El reto (casi imposible) de ser dibujante de cómics en España: "La única solución es buscar un trabajo fuera, para Marvel o DC"

Dibujantes de cómics
Tres dibujantes de comics comparten su testimonio sobre su carrera con 20minutos.
20Minutos
Dibujantes de cómics

Sergio Bleda fue, en sus propias palabras, el "típico caso de niño al que le dan un papel y un lápiz para que se esté calladito y le compran cómics cuando le llevan a la peluquería para que no se queje". Este albaceteño tuvo claro desde muy joven cuál era su vocación, pero la capital de Los Llanos no tenía muchas alternativas de formación para un adolescente que quería aprender a dibujar cómics en los 90. Bleda, que ahora tiene 49 años, fue autodidacta y se hizo un nombre en el mundillo en 1997 con su serie más conocida: El baile del vampiro.

Su mayor dificultad para tener una carrera como dibujante de cómic no fue, sin embargo, el tener que formarse a sí mismo. Poder vivir de este exiguo sector con el dinero que perciben los dibujantes en España es todo un reto al que muchos otros han tenido que renunciar. En su caso, dos fueron las claves que le permitieron seguir en la lucha: trabajar para editoriales extranjeras y autoproducirse gracias al apoyo de sus lectores.

"Es verdad que lo compagino con con trabajos de ilustración y storyboard para cine, pero básicamente yo vivo de mi trabajo como historietista y el truco está en trabajar en un mercado donde haya buenas tiradas como el francés, donde he desarrollado la mayor parte de mi carrera", explica Bleda, que entró en contacto con las editoriales galas visitando el festival de Angulema, Francia, centro de referencia para la industria del cómic europea.

En España, la situación con la que conviven los dibujantes, prácticamente todos, trabajadores autónomos, hace que ganarse la vida con ello sea casi imposible. 

El sindicato CGT publicó el pasado verano las tarifas que pagaban las principales editoriales de España después de recopilar datos a partir de lo que les trasladaron algunos autores de cómic. Algunas editoriales pagan apenas 5 euros por página, haciendo que las 24 horas del día se queden cortas para poder producir lo suficiente para llegar a fin de mes. El sindicato publicó también las subvenciones, millonarias en algunos casos, que las mismas editoriales habían recibido por parte del Estado en los últimos años.

"Estáis recibiendo subvenciones mientras pagáis esta basura a los trabajadores, o sea, que se lo están quedando en el bolsillo", declara Héctor Martínez, secretario de organización en Barcelona del Sindicato de Espectáculos, Artes Gráficas, Audiovisuales y Papel (Segap) de CGT, uno de los pocos sindicatos con presencia en el sector, aunque de manera muy minoritaria frente a las asociaciones de autores. "La gente empieza a trabajar con ilusión por una cuestión vocacional y esa es la gran trampa con la que te machacan porque al final pasas por el aro en muchas cosas que no pasarías si tuvieras que barrer una calle".

Según denuncia Martínez, el hecho de que los autores sean autónomos genera una "correlación de fuerzas entre trabajadores y empresa tremendamente desigual" y les impide acogerse a un convenio que garantizase unas condiciones de trabajo mínimas. "Es perfectamente legal pagarte dos euros la hora, porque no se considera relación laboral, es una relación mercantil, y ahí no entra nada, ni derechos laborales, ni salario mínimo, ni jornada laboral anual máxima, nada de nada".

En 2022, una directiva europea abrió un campo de oportunidad para los trabajadores autónomos que, al menos, ahora podrán intentar asociarse para fijar unas tarifas en común. Hasta entonces, el hecho de que fueran autónomos significaba que se les consideraba empresas y ponerse de acuerdo para fijar unas tarifas mínimas que cobrar a las editoriales era considerado un cártel que incumplía con la ley de la libre competencia. La directiva, permite evadir esa ley a aquellos autónomos que no tengan trabajadores contratados.

No ha sido el colectivo de autores de cómics un terreno muy fértil para el asociacionismo. Si bien los viñetistas han estado siempre dispuestos a participar de otras luchas a través de sus dibujos, apenas han sido capaces de unirse entre sí para reivindicar sus propios derechos. Los casos de movilizaciones en el sector, según relata el propio Bleda en un artículo, se limitan a un par de huelgas de los dibujantes de El Víbora y de Ediciones B en los 80 y 90 y una manifestación en las puertas de la editorial Valenciana en la misma época.

Sergio Bleda, dibujando en Gante en una imagen cedida por el propio autor.
Sergio Bleda, dibujando en Gante en una imagen cedida por el propio autor.
CEDIDA

Autores aislados

La falta de una movilización colectiva, que ni los escasísimos sindicatos que han tenido presencia en el sector ni la Asociación de Autores de Cómics de España han conseguido vehicular, han terminado por crear un ecosistema de autores aislados aceptando cada vez peores condiciones y convirtiendo en héroes a quienes logran no abandonar la profesión.

Jaume -que prefiere mantener su anonimato con un nombre ficticio- fue uno de tantos jóvenes dibujantes de cómic que tiraron la toalla ante las malas condiciones laborales del sector. Tras estudiar en la escuela de cómic y artes visuales Joso, empezó a hacer pequeños trabajos de asistente para dibujantes, para los que hacía todos los colores del fondo de las viñetas.

"Yo he trabajado de ayudante para gente que trabaja para el mercado americano, el mercado francés o el mercado chino, creo que no es viable que un autor de cómic se pueda pagar un asistente aquí en España", declara Jaume, que tiene ahora 30 años y dejó el sector ante la imposibilidad de mantenerse con los sueldos que se pagaban.

"He cobrado 35 por página haciendo solo bases, sin sombras ni nada, y, como es mucho más rápido que colorear o dibujar, puedes hacerte varias páginas en un día, así que puedes ganar como 70 o 100 euros al día, pero en España eso te lo pagan por una página entera dibujada o incluso menos y ya no sale a cuenta", explica Jaume. "Creo que aquí nadie puede vivir del cómic trabajando ocho horas al día. La gente que conozco que se dedica a ello no lo hace como un fin viable para ganarse la vida, sino porque quiere hacer cómic a toda costa, es algo que o tienes mucha vocación o no lo haces porque las condiciones no son buenas".

"Creo que aquí nadie puede vivir del cómic trabajando ocho horas al día, (...) o tienes mucha vocación o no lo haces porque las condiciones no son buenas"

Según un adelanto del futuro avance del Libro Blanco del Cómic, que ofrecerá por primera vez una radiografía del sector que se publicará a comienzos de año, en 2021 se superaron, en toda su cadena, los 130 millones de facturación anual, que supone un 10% del total facturación del sector del libro (sin tener en cuenta las publicaciones del ámbito educativo). Este informe, en general, señala una curva ascendente para las editoriales que se dedican al cómic.

La Sectorial del Cómic, la organización que aglutina a asociaciones de editores, dibujantes y otros profesionales y que ha elaborado el citado informe, explica la paradoja entre la bonanza del sector y la campante precariedad de sus trabajadores en la estructura empresarial formada por grandes editoriales y una miríada de pequeñas empresas que luchan por obtener algún beneficio.

"Es cierto que los salarios que se cobran, por decirlo de alguna forma, suelen ser cortos, ero suelen ser cortos también porque las tiradas son muy cortas", declara Alejandro Casasola, presidente de la Sectorial del Cómic. "Lo mismo que hay autores que cobran poco, también hay autores que cobran bastante y lo mismo que también hay precariedad en autores también hay precariedad en alguna editorial".

"Lo mismo que hay autores que cobran poco, también hay autores que cobran bastante y lo mismo que también hay precariedad en autores también la hay en alguna editorial"

El pasado 4 de diciembre, la pequeña editorial DQómics, dirigida por el autor José L Córdoba, se convertía en la última en anunciar su cierre por "el aumento de los costes de producción, una oferta que es mucho mayor que la demanda, un mercado que prácticamente solo quiere superhéroes y mangas". En otro ejemplo de las dificultades para las pequeñas editoriales españolas, Cósmica y Serendipia anunciaron su fusión el 30 de octubre para optimizar los procesos de distribución y comercialización.

"También hay problemas en librerías porque las hay, hay más de 250 librerías especializadas en España y algunas subsisten con muy poco porque es un autónomo, un solo autónomo el que lo lleva todo y lo hace todo", explica Casasola. "En fin, que sí, es cierto, hoy en día hay mucha tirada, muchos cómics, eso supone una gran rotación y puede traer problemas".

Emigrantes de la viñeta

Si hay un ejemplo de vocación de dibujante de cómics y de resiliencia frente a la precariedad del sector ese es Sergi San Julián. Este barcelonés de 50 años empezó su carrera en los 90 colaborando con Planeta y para el incipiente mundo de cómics japoneses manga que había entonces en España. Llegó a publicar una novela gráfica, pero todo empezó a torcerse al final de la década. Estaba entonces en la treintena y la falta de ingresos le obligó a cambiar de vivienda en vivienda. "Empecé a estar en una situación muy difícil, super jodida, lo pasé realmente mal, viví en la pobreza absoluta”", recuerda San Julián, que, con todo, nunca tiró la toalla con dedicarse a dibujar cómics. "Tiré de amigos, de familia y aguanté ese periodo hasta que conseguí curro, también en el cómic, que me salvó, y fue trabajar en el extranjero, para Alemania, haciendo licencias tipo Power Rangers".

Sergi San Julián empezó su carrera en los 90, pero estuvo a punto de tener que abandonarla al final de la década ante su precariedad económica.
Sergi San Julián empezó su carrera en los 90, pero estuvo a punto de tener que abandonarla al final de la década ante su precariedad económica.
Miquel Taverna

La historia de San Julián, que actualmente trabaja como corrector, su principal fuente de ingresos que compatibiliza con la autoedición de su propia obra y colaboraciones con revistas, sindicatos u organizaciones sociales, señala el gran problema de la industria española del cómic. La producción nacional no sale adelante con un entorno empresarial que apuesta, fundamentalmente, por la traducción de obras extranjeras.

"La conclusión a la que llegué yo fue que la única solución era buscarse un trabajo fuera y mucha gente lo ha conseguido buscándose un trabajo para Marvel o DC, un trabajo para Europa", declara el dibujante, autor el serial Gorka o la novela gráfica La cuenta atrás, en colaboración con Carlos Portela (La Cuenta Atrás) y con Fernando Iglesias y Carlos Portela (Gorka). "Esta ha sido la solución tradicional, pero ya no en el mundo del cómic, sino de este país en general cuando la industria se ha destruido o cuando ha habido hambre, nos hemos ido fuera y esto es lo que nos está pasando".

Ante las bajas tarifas que perciben de parte de las editoriales, muchos autores están optando por otra alternativa: la autoedición. Plataformas digitales como Verkami permiten organizar crowdfundings para intentar obtener fondos, una alternativa que permite trabajar sobre seguro a aquellos autores que ya tienen un público ávido por ver sus nuevas obras y dispuestos a adelantar dinero para ello.

Isabel Ruiz, de 46 años, ha compaginado siempre la ilustración con su trabajo como directora de fotografía para cine, televisión y publicidad. En 2014, se animó a hacer una campaña de crowdfunding en Verkami, y logró sacar adelante sus primer libro, que abrió una serie dedicado a rescatar la memoria de mujeres a lo largo de la historia. "Casi siempre he publicado a través de crowdfunding, luego he trabajado con editoriales, pero cositas muy puntuales, realmente, lo que es mi trabajo más personal, lo hago de forma independiente".

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Dibujantes de comics precarios
Isabel Ruiz dibuja con una tableta una de las viñetas de su novela gráfica dedicada a las mujeres durante el franquismo.
José González

En su caso, la clave para conseguir el apoyo necesario por parte de sus futuros lectores fue acudir a una idea -la historia con enfoque de género- que ahora puede parecer habitual, pero era toda una novedad hace una década. Una vez que logró sacar adelante el primer libro, nunca le ha faltado apoyo económico por adelantado de sus lectores para seguir publicando.

"Generé una pequeña comunidad que iba apoyando otros proyectos y, desde entonces, llevo publicando un libro al año y siempre a través de crowdfunding", explica Ruiz. "Una vez que tienes uno, si a la gente le ha gustado tu trabajo, normalmente te suele apoyar y tengo mucha gente que está esperando a que saque un nuevo libro para apoyarlo".

REPORTAJES QUE TE PUEDEN INTERESAR:

Si quieres contactar con 20minutos o realizar alguna denuncia o alguna corrección sobre algún tema, puedes enviarnos un mail a zona20@20minutos.es. También puedes suscribirte a las newsletters de 20minutos para recibir cada día las noticias más destacadas o la edición impresa.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento