¿Será el agua desalada la única que bebamos en el futuro por el cambio climático?

Una persona llenando un vaso de agua del grifo
Una persona llenando un vaso de agua del grifo
Emasesa
Una persona llenando un vaso de agua del grifo

Los modelos climáticos muestran que la región mediterránea sufrirá sequías cada vez más frecuentes e intensas debido al calentamiento del mar y a la reducción de las lluvias. Estos escenarios urgen a buscar alternativas a largo plazo que garanticen la disponibilidad de agua, elemento básico para la vida. Actualmente, las desaladoras son la tecnología más madurada y la opción a la que se agarran las autoridades para dar soluciones a las posibles falta de suministro en Cataluña, donde se ha activado por primera vez la emergencia por sequía, y Andalucía, en caso de necesitarse a corto plazo.

Los recursos no convencionales como el agua desalada empiezan a tomar fuerza, sobre todo en zonas costeras, porque los recursos naturales están muy presionados por diferentes factores como el cambio climático, que ha cambiado el ciclo hidrológico y ya no llueve donde y cuando se necesita, por el crecimiento demográfico y por la alta y concentrada demanda de agua por parte de los núcleos urbanos. A ello se suma la contaminación de las fuentes naturales, bien por residuos agrícolas, industriales o domésticos. 

"Todo este cóctel hace que el medio natural se degrade y las fuentes naturales cada vez serán menos y, además, potabilizarlas costará energía y dinero. Ante este panorama, tenemos los recursos no convencionales, entre los cuales, los más maduros, son la desalación y la reutilización de agua residuales", explica a 20minutos el subdirector del Instituto Universitario en Seguridad Industrial, Radiofísica y Medio Ambiente en la Universitat Politècnica de València (UPV), Jaime Lora García.

Llegado este punto, cabe preguntarse si, en el futuro, podría llegar el momento en el que la humanidad solo pudiera beber agua desalada por los efectos del cambio climático. El investigador del Observatorio Ciudadano de la Sequía, Jesús Vargas, considera que ese escenario no llegará porque "el cambio climático no es que nos vaya a dejar con menos recursos disponibles, sino que cambiará la distribución espacial y temporal". El también profesor de Geografía en la Universidad de Málaga expone que "el agua desalada no se puede utilizar en cualquier lugar", pues está muy vinculada a áreas costeras y cuando más hacia el interior se tiene que transportar, más se encarece el coste energético y económico, por lo que "en muchas partes del mundo -lejos de la costa y en altura- no sería rentable ni viable abastecerse con agua desalada".

Con todo, Vargas, considera que el agua desalada será un "recurso estratégico" para situaciones de sequía España. El especialista apunta que es posible que vaya aumentando su uso "a medida que se vayan reduciendo sus costes energéticos y económicos, y más en regiones vulnerables al cambio climático", porque tiene una serie de ventajas frente a otras soluciones de aumento de la oferta del agua como por ejemplo la reducción de la dependencia de las precipitaciones o de los conflictos sociales y territoriales del tipo 'el agua es mía'.

El director de la Fundación para la Investigación del Clima (FIC), Jaime Ribalaygua, tampoco contempla esa situación y considera que "lo lógico es que, cuando llegue el momento de que desalar sea una solución sin agravar el problema como pasa ahora, esa agua se use para la industria y regadío. Desde luego hay buscar soluciones y actualmente se pierde el 25% del agua entre averías y usos inadecuados, así que tenemos mucho que mejorar, pero pensar que solo beberemos agua desalada me parece sensacionalista. Habrá momentos puntuales en los que tenga que ser así, pero hay que hacer estudios para ver cómo está la situación y tomar medidas para adaptarse", anota.

El cambio climático no es que vaya a dejarnos con menos recursos disponibles, sino que cambiará la distribución espacial y temporal"

Por otro lado, Annelies Broekman, miembro del equipo de investigación Agua y Cambio Global del Centro de Investigación de Ecología y Aplicaciones Forestales (CREAF), en la Universidad Autònoma de Barcelona, cree que esa es una situación distópica. "Pensar que podamos existir sin que haya agua [dulce] en el medio, sino que la desalamos, es una locura, es imposible. Eso implicaría que no tenemos comida, ni bosques, que toda la economía está bloqueada y que todas las personas que no tienen un grifo estarían muertas. La idea de recurrir a agua desalada para todo, emanciparnos del medio natural en el que vivimos, prescindir de los acuíferos y los ríos es una distopía. No podemos pensar que solo con la desalación resolvemos un problema estructural del territorio. El agua de lluvia no es solo para beber, es para mantener el ecosistema que nos sostiene como especie y todas las otras especies, de las cuales dependemos, y para usos económicos".

Broekman advierte además de que la desalación es una buena alternativa porque da flexibilidad al sistema y menos dañina para el medio ambiente que otras, pero "no puede de ninguna manera sustituir una cuenca hidrográfica". Si llegáramos al punto de que solo existiera agua desalada para beber, la experta en gestión del agua señala que "el resto del mundo sería diferente, no tendríamos bosques, ni ríos, todo estaría seco, no tendríamos comida...". Y, si se reservara la poca agua dulce que quedara para la agricultura y usos más imprescindibles, "solo podrían permitírsela las personas que pudieran pagársela, pues sería carísima". "Es inviable pensar que se puede seguir viviendo como ahora pero con agua desalada. La desalación tiene grandes impactos sobre el mar y si aumentan considerablemente las desaladoras, te cargas el litoral y, en consecuencia, el modelo de turismo de sol y playa", agrega.

La desalación tiene grandes impactos sobre el mar y si aumentan considerablemente las desaladoras, te cargas el litoral y, en consecuencia, el turismo de sol y playa

Las proyecciones climáticas marcan en rojo la región mediterránea y es "la cantidad de agua que extraemos es mayor de la que disponemos", advierte Lora, que insiste en "buscar otras alternativas y la más madura, es la desalación".  Broekman también reconoce que hay zonas en España, como en Canarias, donde la desalación sí "ha sido una solución que da un respiro eventual a los acuíferos", pero advierte de que las estrategias basada en "fábricas de agua" inducen un crecimiento de la demanda total. "Ahora en Cataluña estamos consumiendo un 35% más de lo que tendríamos", anota. "Tendría sentido beber el agua desalada si toda el agua que se produce fuera a sustituir agua que cogemos del medio, incluida la reutilizada" para que no se incrementara el consumo acumulado.

"La zona mediterránea es una de las más vulnerables al cambio climático. Los modelos dicen que vamos a tener menos recursos disponibles y que cambiará la distribución temporal: las precipitaciones se concentran en más días de manera más intensa y, por lo tanto, son menos útiles. Pero además, la región mediterránea es una de las más vulnerables a los efectos del incremento en la frecuencia e intensidad de las sequías", agrega Vargas, que, con todo, lanza un mensaje de esperanzador: "Tenemos un problema grave, pero estamos a tiempo de adaptarnos. Sabemos lo que va a pasar desde hace tiempo y podemos anticiparnos a esta situación, no nos debe pillar por sorpresa".

Vargas deja claro que "es una parte de la solución, pero no es la solución". La alternativa es reducir, en fase de normalidad, la presión sobre los recursos hídricos, porque estamos consumiendo más agua de la que tenemos, sobre todo por parte de los sectores económicos. No podemos pensar que el uso de desaladoras nos va a permitir seguir actuando como hasta ahora porque las desaladoras también tienen muchas limitaciones. No pensemos que construyendo desaladoras esto se va a solucionar sin abordar el problema de fondo, que es que consumimos mucha más agua de la que tenemos y en un contexto en el que sabemos que cada vez vamos a tener menos recursos hídricos", concluye.

No hay una solución que nos haga escapar de los límites naturales de este planeta"

Su colega del CREAF apuesta por reducir la demanda total de agua en tiempos de normalidad cambiando el uso que se hace de este recurso por parte de los modelos económicos, al tiempo que recuerda que "no hay una solución que nos haga escapar de los límites naturales de este planeta y ninguna solución es correcta sin justicia ambiental y climática".  "Sin lluvia se nos quema el país, no producimos alimentos, no tendríamos ríos y perderíamos todas las funciones que tienen los ríos, que son muchas más que darnos de beber", abunda.

Por su parte, Lora cree que "si somos inteligentes, tenemos que conservar lo poquito que nos va quedando para emergencias y hay que tirar de recursos no convencionales. En Asia, por ejemplo, saben que el agua residual, tras un correcto proceso de reutilización, es segura para consumo humano".  Considera que llegar a ese punto sería "un fracaso global de la humanidad, que no habría sabido conservar sus recursos, pero, ante eso, tenemos tecnología. Ahora bien, es cara. En los países donde haya menos recursos se buscarán otros menos convencionales y, entre ellos, el más maduro es la desalación", termina.

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