La OCDE desaconseja prohibir los móviles en las escuelas y sugiere enseñar a los alumnos a hacer un uso "adecuado" y "moderado"

Dos estudiantes en clase con el móvil.
Dos estudiantes en clase con el móvil.
Maskot/Getty
Dos estudiantes en clase con el móvil.

La OCDE se une al debate sobre la restricción del uso de teléfonos móviles en los colegios. El organismo reconoce que estos dispositivos representan una fuente de distracción muy importante para los alumnos —que también confiesan perder atención en las clases por culpa de los aparatos tecnológicos— pero no considera que prohibir su utilización de forma tajante en los centros educativos sea el camino a seguir. La solución, según apunta en su el informe PISA 2022, pasa más bien por enseñar a los jóvenes y adolescentes a hacer un uso "adecuado" y "moderado", para que sean ellos mismos los que sepan cuándo, en qué condiciones y por qué usarlos. 

Según indica el prestigioso estudio internacional sobre rendimiento académico que la OCDE publica cada tres años, "prohibir los móviles en los colegios puede llevar a que los alumnos sean menos capaces de adoptar un comportamiento responsable respecto a su uso". Llega a esta conclusión tras analizar el efecto que tiene el uso de móviles, tablets u ordenadores en el nivel académico de los estudiantes de 15 años que han sido objeto de la investigación. 

El 30,5% del alumnado de la OCDE reconoció distraerse por usar dispositivos digitales en clase o en la mayoría de lecciones de Matemáticas que reciben, y el 25,2% aseguró que se dispersa por el uso que hacen de ellos sus compañeros. En España, los porcentajes se elevan al 33% y al 26%, respectivamente, pese a ser uno de los 13 países de la organización en los que más de dos tercios de sus estudiantes acuden a escuelas donde está prohibido usar el teléfono móvil.

La clave, según la investigación, reside en la función con la que se utilice el dispositivo tecnológico: no es lo mismo integrar estas herramientas en clase para apoyar los materiales didácticos, que hacer un uso para el ocio (redes sociales, etc.) en detrimento de otras actividades. Concluye, de hecho, que, aunque los resultados muestran una "relación positiva" entre la integración de la tecnología en la educación escolar, los dispositivos utilizados para el ocio, como los smartphones, pueden "distraer del aprendizaje, exponer a los alumnos al ciberacoso y comprometer su privacidad"

Sobre todo partiendo de la base del aumento de la dependencia a las pantallas entre los adolescentes: el 45% de los estudiantes de 4º de la ESO confesaron sentirse ansiosos o nerviosos si sus teléfonos no estaban cerca de ellos. 

Una distracción evidente para los alumnos

El impacto es claro, y así lo han demostrado los datos del informe PISA publicado este martes: los alumnos que declararon haber sido distraídos por compañeros que usaban dispositivos digitales en algunas o todas las clases de Matemáticas obtuvieron 15 puntos menos en las pruebas de esta materia que los que apenas experimentaron esta distracción. O, lo que es lo mismo, los estudiantes que se distrajeron en clase por las pantallas perdieron el equivalente a las tres cuartas partes de un curso de la asignatura. Un retroceso importante, y más teniendo en cuenta la acusada caída que, de forma generalizada, ha sufrido el nivel educativo de los alumnos de la OCDE en Matemáticas, comprensión lectora y Ciencia.

Pero, de nuevo, lo importante no es tanto si se usan o no; sino cómo se usan y con qué fin. De hecho, el estudio indica que los resultados académicos suelen ser mejores entre los estudiantes que utilizan dispositivos digitales para aprender entre una y cinco horas al día, que para los que nunca los utilizan en el ámbito educativo, o los que lo usan más de una hora el día para el ocio (redes sociales, navegar por Internet o juegos). 

Concretamente, los estudiantes que estaban pegados a sus pantallas entre cinco y siete horas al día por ocio obtuvieron 49 puntos menos en Matemáticas que aquellos que pasaban una hora al día en la escuela usando estos dispositivos por mero entretenimiento. Esto es, más de dos años de diferencia en el rendimiento académico de unos y otros. En definitiva, los que usan tablets, móviles u ordenadores tienen mejores resultados que los que no lo hacen en absoluto.  Y, si además se usan con fines de aprendizaje, los resultados se estabilizan, a diferencia de lo que ocurre cuando aumenta el uso de ocio. 

Enseñarles a hacer un uso adecuado

Ante esta situación, la organización subraya que el reto de las escuelas consiste en "fomentar la integración intencionada y productiva de la tecnología digital en los entornos de aprendizaje, minimizando al mismo tiempo su potencial de distracción". Prohibir los móviles en los colegios, señala el informe, puede provocar un efecto contrario al deseado: "puede llevar a que los alumnos sean menos capaces de adoptar un comportamiento responsable respecto a su uso". 

Así lo resaltó también el Analista Senior de PISA, Daniel Salinas, durante la presentación de los resultados este martes: "Esto nos hace pensar que en realidad un uso moderado de las tecnologías digitales puede ser mejor que una prohibición absoluta", ya que usarlos durante una cantidad de tiempo "no excesiva" ha demostrado estar correlacionado positivamente con el aprendizaje. 

Además, precisó el analista, la investigación revela que en aquellos centros educativos en los cuales hay una prohibición de usar los teléfonos, los niveles de ansiedad son mayores. "La educación podría tener un rol en ayudar a los estudiantes a usar de manera adecuada estos dispositivos que están para quedarse, y no tomar una postura que podría ser percibida a por ellos como represiva", aseveró, invitando a los países a desarrollar políticas "que permitieran a los estudiantes hacer un uso adecuado de estos dispositivos y moderado dentro de la escuela, con finalidades de aprendizaje". Políticas que, según aseveró, son "más realistas" ante un panorama de digitalización creciente. 

El posicionamiento del Ministerio de Educación va también en esa línea. Según reconoció el secretario de Estado, José Manuel Bar, el impacto de las tecnologías en la concentración del estudiantado es un debate a abordar. "Pero parece claro que el uso seguro, didáctico y sometido a una serie de reglas sería positivo; y lo contrario, el uso descontrolado y no educativo, sería negativo y está teniendo repercusiones", incidió. La idea, según el número dos de Pilar Alegría, no es tanto "intentar regresar al pasado" o retardar la entrada de las pantallas o la Inteligencia Artificial en las aulas; sino más bien "administrar bien el futuro". "Quizás el contexto más seguro para el uso de las nuevas tecnologías sea el contacto escolar", defendió. 

En esa línea, concluyó que otra de las cosas que puede estar ocurriendo es el uso "incontrolado, menos seguro y menos educativo" de los dispositivos tecnológicos; por lo que consideró crucial "confluir esfuerzos" con las administraciones, los agentes sociales, la comunidad educativa e incluso con las operadoras para impulsar un "acuerdo social" en torno a esta problemática, "antes de que las cosas se nos vayan de las manos". 

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