Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Cerrar las nucleares no es una opción

Central nuclear de Garoña
Central nuclear de Garoña
GAROÑA - Archivo
Central nuclear de Garoña

Cuando se dividen los núcleos atómicos pesados se produce una reacción en cadena que libera una cantidad enorme de energía, también llamada energía nuclear. Aunque su primer uso fue armamentístico, por parte de EUA para forzar la rendición de Japón al final de la II Guerra Mundial, y como amenaza de destrucción mutua entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría, la energía atómica tiene, desde hace décadas, otros usos muy positivos, tanto en hospitales con la medicina nuclear como sobre todo para la generación de electricidad. Las primeras centrales nucleares se construyeron hace casi 70 años y, en la actualidad, hay más de 420 reactores en funcionamiento en todo el mundo.

Pese a su eficiencia y altísimas medidas de seguridad, su uso se había frenado en los últimos tiempos por culpa de un miedo entre exagerado e infundado a los accidentes, y porque una parte de la izquierda y del movimiento ecologista habían estigmatizado esta fuente de energía. En España, los que tenemos una cierta edad recordamos el lema "¿Nucleares? No, gracias", que se hizo bastante popular en los 80.

Sin embargo, la gravísima crisis climática a la que nos enfrentamos por culpa de los gases con efecto invernadero ha evidenciado que el mix energético óptimo es la suma de renovables y nuclear, junto al deber de eliminar con urgencia el carbón y lo antes posible el gas y el petróleo. En la timorata cumbre de Dubái uno de los compromisos más importante ha sido el adoptado por una veintena de países, entre los que están China, EUA, Reino Unido, Japón, Francia, Suecia y Finlandia, para triplicar hasta el 2050 la producción global de energía nuclear.

En paralelo, la Unión Europea ha acordado incluirla como tecnología estratégica, junto a las renovables, para cubrir el 40% de las necesidades energéticas de ahora al 2030.

Se trata de un crucial cambio de paradigma porque algunos Estados se negaban a considerar a la nuclear como energía limpia, y un país de la importancia industrial como Alemania había cerrado sus reactores para acabar quemando más gas y carbón y, por tanto, emitiendo más CO2. Un ejemplo de estupidez ideológica en nombre de un ecologismo a la postre antiecologista.

En España hay también en marcha un plan para cerrar progresivamente los siete reactores nucleares en funcionamiento. Sin embargo, para el nuevo ministro de Industria, Jordi Hereu, situarnos en la vanguardia de las tecnologías limpias "ya no es una opción, es una obligación". Sería muy positivo que, tras estas palabras, empezara a abrirse el escenario para una prórroga larga de las nucleares españolas, que hoy nos suministran el 20% de la energía. Si queremos contribuir a salvar al mundo de la catástrofe climática, cerrarlas no es una opción.

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