¿De qué hablamos al hablar de desalinizar? Así funcionan las plantas que transforman el agua del mar... en agua potable

Así es el proceso de desalinización del agua
Así es el proceso de desalinización del agua
Así es el proceso de desalinización del agua
Así es el proceso de desalinización del agua

Las cuencas españolas están sufriendo la falta de lluvias y en Cataluña se ha tenido que declarar la situación de emergencia. La comunidad catalana podría abastecerse en los próximos meses con agua procedente de la desalinizadora de Sagunto, en Valencia, una planta que recoge el agua salada del mar y, a través de diversos procesos, elimina la sal y otros restos hasta acondicionarla para que sea apta para el consumo humano y  agrícola.

España es un país puntero en desalinización, indican los expertos, pero cada planta es única, y su localización y capacidad productiva dependen de factores como el entorno geográfico o geológico. No obstante, lo común en todas ellas es el proceso de desalinización, el cual se divide en distintas etapas. 

Recogida de agua

Este proceso se divide en distintas fases, y la primera de ellas comienza, como no podía ser de otra manera, recogiendo el agua del mar. Esta tarea se realiza a través de "pozos verticales u horizontales instalados en las playas" en cuestión, explica a este medio Domingo Zarzo, director de Innovación y Proyectos Estratégicos de Sacyr Agua y presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR).

En las grandes desalinizadoras, explica, "se construyen torretas de captación", una especie de cilindros con ventanas. Estos "se sumergen a 20 metros de profundidad" y a través de sus orificios entra el agua, que posteriormente viaja hasta la planta a través de una serie de tuberías, detalla. "Una vez allí se almacena en un depósito específico". 

Este método de recogida es el más habitual, confiesa Zarzo, aunque también se puede extraer mediante "túneles con perforaciones por debajo del lecho marino (la arena)". 

Tratamientos previos

Una vez que el agua se encuentra en la instalación, la segunda fase consiste en una serie de "tratamientos previos" para su acondicionamiento, vitales en las etapas posteriores de este procedimiento. Por ello, primero se lleva a cabo "un tapizado con rejas finas", detalla Zarzo, lo que consiste en filtrarla para limpiarla de los desechos más grandes, como pueden ser algunos aceites, maderas o algas. 

Tras esto, defiende, el agua pasa por un segundo cribado "con filtros como los de las piscinas" para retirar los restos y residuos más pequeños. En última instancia, y para completar este tratado previo, debe someterse a una serie de "microfiltros" que la limpian de "cualquier fibra o partícula pequeñísima" con el objetivo de que "al siguiente paso solo lleguen agua y sales", detalla. 

Bombeo a presión y ósmosis inversa

Una vez depurada correctamente empieza el proceso clave en la desalinización, la "ósmosis inversa". Aquí el agua es impulsada por bombas de alta presión para forzarla a pasar a través de una membrana que se encarga de filtrarla, dejando pasar el líquido y reteniendo las sales. Tras completarse este proceso, que necesita de gran cantidad de energía, se obtienen dos corrientes diferentes, "el agua libre y el agua concentrada con las sales retenidas por el sistema", asevera el presidente de la AEDyR.

En este aspecto, detalla, el factor más importante son las membranas, que son "una parte muy sensible". Para que todo ocurra correctamente, indica, es vital todo el tratamiento previo que se le da al agua para que esta parte de la instalación solo reciba el agua y las sales. 

En esta fase también hay que tener en cuenta otro factor, "la recuperación de energía". En la ósmosis inversa, indica Zarzo, "se utiliza una gran cantidad (de energía)", pues la presión aplicada al agua de mar suele ser de "entre 60 y 70 bares". Por ello, se ha ideado un sistema de recobro para que el proceso sea más eficiente y poder aprovechar dicha energía en otros procesos. "Antes, una planta sin recuperación de energía consumía ocho kilovatios (kW) por cada metro cúbico (m3), y ahora solo se necesitan tres. 

Postratamiento y adecuación 

Una vez obtenida el agua libre es necesario un procedimiento de adecuación para cumplir con las legislaciones de potabilidad de España y Europa. Por ello hay que aplicar una "mineralización a base de calcio y CO2". Tras la ósmosis inversa, el agua obtenida "es muy ácida", con un Ph que suele rondar "un valor de 5,5", por lo que hay que llevar a cabo este equilibrio químico para situarlo "entre 7,7 y 9,5", confiesa Zarzo. 

Tras finalizar este acondicionamiento, el agua obtenida "suele almacenarse en el depósito con el que cuenta cada planta", con una capacidad que depende del tamaño de cada instalación. "Tiene cabida para almacenar el agua producida duramente al menos un día", detalla Zarzo.

El último paso de todo el proceso, que es rápido y dura apenas "2 o 3 horas", es la distribución del agua lista y acondicionada para su uso. "Desde la planta se bombea a los depósitos de las compañías en el caso del agua potable" o se envía a los pantanos o embalses para que pueda ser "utilizada por los agricultores", concluye.  

¿Qué vida útil tienen?

Cada planta es diferente, comenta Zarzo. Sin embargo, se calcula que, de media, la vida útil de estas instalaciones es de entre 20 y 25 años. No obstante, estas "pueden llegar a durar 30, 40 o 50 años", asegura, pues se van cambiando los componentes con el paso del tiempo. 

España actualmente es uno de los países que cuenta mayor número de plantas. De acuerdo con la Fundación Aquae, el país cuenta con un total de 765 desalinizadoras que son capaces de producir más de 100m3 de agua al día. 

De todas ellas, 281 se encuentran en Las Palmas de Gran Canaria y otras 46 en Santa Cruz de Tenerife. El motivo de que casi la mitad se encuentren en el archipiélago se debe a que las islas sufren de gran estrés hídrico, tal y como ocurre en Baleares o el litoral mediterráneo. 

La que cuenta con mayor capacidad es la de Torrevieja, en Alicante, con una producción anual de 80 hectómetros cúbicos (hm3) al año. Después se encuentra la de El Atabal, en Málaga, con una capacidad de 76hm3 al año, seguida de las de Valdeventisco y Águilas, ambas en Murcia, con una capacidad de 70hm3 anual. 

De todas estas, confiesa Zarzo, la gran mayoría son construidas por grandes empresas como Sacyr, Aqualia, Acciona o Inima, que son, además, grandes productoras a nivel mundial. 

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