 nóminas, 6 meses de fianza, 3 de adelanto, seguro de impago, no animales, no niños, antecedentes penales, nacionalidad española, ingresos demostrables de más de 80.000". "Suerte a todas", añadió como comentario el usuario del chat que lo denunció.  

Xabier Arberas es portavoz de Zaharrean Bizi, la asociación de vecinos de la Parte Vieja de San Sebastián. Su lucha contra la turistificación del casco histórico comenzó en el año 2012, pero desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar. "Si en tiempos de Odón Elorza (alcalde en los años 90 del siglo pasado) se consideró ya una zona tensionada con un establecimiento de restauración por cada 166 habitantes, ahora hay uno por cada 29 habitantes", resume.

La asociación a la que pertenece Arberas batalla contra el monocultivo de bares y pisos turísticos que hace "insoportable" vivir en su barrio. Dice que tienen el mayor índice de envejecimiento y padecen la mayor masificación. En 2022, pasaron por su kilómetro y medio de perímetro, entre el muelle y el boulevard, más de 32 millones de personas. Lamenta Arberas la "dinámica activa del Ayuntamiento de no parar de realizar eventos gastronómicos, deportivos o culturales que acaban teniendo de epicentro nuestro barrio". Asegura que los vecinos padecen "desplazamiento simbólico", un fenómeno consistente en sentirse ajeno en el propio barrio por la turistificación. Lo que exigen es que se les priorice y se decrete un decrecimiento que les devolvería calidad de vida, y ya, después, que pongan etiquetas de "sostenible" a los negocios. "No podemos más y no queremos debates en falso que no resuelven".      

Precariedad laboral

El empleo también preocupa mucho a los vascos que votarán el próximo 21 de abril. Pello Igeregi es responsable de negociación colectiva del sindicato ELA, y señala que esto se debe "a la precarización". Igeregi explica que en el País Vasco "en un momento en el que aumentan mucho los precios, encontramos serias dificultades para pactar convenios que mantengan el poder adquisitivo, incluso en empresas que están ganando mucho dinero".

Añade que en el País Vasco "hay un conflictividad mayor" porque "aquí los sindicatos tenemos medios para movilizar y eso hace que se manifieste ese enfado y se tome conciencia de la situación". Aunque hasta la apertura de la urnas no se esperan nuevas movilizaciones, solo en los últimos meses Igeregi recuerda una larga lista: "Dos huelgas de todo el sector público, una en la enseñanza concertada, la indefinida en las ambulancias, huelgas en hostelería de Vizcaya, en polideportivos o en centros de limpieza...".

Euskadi, sin embargo, cerró el año 2023 con la menor tasa de paro del país, 6,3%. Aunque los últimos datos reflejan un estancamiento del empleo. "Aquí lo que preocupa aquí es la calidad del empleo, que es muy mala. Los contratos a tiempo parcial y fijos discontinuos no permiten tener una vida digna. Ahora tener empleo no es sinónimo de bienestar. Debido a la precariedad, es compatible tener empleo y ser pobre".

Estructuralmente, el País Vasco lleva 30 años perdiendo empleo en la industria, de mejor calidad, y se crean empleos precarios en el sector servicios, explica el portavoz de ELA. "Las expectativas son peores y las nuevas generaciones de jóvenes no aspiran a vivir mejor que sus padres".

"Y hemos hablado del empleo, pero es que en Euskadi los precios suben en todo y los servicios públicos empeoran por falta de inversión, eso se nota en todos los terrenos, en sanidad o vivienda pública", añade Igeregi.

Ocaso del sistema sanitario público

El sábado 16 de marzo miles de personas tomaron las calles en las tres capitales vascas en defensa de la sanidad pública.  La convocatoria era la tercera masiva en año y medio de la plataforma ciudadana. 

De ahí que el CIS de marzo dijera que la situación actual del servicio vasco de salud (Osakidetza) ocupa la cúspide de las preocupaciones de los vascos. Para el 16,1% es más preocupante que el paro (8,4%), los problemas políticos en general (7,9%), la crisis económica (7,5%) y la vivienda (7,3%). En el sociómetro vasco los problemas relacionados con la sanidad pública salen como la segunda preocupación (35%), tras el empleo (48%), muy por delante de la inseguridad ciudadana (12%), la política (11%) y la educación (11%).

Concentración en Vitoria para denunciar el cierre del PAC de San Martín
Concentración en Vitoria para denunciar el cierre del PAC de San Martín
EFE

José Ignacio Martínez, portavoz de la plataforma Osasun Publikoaren Aldeko Herri Plataformak, dice a 20minutos que no le extrañan las encuestas, teniendo en cuenta las "escandalosas" listas de espera quirúrgicas y el "desmantelamiento" de la sanidad pública.

"Hay un desmantelamiento y una privatización, tanto en la atención primaria como en los hospitales", explica Martínez. El portavoz de la plataforma sanitaria opina que el fallecimiento en enero de un paciente de 42 años tras acudir a un centro sanitario sin médicos en Llodio como el momento en el que se traspasó la "línea roja" y la sociedad vasca constató que los recortes "repercuten en la salud de las personas". 

La plataforma demanda que los centros de salud no se cierren a las 5 de la tarde y la reapertura de los seis PAC cerrados, medidas que, dicen, contribuirían a mitigar el colapso de las urgencias hospitalarias. Y afrontar una reforma estructural con mayores inversiones en la sanidad pública. "La derivación de pacientes a la privada es pan para hoy y hambre para mañana", cree Martínez. "Maquillan cifras escandalosas, pero no es la solución". La espera para una intervención quirúrgica es mayor que antes de la pandemia. Seis meses en trauma y oftalmología. Y diez meses de espera para determinadas pruebas. "Para ser atendido por el médico de cabecera estamos en una media de entre 6 y 7 días, cuando lo razonable es que no sobrepase los dos o tres". 

Sergio Sánchez, de 47 años y de Vitoria, arrastra una mala experiencia reciente con Osakidetza y se lamenta de que "teniendo en cuenta que hace diez años presumíamos de la mejor sanidad del país, de que te ponías malo y al día siguiente te atendían, ahora ya no es así". A él le ha sucedido querer ir con 38 de fiebre al médico y que no le den cita en 10 días porque está todo saturado. "Es que dentro de 10 días puedo estar muerto. Luego que si la gente va a urgencias de los hospitales. No es que queramos saturarlas, es que los de atención primaria no dan a basto, y es el paciente el que termina siendo perjudicado", explica. 

Sánchez han necesitado un especialista por "una inflamación del tendón limitante, con dolor, cojera, no podía prácticamente ni andar". La cita con el especialista se la dieron a los cuatro meses. Este le recetó rehabilitación, pero la demora era de ocho meses. "No pude esperar, tuve que ir a un fisio y a un traumatólogo privado y tirar de chequera, a 60 euros la hora las sesiones", se queja. "Parece que las prioridades del gobierno vasco son otras y la tan presumida, otrora la envidiada sanidad, ahora ya no existe. Ha sido un cambio radical, con lo que pagamos de impuestos y siendo tan solventes".

Vivienda, empleo y sanidad son las mayores preocupaciones con las que los vascos y las vascas votarán el próximo 21 de abril, según un sociómetro que también preguntaba sobre la satisfacción personal y, en estos términos, de media, los vascos se ponen un notable (7/10). Es la calificación más alta registrada desde 1995. Si les piden valorar al País Vasco le ponen un 6/10, que es menos que la personal, pero más que la nota a la situación española (4,8). Y, sobre cómo afrontan las elecciones del 21 de abril, el 48% dice estar "muy" o "bastante" interesado por las próximas Autonómicas, y otro 51% "poco" o "nada" interesado.

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